Daniela Darcourt Ha sufrido, ha caído, pero sigue avanzando Siempre.

No busques que encaje en un molde. No pretendas que le guste a todo el mundo. Ella romperá las reglas. Porque tiene las suyas.

Daniela Darcourt no olvida su infancia en La Victoria. Recuerda nítidamente que, a los ocho años, cantando, se ganó los primeros diez soles de su vida… y los gastó en una salchipapa.

Hoy tiene claras sus metas y atesora el sueño de ser mamá. 

Está enamorada y no lo oculta. Por eso, se siente agradecida de “poder compartir la vida con un compañero que es un ser humano impresionante”. Se refiere a Waldir Felipa, su pareja. 

Y rescata: “Amor desde el respeto, desde el compromiso, desde la complicidad. Eso es algo que agradezco mucho, porque me permite seguir creciendo”. 

La escritora, periodista y DJ acaba de publicar ‘Se busca un final feliz’ (Editorial Planeta), un relato íntimo, amable, duro y sanador. Un ejercicio de honestidad sin morbo.

Sin poses, amable, tomando un café, con una sonrisa sincera. Así se presenta Daniela Darcourt, en la cúspide de su carrera a los 29 años. SOY no es solo el título de su más reciente disco: es una afirmación poderosa de lo que es.

Hay una generación entera de niñas que te ve como un referente. ¿Qué mensaje les darías?

Lo primero que les diría es que no se rindan. Si quieren dedicarse al arte, especialmente a la música, les digo que es difícil, pero no imposible. Todos los caminos requieren sacrificios, y el mío no ha sido la excepción. Como decía mi abuelo: “Si uno empieza algo, lo termina, y lo empieza bien, lo acaba bien”. Van a haber obstáculos, momentos de querer tirar la toalla… Yo misma los he vivido y tal vez los seguiré viviendo. Pero si el sueño viene del corazón, vale la pena defenderlo.

Tú has dicho que el arte te salvó. ¿De qué te salvó?

De no estar en este mundo, literalmente. Suena fuerte, pero es así. Cuando tenía 16 o 17 años, estaba atravesando una etapa muy difícil emocionalmente. Cargaba sobre los hombros responsabilidades que no le corresponden a una adolescente. No solo era el peso de lo que vivía en casa o en el barrio, sino también una exigencia interna de tener que rendir, de demostrar, de no fallar. A esa edad muchas personas todavía están buscando quiénes son. Yo, además, ya estaba trabajando, tratando de convertirme en alguien. Fue entonces cuando el arte apareció como una tabla de salvación. Me refugió. Me sostuvo. Me dio un lenguaje propio. Decidí que quería dedicarme a esto, que la música no solo era mi pasión, sino mi camino para sobrevivir. Y desde ese momento comencé una construcción constante: edificar mi carácter, moldear mi voz, comprender mi propósito. El arte me obligó a mirar hacia adentro, a preguntarme quién era y qué quería decirle al mundo.

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¿Todo desde muy chiquita?

Sí. Empecé a tener claro qué tipo de artista quería ser, qué tipo de mensaje quería dejar con mis canciones, a qué público quería llegar y de qué manera conectar con él. Hoy todo está lleno de estrategias de marketing, filtros y fórmulas para vender. Yo respeto eso, pero opté por mostrarme vulnerable. Con todo lo que soy: mis errores, mis defectos, mis dolores y también mis luces. 

 

“Agradezco las críticas constructivas, pero no vivo pendiente de si gusto o no. No soy moneda de oro. No vine a encajar en moldes ajenos ni a pedir permiso para ser quien soy. Prefiero ser auténtica y libre, aunque eso incomode a algunos”.

 

Creciste en La Victoria, un barrio que, como muchos, ofrece caminos distintos. ¿Cómo influyó eso en ti?

La Victoria me enseñó a ser quien soy. Es un barrio que te da todo: lo bueno, lo difícil, lo intenso. A veces dicen que uno elige entre el camino correcto y el incorrecto, pero no creo que sea tan simple. Yo no tomé una decisión tajante un día cualquiera; fue un proceso, una toma de conciencia que ocurrió con los años, a medida que fui entendiendo qué quería para mi vida. Lo que sí tuve, desde siempre, fue una familia increíble. Mi mamá, mi abuela, mi abuelo, incluso mi papá, con sus errores, fueron mi columna vertebral. Me criaron con valores, con principios. Pero en el barrio, aunque tengas la mejor crianza, estás expuesta a todo. Y yo vi muchas cosas. Vi personas con talento perderse por falta de oportunidades, por falta de contención. Yo también pude haber tomado un camino oscuro, y por eso nunca me pongo en un pedestal. No es que “elegí el bien” y ya. Simplemente, el arte me jaló con fuerza. La música me dio un motivo para levantarme todos los días y soñar en grande. Y el barrio, con todo lo que implicó, me dio carácter, me dio calle, me dio lenguaje. 

¿Y regresas al barrio?

No reniego de mi origen, al contrario, lo grito. La Victoria no es solo Gamarra. Es gente trabajadora, es historia viva, es cultura popular. A veces la estigmatizan, pero yo la defiendo, porque soy producto de ella. Yo salí de ahí. Viví justo frente al emporio comercial más grande del país, y hoy esa misma calle es parte de mí, de mi memoria y de mi discurso. Y claro que vuelvo. No me he desconectado. Compro mi jugo en 28 de Julio, paso por mis calles, saludo a la gente. Cada vez que tengo un micrófono enfrente, lo digo: soy de La Victoria y me siento orgullosa. Y espero que el día en que me vean en escenarios internacionales puedan decir: “Esa fue mi vecina. Esa es causa. Esa salió del barrio y lo puso en alto”.

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¿Cuál es tu sueño hoy?

Tengo varios. En lo personal, terminar de afianzar mi hogar, de ser mamá…recorrer el mundo con mi pareja. En lo profesional, quiero que mi historia motive, que mi música se escuche en todo el mundo, que inspire a otros a no rendirse. Y también ayudar a otros talentos. 

EL SUEÑO DE SER MAMÁ DE DANIELA

Daniela Darcourt y Waldir Felipa, su pareja. Foto: Javier Zapata.

¿Te gustaría ser mamá pronto?

Es un sueño que tengo desde los 16. Siempre he querido ser mamá. Pero claro, con el paso del tiempo uno empieza a entender lo que realmente implica traer una vida al mundo. Ya no lo veo desde la ilusión romántica, sino desde la realidad y la responsabilidad. Hoy lo digo con mucha más conciencia: no sé cuándo será, pero sé que cuando suceda, va a ser en el momento justo. Y cuando eso pase, me van a perder. Porque si de por sí ya soy una leona, ese día me convertiré en una hiena. Protegeré mi espacio, a mi familia, a mi hijo o hija, con todo lo que soy. No permitiré que nadie cruce esa línea.  eso incomode a algunos. La maternidad no es un escape ni una meta social. Es un acto de amor profundo y de entrega total. No quiero ser madre para cumplir una expectativa, quiero serlo porque tengo amor para dar y será muy especial. 

 

“Mi abuelo decía que hay gente a la que le vas a gustar y gente a la que no. Y está bien. Yo no quiero estar en el bolsillo de todo el mundo. Quiero estar en el corazón de quienes realmente conectan conmigo”.

“ESTÁN MATANDO GENTE EN LA CALLE”
 

El país enfrenta una ola de violencia y extorsiones, incluso hacia artistas.

Es impresionante la manera en cómo nos hemos visto afectados, no solamente nosotros como músicos. Los que venden desayuno en la esquina, los que tienen un puestito de pollito broaster, las personas que son emprendedores en Gamarra, que tienen que cuidar su metro cuadrado porque les dicen que si no hacen eso pues les van a meter una bomba, una pistola, una bala, lo que sea. Están matando gente en la calle. Las dejan ahí tiradas como si fueran un paquete de basura. Yo siento que hay que dejar de enfocarse en nosotros como artistas que sí, claro, lo estamos viviendo y que estamos siendo afectados por el tema del trabajo y de la cantidad de horas y espacios que tenemos para regalar nuestra música. Ya esto cruzó una frontera interminable. Confío en Dios em que algo bueno va a suceder para que esto se termine y haya sanciones. 

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¿Te ha golpeado el machismo?

Mucho. Varias veces me dijeron que no podía hacer algo solo por ser mujer. Nunca hubo una razón real. Siempre me rebelé ante eso. Y quienes intentaron frenarme en esta industria, hoy saben que no pueden conmigo. No por poder ni dinero, sino por convicción. Soy una mujer fuerte. Se puede romper el mundo y voy a salir de allí. He sufrido, he caído, pero sigo avanzando. Siempre. 

¿Tienes disco nuevo?

Sí. SOY es mi quinto álbum inédito. Desde 2019 no hago covers. Valoro mucho los covers que a mí me dieron popularidad y me regalaron una posición. Jamás voy a soltarlos. Tengo historias con ellos. Y creo que hoy por hoy también ver cómo esas versiones de esos covers que hice en su momento los están replicando de a pocos me da alegría. He visto gente en Colombia, en Venezuela, en Bolivia, en Argentina, Chile, que hacen digitales y tienen mis versiones ahí. Intentan cantarlas como yo y eso me parece increíble. De vez en cuando las comparto. Bailan mis canciones y mis versiones en el mundo entero. He visto gente de Suiza, de Canadá, haciendo temas de zumba, coreografías de salsa y tropical. Y creo que eso es lo que hay que aplaudir.

 

¿Eres feliz? 

Hoy te puedo decir que soy feliz porque lo tengo todo; mañana no sé si voy a tener todo, pero sé que soy feliz igual. Cuando hablamos de “todo”, ¿de qué estamos hablando? Salud principalmente, una fe bien afianzada y pegada en mi corazón. Sé que Dios me acompaña.

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