Por: Ross Barrantes // Ser madre

Mate cumplió 13 años, fuerte cambio, entiendo que ya no es un niño, pero tampoco el adulto independiente que será algún día. Criar a un adolescente exige un enfoque diferente uno donde mi identidad como mujer no quede sepultada bajo el peso de la maternidad.

La maternidad no debería significar autoinmolación. Muchas crecimos viendo a nuestras madres y abuelas entregarlo todo sin recibir nada a cambio. Nos enseñaron que ser «buena madre» era sinónimo de autonegación.

Pero ¿qué ejemplo damos cuando mostramos que amar significa desaparecer? Con mi hijo de 13 años, aprendo a establecer límites claros. «Hoy necesito dos horas para mí,» le digo sin culpa, la cultura nos ha programado para esperar madres eternamente disponibles.

Mate sabe que una madre con espacio propio regresa más presente y plena. La adolescencia trae sus desafíos únicos. Cuando discutimos por el tiempo frente a las pantallas o las responsabilidades en casa, respiro profundo y recuerdo: no estoy criando un niño, estoy formando un futuro adulto.

Cada conflicto es una oportunidad para enseñarnos respeto mutuo. Las redes de apoyo son fundamentales, mi familia, mis amigas, amigos. Esta solidaridad rompe con el mito de la madre todoterreno y crea comunidad, tengo amigas que pueden escucharme de mi rol de profesional, como madre, como hermana, como mujer y siempre están ahí para darme un abrazo al final de la plática.

He aprendido a desafiar el «deber ser». Cuando mi hermana comentó que «una madre no sale tanto», simplemente respondí: «Una madre feliz cría hijos seguros». La culpa es el arma más poderosa contra nosotras, rechazarla es un acto de amor hacía nosotras mismas.

LEAR  La UJED y su rector Ramón García contarán con apoyo y respaldo.

El autocuidado no es egoísmo sino necesidad. Mi tiempo de descanso, mis proyectos personales y mis amistades no compiten con mi maternidad, la complementan. Mi hijo poco a poco va entendiendo que las personas que amamos tenemos derecho a existir plenamente.

La comunicación honesta transforma la relación. Le hablo como a una persona en formación, no como a un proyecto mío. «Estoy cansada hoy» o «Necesito tu ayuda» son frases que normalizo. Así aprende que las madres también somos humanas con límites y necesidades.

Las madres tenemos derecho a redefinir la maternidad en nuestros propios términos. Podemos amar profundamente sin perder nuestra esencia. Podemos guiar sin controlar. Podemos nutrir sin vaciarnos. Mate ahora de 13 años no necesita una madre perfecta que lo sacrifica todo. Necesita una mujer real que le muestre cómo equilibrar el amor hacia otros con autoestima y respeto.

Esta es quizás la lección más valiosa que puedo ofrecerle mientras navega su adolescencia. Mamá siempre estará con el y cumpliremos nuestros sueños juntos, porque, si es posible ser mamá profesional, no es fácil, pero si es posible.

Este Día de la Madre, celebremos una maternidad que no nos consume, sino que nos expande. Porque el verdadero coraje está en amar sin desaparecer. Gracias por leerme

(*) Abogada Constitucionalista

The post Por: Ross Barrantes // Maternar appeared first on La Razón.

Deja un comentario