Si uno mira el mapa de La Libertad verá que es el Marañón el gran río que conecta eso que se denomina como el corredor de la minería ilegal. Se cree que el vasco Lope de Aguirre —apodado ‘El Loco’ y del que Bolívar diría luego que fue el primer libertador— junto a sus ‘marañones’ habría navegado una parte de este extenso río antes de declararse en rebelión contra el rey. La geografía. Siempre la historia estará unida a la geografía.
Tomen un mapa y miren el río Marañón. Atraviesa La Libertad, Cajamarca, Lambayeque, Amazonas, Áncash, parte de Huánuco, para desembocar en Loreto. Es el gran río que conecta las regiones mencionadas. Huacrachuco en Huánuco; Pataz en La Libertad; San Ignacio en Cajamarca; Condorcanqui en Amazonas cuyo río, el Nieva, también desemboca en el Marañón; en todas estas zonas, o hay minería ilegal o hay narcotráfico. Podría decirse que el Marañón es el río que conecta el oro ilegal y el narco, cuya ruta integra a Tocache y va hacia Huacrachuco para irse también hacia Sihuas.
En toda esta zona hay una legitimación y una estrategia social de la minería ilegal. No vamos a referirnos a la minería informal sino solo a la minería ilegal. Aunque, valgan verdades, el minero informal se convierte en ilegal cuando invade concesiones ajenas. Pero no caigamos en la criminalización del minero informal, tampoco en la idealización, aunque en los últimos días hay una pretendida “romantización” del minero de “pico y pala”, del “minero ancestral” a pesar de que en la zona no hay “pueblos originarios”.
Pero la narrativa es potente. La minería ilegal ya tiene una “épica”. Son pobres mineros contra ricos mineros. Una lucha de clases en minería. En las radios locales se escucha una canción en homenaje al minero, al pequeño minero. Un “tecnohuayno” que ha sido difundido por la propia Alcaldía Distrital de Pataz, y el alcalde, hoy convertido en héroe, habría dicho en una reunión con los locales que el Estado y el Gobierno van a quitarles concesiones a los pobres para darle a los ricos mineros.
Esta estrategia social de la minería ilegal tiene, por supuesto, ‘proxis’, organizaciones que la acompañan en su legitimación. Tiene medios locales, “periodistas” a sueldo y autoridades locales que en nombre de la minería informal cubren a los ilegales.
En resumen, tienen relato, logística, dinero, autoridades, medios, política, organizaciones. El relato evidentemente también tiene grietas, pero es un relato al fin que obedece más al mito que al logos. ¿Qué minero de “pico y pala” podría pagar en promedio US$800 dólares el metro de un socavón que podría medir 4 o 5 kilómetros? Multiplique usted.
Volviendo al Marañón. Miren de nuevo el mapa y ante sus ojos verán la gran “serpiente del oro” como le decía Ciro Alegría.
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