Se me extravió la billetera de Dina Boluarte y Gustavo Adrianzén en el Gabinete.

El cambio inesperado de tres ministros a pocas horas de votarse la censura del premier Gustavo Adrianzén terminó, horas después, con la renuncia del jefe del Gabinete. El Gobierno intentó canjear los cortes de cabeza por la indulgencia de unos cuantos votos parlamentarios. En especial la salida del titular del Interior, tan versátil para el desatino como su antecesor, Juan José Santiváñez. Una salida que en verdad era un clamor generalizado.

El martes 13 para el Ejecutivo arrancó con estas tres juramentaciones ministeriales en las carteras del Ministerio de Transportes y Comunicaciones, MEF e Interior, a las dos de la tarde. Hasta ahí, el trascendido era que Adrianzén no dimitiría y que iba a enfrentar la censura voto a voto, quien sabe si con algún canje presupuestal. El anuncio de Fuerza Popular, de que la bancada votaría por la censura, cambió toda la historia. Y las cosas se fueron agravando con el paso de las horas: el país estaba ante una crisis ministerial en regla.

Nadie ignoraba que las conspicuas movidas ministeriales previas eran parte del consabido libreto para maquillar gestiones o gabinetes, en este caso el de Adrianzén. En verdad, si la presidenta de la República hubiese querido dar un mensaje claro en la lucha contra la inseguridad y la minería ilegal, esos cambios hubieran incluido desde el primer momento al ministro de Defensa y al ministro de Energía y Minas, especialmente este último, quien desde el día uno le abrió las puertas a los informales/ilegales. Cosa que no ocurrió ni por asomo.

Por el contrario, algunos cambios fueron criticados, como la salida de José Salardi del MEF. O la presencia de un militante de Alianza Para el Progreso en el MTC, que mueve miles de millones de soles en presupuesto, lo cual de por sí representa un peligro real de que los recursos públicos no se usen correctamente, más aún en plena campaña electoral, en la que el propio César Acuña sería candidato. Sin contar las acusaciones de haberle pegado a su pareja o sus nexos con mineros ilegales.

LEAR  Dina Boluarte busca aumentar su salario.

Y entre rumores, juramentaciones y desmentidos, una vez disipada la polvareda, lo único que parece haber quedado en claro es que la voluntad de enmendar rumbos en Palacio es tan cercana a cero como la aprobación de Dina Boluarte.

Lejos entonces de haber salvado la contingencia de una censura con la renuncia de su primer ministro, el Gobierno insiste en mantenerse en pie con la flaquísima pata de ese 2% de respaldo ciudadano que todavía tiene y el no tan discreto apoyo de sus aliados en el Congreso.

La población, mientras tanto, continúa luchando por salir adelante –protestas incluidas– en medio de un clima de violencia criminal al que el Gobierno no atina a darle solución.
 

Deja un comentario