Incertidumbre y curiosidad | Roberto Lerner

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Incertidumbre y curiosidad | Roberto Lerner

¿Qué hacer cuando el mapa ya no guía? Muchos jóvenes se gradúan con más preguntas que respuestas. ¿Modificar su formación, adquirir nuevas habilidades, cambiar de rumbo? En un mundo en constante cambio, la brújula parece perder su norte. La inteligencia artificial avanza, los mercados laborales evolucionan, las incertidumbres se multiplican. ¿”Plan de vida”, “línea de carrera”? Más bien una serie de ensayos y errores, con LinkedIn como guía profesional.

Ante esta incertidumbre estructural, la curiosidad surge como respuesta contraintuitiva. Lejos de ser un capricho, es una habilidad esencial para adaptarse al nuevo entorno. Al activarse, libera dopamina, estimula la memoria y el aprendizaje, y aumenta la neuroplasticidad, permitiendo al cerebro reconfigurarse.

La curiosidad actúa como un superpoder evolutivo, ayudándonos a explorar lo desconocido sin caer en el pánico. Mientras el miedo activa la amígdala y desconecta la corteza prefrontal, la curiosidad permite que esta última retome el control. Así, se establece un equilibrio entre lo emocional y lo racional, convirtiendo las amenazas en oportunidades de reinvención.

Es importante recordar que la curiosidad tiene límites. El estrés, la precariedad y el miedo pueden apagarla. Por ello, es necesario crear espacios de reflexión, tolerancia a la ambigüedad, y fomentar prácticas educativas basadas en la curiosidad.

En un mundo sin certezas, aprender a ser curioso se convierte en un regalo invaluable. La plasticidad y la curiosidad van de la mano, permitiendo adaptarse a los desafíos del entorno cambiante.

“¿Qué pasaría si en vez de resistirme, me dejara asombrar?” En un mundo lleno de incertidumbre, la curiosidad se presenta como la clave para enfrentar los desafíos y encontrar nuevas oportunidades de crecimiento.

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