Rabat. En un contexto global marcado por el cambio climático y la creciente escasez de recursos naturales, Marruecos destaca por su estrategia proactiva y estructurada en la gestión del agua. En el centro de esta dinámica se encuentra el Rey Mohammed VI, convertido en el verdadero protector de la soberanía hídrica, que se ha convertido en una prioridad estratégica.
Visionario, decidido y profundamente comprometido con el bienestar de sus ciudadanos, el Rey ha impulsado, desde su acceso al trono, una política del agua basada en la anticipación, la equidad territorial y el desarrollo sostenible.
Como muchos países del mundo, Marruecos se enfrenta a una crisis de agua de una magnitud sin precedentes. Las sequías sucesivas, la disminución alarmante de las reservas de agua dulce, la presión demográfica y las crecientes necesidades agrícolas exigen una respuesta contundente que esté a la altura de los desafíos.
Bajo el liderazgo directo del Rey Mohammed VI, el Reino se niega a sufrir las consecuencias de estos desafíos. Optó por una acción reflexiva y a largo plazo.
Frente a esta amenaza existencial, Marruecos está desplegando una estrategia resiliente y proactiva que rompe con la lógica de la dependencia de las lluvias para anclarse en un enfoque integrado de la seguridad hídrica.
Desde 1999, el Reino ha experimentado una profunda transformación de su infraestructura hidráulica. En un cuarto de siglo se han construido o están en construcción 42 nuevas presas, con una capacidad combinada de almacenamiento de más de 6745 millones de m3. Una cifra impresionante, que supera ampliamente la capacidad de las presas construidas desde la independencia.
Y esto es sólo el principio: en la ley de finanzas de 2025 ya están previstas tres nuevas presas, con una capacidad adicional de 1024 millones de m3.
El objetivo declarado es claro: alcanzar una capacidad de almacenamiento de 27300 millones de m³ en 2027, situando así a Marruecos entre los líderes africanos en términos de capacidad hidráulica.
Pero más allá de estos datos cuantitativos, es la calidad de esta política lo que destaca. Las presas no son simples obras de ingeniería: encarnan una promesa de vida, estabilidad y equidad territorial. Gracias a ellos, el agua se convierte en un vector de desarrollo, cohesión social e inclusión.
Los recursos destinados a su construcción son una inversión masiva para garantizar un derecho fundamental.
Esta ambición está respaldada por el Programa Nacional de Abastecimiento de Agua Potable y de Irrigación (2020-2027), cuyo presupuesto ha sido aumentado, por Altas Instrucciones Reales, de 115 a 150 mil millones de dírhams.
Una decisión que refleja la firme voluntad de garantizar a todos los ciudadanos un acceso equitativo y sostenible al agua, incluso en las zonas rurales más remotas. Lejos de ser un proyecto exclusivamente técnico, esta política nacional se inscribe en un enfoque humanista, donde el agua es percibida como un derecho fundamental y una palanca de justicia social.
La visión del Soberano va más allá de la mera construcción de represas; Se basa en una diversificación de recursos, integrando soluciones no convencionales como la desalación de agua de mar, la reutilización de aguas residuales y la optimización de las redes hidráulicas existentes.
En este sentido, Marruecos ha visto surgir plantas de desalinización de última generación, especialmente en Agadir, El Aaiún, Dajla y próximamente Casablanca, que albergará la planta más grande de África. En 2027, la capacidad total de desalinización alcanzará los 560 millones de m³ al año, complementada con una capacidad de tratamiento de aguas residuales de alrededor de 50 millones de m³.
A ello se suma el ambicioso proyecto de transferencia entre cuencas, que une Sebou, Bouregreg y Oum Er-Rbia en 67 km, con un volumen transferible anual comprendido entre 350 y 470 millones de m³.
Los resultados de esta política proactiva se extienden más allá de las fronteras del pais. Marruecos es elogiado hoy por su gobernanza ejemplar del agua y su papel activo en la diplomacia climática.
Al promover la solidaridad africana en materia de agua, el Rey Mohammed VI posiciona a su pais como un actor importante en el continente en términos de innovación y resiliencia ambiental.
En un momento en el que muchos países aún se debaten a tientas ante la emergencia climática, Marruecos, bajo el liderazgo de SM el Rey, está trazando un camino claro : el de una soberanía hídrica concebida a largo plazo, centrada en las personas e impulsada por una visión ilustrada. Una estrategia que haga del agua no un tema de crisis, sino una palanca de transformación nacional.