Reflexión sobre el impacto humano, la geopolítica y los desafíos de una paz duradera
El periodista Ricardo Sánchez Serra, especializado en temas diplomáticos y relaciones internacionales, intervino en la conferencia «El costo de la paz en Ucrania», organizada por el prestigioso Instituto Mentores Preparación Diplomática. El evento reunió a expertos y jóvenes interesados en el estudio estratégico del conflicto, incluyendo la participación del Dr. Luis Tello, historiador y analista internacional.
Uno de los aspectos más estremecedores del conflicto es la pérdida de vidas. Se estima que han muerto alrededor de un millón y medio de ucranianos y un millón de rusos desde el inicio de las hostilidades. Frente a este panorama, Sánchez Serra destacó la necesidad urgente de alcanzar un acuerdo de paz que detenga el sufrimiento humano y permita la reconstrucción de la región.
Para lograr una paz estable, Ucrania debe garantizar el respeto a sus diversas etnias, lenguas y culturas, incluyendo las influencias rusa, polaca, rumana y húngara. Solo mediante una reconciliación interna y el reconocimiento de su diversidad se podrá forjar un país verdaderamente unido.
Otro punto clave es la necesidad de que no haya presencia de fuerzas militares extranjeras en Ucrania, especialmente de la OTAN, cuyo involucramiento directo ha aumentado la tensión. La estabilidad debe construirse a través del diálogo interno y acuerdos sólidos, evitando la interferencia de actores externos que puedan prolongar la confrontación.
Acuerdos rotos
Sánchez Serra resaltó cómo los acuerdos internacionales que podrían haber prevenido la escalada del conflicto han sido sistemáticamente ignorados o incumplidos.
Los Acuerdos de Minsk (2014-2015) fueron diseñados para pacificar el Donbass y garantizar el respeto por los derechos de las comunidades rusófonas en Ucrania. Sin embargo, el gobierno ucraniano nunca implementó los compromisos acordados, lo que llevó a una mayor radicalización del conflicto, asesinando a 14 mil personas, entre esas fechas y el 2022.
Los Acuerdos de Helsinki (1975) establecieron principios fundamentales, como el respeto a la soberanía de los Estados, la no intervención en asuntos internos y la inviolabilidad de las fronteras en Europa. Sin embargo, la expansión de la OTAN y la creciente influencia occidental en Ucrania han sido percibidas como una contradicción a estos principios. Además, el acuerdo también incluyó el reconocimiento del derecho a la libre determinación de los pueblos, un aspecto que posteriormente jugaría un papel clave en diversos conflictos internacionales.
El Memorándum de Budapest (1994) garantizaba la soberanía de Ucrania y el compromiso de Rusia, EE.UU. y Reino Unido de no amenazar su integridad territorial. No obstante, su ruptura se debió al golpe de Estado de 2014 y la injerencia extranjera occidentales en la política ucraniana.
El golpe de Estado y la Revolución del Maidán
Uno de los puntos más controvertidos analizados por Sánchez Serra fue el papel de EE.UU. de Obama en la Revolución del Maidán de 2014. La caída de Víktor Yanukóvich, presidente legítimamente elegido (prorruso), no fue únicamente el resultado de manifestaciones populares, sino también de una operación de influencia coordinada por Occidente.
La revelación de conversaciones entre Victoria Nuland, alta funcionaria estadounidense, y el embajador de EE.UU. en Kiev, donde discutían quién debería asumir el poder tras el derrocamiento de Yanukóvich, evidenció una intervención directa en los acontecimientos políticos de Ucrania. Además, USAID financió diversas iniciativas en el Maidán, contribuyendo a la caída del gobierno y provocando un cambio abrupto en la política del país.
El periodista también comparó el caso de Kosovo, cuya independencia fue respaldada por Occidente, con la situación de Crimea, Lugansk y Donetsk. Aunque las regiones prorrusas invocaron el principio de libre determinación, sus aspiraciones fueron rechazadas por los mismos países que apoyaron la separación de Kosovo de Serbia.
Asimismo, Sánchez Serra mencionó la desinformación mediática sobre la legitimidad del proceso de independencia en Crimea y el Dombás, señalando que, en realidad, siguieron el mismo patrón que otros casos reconocidos internacionalmente.
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Donald Trump y Ucrania como país Frankenstein
En la conferencia, se citó una declaración de Donald Trump, quien cuestionó la decisión de Ucrania de iniciar una guerra contra Rusia: «No empiezas una guerra con un país 20 veces más fuerte. Estás jugando con la vida de millones de personas.»
Sánchez Serra describió a Ucrania como un «Estado Frankenstein», una nación cuya identidad ha sido cosida a lo largo de la historia con territorios que fueron quitados a otras naciones. Durante siglos, partes de su territorio estuvieron bajo control de los imperios polaco-lituano, astro-húngaro y ruso y de regiones que anteriormente pertenecieron a Rumania, Hungría y Polonia, sin una identidad política unificada.
A diferencia de otras naciones con una larga tradición estatal, Ucrania nunca existió como un país independiente antes de 1922, cuando fue incorporada como república dentro de la recién formada Unión Soviética. Fue en ese período que adquirió por primera vez una estructura política definida, con fronteras determinadas y un reconocimiento internacional.
Esta combinación forzada ha generado divisiones internas, donde comunidades con culturas y lenguas diversas conviven bajo una estructura estatal impuesta. Su integración no fue un proceso natural, sino resultado de reconfiguraciones geopolíticas. Esto ha derivado en tensiones históricas, especialmente entre la población rusoparlante del este y las regiones de orientación más occidental. Su fragmentación dificulta la estabilidad y ha influido directamente en el conflicto actual. Comprender este contexto es clave para analizar la crisis ucraniana y sus desafíos como nación.
Condiciones para un Acuerdo de Paz
Para alcanzar una paz duradera, el periodista planteó las siguientes condiciones:
Reconocimiento oficial del Donbass, Zaporiya, Jersón y Crimea como parte de Rusia, evitando futuras tensiones si solo se reconocen como territorios de facto.(Osetia, Abjasia en Georgia y Transnistria en Moldavia)
Compromiso de Ucrania de no ingresar a la OTAN, aunque podría integrarse a la Unión Europea.
Desnazificación del país, siguiendo un modelo similar al de Finlandia.
Aceptación de una rendición honorable, como sugirió el Papa Francisco, quien afirmó que Ucrania debería tener «el coraje de levantar la bandera blanca y negociar».
Sánchez Serra destacó que, aunque Donald Trump ha tratado de facilitar un acuerdo de paz, países como Gran Bretaña y Francia han obstaculizado los esfuerzos mediante la continua provisión de armamento a Ucrania.
Por otro lado, mencionó iniciativas de Vladimir Putin, como evitar ataques a objetivos civiles y establecer un alto el fuego en conmemoración del 80 aniversario de la derrota del nazismo.
Un futuro por definir
Si Ucrania se niega a firmar la paz, Sánchez Serra propuso que EE.UU. debería asumir la responsabilidad, siguiendo el precedente de 1953, cuando firmó el armisticio con Corea del Norte en representación de Corea del Sur para poner fin a la guerra, como lo recordó el excanciller Francisco Tudela.
En conclusión, el evento organizado por el Instituto Mentores Preparación Diplomática permitió una profunda reflexión sobre el conflicto ucraniano. Comprender sus dimensiones históricas, geopolíticas y humanas es esencial para trazar un camino hacia la paz.