Por: Antero Flores-Araoz // Changing names doesn’t deceive

Entre los numerosos problemas que enfrenta nuestra realidad nacional, uno de los más conocidos es el déficit en áreas como la educación, la salud, la alimentación y la infraestructura.

En lo que respecta a la alimentación y su escasez, la desnutrición en nuestra población, especialmente en los niños, es un problema descomunal. Esto no solo los expone a una multitud de enfermedades debido a la falta de defensas, sino que también los hace menos receptivos a los conocimientos escolares en comparación con niños bien alimentados.

Para abordar el problema de la desnutrición infantil, el Estado ha implementado programas alimentarios dirigidos principalmente a niños de hogares con recursos limitados, así como a madres gestantes y familias con dificultades económicas para satisfacer sus necesidades básicas.

A lo largo del tiempo, se han creado programas como el conocido “Vaso de Leche” y los “Desayunos Escolares”, sin olvidar las llamadas “Ollas Comunes”.

Recientemente, se puso en marcha el “Programa Nacional de Asistencia Alimentaria”, conocido como “PRONAA”, el cual ha tenido épocas buenas y malas, aciertos y desaciertos, así como situaciones que han afectado su reputación al distribuir alimentos de calidad deficiente o no implementar los controles adecuados.

Ante los escándalos, se ha recurrido al cambio de nombre del programa, pasando de “PRONAA” a “Qali Warma”, como si cambiar el nombre pudiera hacer desaparecer las fallas y eximir de responsabilidad a los responsables. Incluso se optó por denominar al programa en quechua, a pesar de que el idioma castellano es el más hablado en nuestro país y ambos tienen igual estatus oficial.

Ante los problemas de gestión y las intoxicaciones graves de los beneficiarios, se cambió nuevamente el nombre del programa a “Wasi Mikuna”, buscando aparentar que se trata de un programa totalmente nuevo. Sin embargo, cambiar el nombre no resuelve los problemas ni engaña a nadie. Es una falta de respeto hacia los beneficiarios, un atentado a la confianza pública y un intento superficial de encubrir la situación.

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Ante nuevos escándalos y problemas de salud de los usuarios, se anuncia un supuesto programa sustituto que probablemente sea una versión renovada de “Wasi Mikuna” con un nombre diferente, probablemente en quechua, ya que a los responsables no se les ha ocurrido aún un nombre en aimara.

Es imprescindible que el Ministerio de Desarrollo Social e Inclusión Social – MIDIS actúe con mayor seriedad en este tema.

 

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