Por primera vez en la historia de la Iglesia católica, se ha designado a alguien familiarizado con el sabor de la Inka Kola como representante de Dios en la Tierra. Esta singularidad ha causado un gran impacto en el Perú, país donde el sabor nacional nos acompaña como la neblina a Lima.
La vida pasada en el Perú del líder espiritual supremo del catolicismo será motivo de celebración, al menos hasta que regrese al país y refresque nuestro vínculo con la divinidad a través de lo que en Roma se conoce como el “peruviani vitam cotidianam”.
Es significativo que, en medio de una tormenta política en los años ochenta, un nativo de Chicago haya decidido pasar por el suplicio de tramitar su DNI en Chiclayo, ciudad conocida por su hospitalidad y su deliciosa gastronomía. La fusión culinaria peruana es un dogma de fe que se refleja incluso en lugares como el chifa pollería Bruce Lee.
El término “pontífice” proviene del latín “pontifex”, que significa “constructor de puentes”. El papa es visto como alguien que construye una vía de comunicación entre el cielo y la tierra. Para un creyente, el papa espiritualmente peruano se convierte en un puente con lo divino.
El Congreso ha permitido a Boluarte viajar al Vaticano, lo cual no solo le proporciona un alivio a su desencuentro con la opinión pública, sino que también atiende una cuestión espiritual urgente. El nombre elegido por el papa peruano, León XIV, nos recuerda la historia del papa León XIII, quien enfrentó al diablo con una plegaria especial.
El protocolo católico del exorcismo sigue siendo una herramienta espiritual para casos de posesión diabólica. En este contexto, la posibilidad de exorcizar a Boluarte se plantea como una opción para liberar su alma de las tentaciones y pecados que la acechan.
La aventura de realizar un exorcismo implica riesgos, como que no funcione si la posesión es en realidad un problema emocional. Además, existe el riesgo de que Boluarte decida no regresar del Vaticano, ya que el Estado puede ofrecer asilo político.