El sueño no cumplido del Papa León XIV para Perú [VIDEO]

Los mercaderes habían tomado el templo. Ya no era un lugar sagrado. Ahora se había convertido en un recinto de comercio alrededor de la sagrada imagen. Todo estaba en venta, pero el 23 de julio de 2018 el obispo Robert Prevost se enfrentó a los usurpadores para recuperar el lugar sagrado en donde hace 376 años ocurrió el único milagro eucarístico del Perú.

A 20 minutos de la ciudad de Chiclayo, se encuentra el sueño aún frustrado del papa León XIV. En ciudad Eten, el 2 de junio y el 22 de julio de 1649 se recuerda la doble aparición del Niño Jesús en una hostia consagrada.

Dicho milagro fue de mucho interés para el entonces obispo de Chiclayo Roberto Prevost, y le importó tanto que incluso terminó en medio —como muestran unas imágenes que revela hoy Perú21— de un reclamo airado de falsos sacerdotes por el control del recinto sagrado.

Este diario caminó esta semana por tierra santa. Se van a cumplir 376 años del único milagro eucarístico ocurrido en el país, pero esta vez para Eten será distinto. Su principal impulsor, para que se le reconozca formalmente por el Vaticano como un milagro, ahora lidera la sagrada institución. Así la ilusión de sus feligreses crece. Es una lucha de décadas.

Un milagro eucarístico es un evento extraordinario relacionado con la consagración del pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo durante la misa, que no puede explicarse por causas naturales y que la Iglesia considera como una manifestación directa de Dios.

“Cuando se oficiaba acá, el 2 de junio (1649), una misa víspera del Corpus Christi, en nuestra iglesia matriz, que ahora está enterrada y ubicada cerca a la playa, apareció el Niño Jesús en la hostia consagrada. Un niño pequeño de cabello rubio ensortijado con una capita morada. Toda la gente estaba emocionada. Este milagro se repite ante la vista de cuatro predicadores el 22 de julio de 1649, cuando se celebraba la misa en honor a nuestra patrona, María Magdalena”, relata Jesús León Ángeles, actual coordinadora del grupo Milagro Eucarístico Perú 1649, y quien nos recibió esta semana en la parroquia principal de Eten, Santa María Magdalena.

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Años después, en 1773, un pescador lambayecano, Manuel del Castillo, estaba en el mar cuando de pronto ocurrió una tormenta. “Él invocó a este milagro, a este niño, y le dijo que, si el velero no naufragaba, le construiría una capilla”, recuerda León. Y fue así como, en 1778, del Castillo entregó a Eten una capilla cerca al mar y muy cerca a la iglesia matriz testigo de los hechos más de cien años antes.

El lugar donde ocurrió el milagro hoy está bajo tierra por los oficios de la naturaleza. Actualmente, allí se levanta una capilla que también visitamos, pero que fue hace unos años escenario de un enfrentamiento público entre el entonces obispo Robert Prevost y unos falsos sacerdotes que se habían adueñado del lugar con fines comerciales.

QUERIDO. Un panel de madera se luce al ingreso de la parroquia María Magdalena en ciudad Eten. En este lugar, el obispo Prevost realizaba misas y recordaba la importancia de que más personas conozcan al Divino Niño del Milagro.

 

RECUPERANDO EL TEMPLO

“Vengo a esta capilla y me cierran la puerta. Los supuestamente sacerdotes que sepan que sin autorización del obispo no hay misa católica. No se dejen engañar ustedes”, dijo Robert Prevost en voz alta la mañana del 23 de julio de 2018 a algunos pobladores en el lugar de las dos apariciones del Divino Niño del Milagro.

“¿Cuándo ha venido usted antes?”, replicó uno de los defensores de los falsos sacerdotes.

“Hermanos, hermanas, es mi deber como obispo de la diócesis preocuparme del culto católico. A mí me han entregado fotografías de supuestos sacerdotes. Ustedes han hecho publicar a La Industria (un diario en Chiclayo) falsas noticias”, sentenció el obispo Prevost.

El episodio quedó registrado en un parte policial y en un video inédito, pues los defensores de los comerciantes y falsos curas echaron del lugar al ahora papa León XIV.

Este lamentable hecho no fue impedimento para que Prevost continúe impulsando ante el Vaticano el reconocimiento oficial del milagro. Ayer, en el diario El Peruano, se publicó la ley que “declara de interés nacional el reconocimiento como ciudad eucarística a Eten, ubicada en el distrito de Ciudad Eten de la provincia de Chiclayo, del departamento de Lambayeque, en el marco del Decreto Ley 23211, que aprueba el ‘Acuerdo entre la Santa Sede y la República del Perú’”. Con esto, se espera que también se inicie la construcción del santuario del Divino Niño del Milagro sobre un terreno de más de 10 hectáreas, que el entonces obispo gestionó para que sea un centro de peregrinación y de fe.

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El papa León XIV con la imagen del Divino Niño del Milagro.

Si se logra este reconocimiento, no solo Eten, sino Chiclayo y toda la región Lambayeque —con su seco de cabrito y frito— serán un destino clave para el turismo religioso que al año traslada a millones de personas de todo el mundo.

 

La capilla favorita de Robert Prevost en Piura

En 1985, este lugar, que se conoce como la puerta del Alto Piura, fue el primero en albergar los servicios eclesiásticos del norteamericano Robert Prevost, o más conocido en Chulucanas como el padre Roberto. Se ha comentado mucho de la obra que León XIV dejó en el norte del país, pero se sabe muy poco de sus preferencias eclesiásticas y pastorales.

A 15 minutos de Chulucanas, por una pista a medio asfaltar, se encuentra el caserío de Yapatera y su templo Santa Rosa.

Al padre Roberto no le gustaba quedarse en su parroquia. Su esencia, originaria en la Orden de San Agustín, siempre estuvo al lado de los que más lo necesitaban. Iba hacia ellos, era un sacerdote peregrino. “El carisma agustiniano es la comunión, el servicio a la Iglesia, ir más allá, el pueblo de Dios no va a venir. Roberto nos mandaba casa por casa para crear las zonas”, dice Fidel Alvarado, vicario de la diócesis de Chulucanas y párroco del templo de San Agustín en La Matanza, con quien conversamos esta semana.

Entonces, el padre Roberto iba a los lugares donde realmente lo necesitaban. En 1985 no se quedó en la ciudad de Chulucanas. A 15 minutos, por una pista a medio asfaltar, se encuentra el caserío de Yapatera y su templo Santa Rosa. Héctor Camacho fue monaguillo allí al lado del padre Roberto, quien años después se convertiría en su compadre. “Formábamos el grupo de monaguillos. Nos mantenía ocupados, nos daba una educación extra, nos inculcaba el amor a Cristo”, recuerda Camacho.

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Yapatera es una comunidad de afrodescendientes. La pobreza es evidente, pero pese a ello la alegría de su gente y sobre todo su fe hacen de este pueblo el perfecto para recordar que Dios vive aquí, donde más lo necesitan. “Al salir, lo esperaban al padre Roberto y, como suele ser acá, preparaban almuerzo, cabrito, pepián. El padre sí comía bien, y le daban su chicha (de jora) y tomaba el padre Roberto”, dice el exmonaguillo.

Otro pueblo, a 20 minutos de Chulucanas, es La Matanza. Allí se levanta un templo que Prevost ayudó a construir. Perú21 llegó cuando se oficiaba la misa de las cuatro de la tarde el último martes. Una hora inusual para la misa, pero acostumbrada en el pueblo. Sin embargo, sus treinta grados de temperatura no son impedimento para que su comunidad se encuentre con la fe. El párroco Fidel Alvarado recuerda, durante la liturgia, que Robert Prevost también caminó por aquí y dejó huella.

Frente a El Señor Cautivo de Ayabaca, el padre Alvarado cuenta de la admiración de Prevost por esta imagen tan venerada en el norte del Perú. “Roberto nos animaba a ir a las procesiones de estas devociones para crecer en el amor a Dios y el amor al prójimo. Esta religiosidad popular ha sido animada y cultivada”, dice el padre Alvarado. “Roberto era mucho de la religiosidad popular, amaba estos signos de Dios en su pueblo. Él ha ido al santuario de Ayabaca. El Señor Cautivo es la fiesta más grande del norte”, refiere el párroco de La Matanza.

Antes de dejar Chulucanas, el padre Fidel Alvarado, muy contento, comentó que el alcalde lo había llamado para comenzar a diseñar una ruta turística con los lugares favoritos y santos que León XIV recorrió en la puerta del Alto Piura. 

 

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