Regresan los gallinazos con plumas, los locos y los muertos. Vuelve el collage, el kitch, los contrastes sociales, los personajes del pasado en el presente, la estética del abandono y la violenta belleza de Lima. "Los cuadros siguen vigentes", comenta Enrique Polanco (Lima, 1953). "El país no ha progresado; mi pintura me da la razón", reflexiona. Y ahí están Barrios Altos, los músicos, los borrachos, los maniquís y los edificios en ruinas para probarlo.
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Sin embargo, algunos cuadros son nuevos para el público. Aparecen escenas urbanas de los últimos años: el incendio del Giacoletti, la pandemia, la minería ilegal. Algo ha cambiado, quizá para que todo siga igual. La ingobernabilidad, la gentrificación, la delincuencia. "Hemos cambiado a peor", matiza el pintor. "El Perú es un pozo sin fondo: cada día hay algo peor", afirma, convencido de que "la violencia ya no es como en los 80". Ya no es ideológica. "Ahora te matan por un celular".
GALERÍA. Como hace 20 años, el artista reúne sus obras más emblemáticas, ahora en el Icpna de Miraflores.
LA VIOLENCIA DEL TIEMPO
De joven, hasta los matones de Barrios Altos respetaban a los pintores. Para Polanco, esa ciudad se arruinó con la pasta básica. La violencia ya no es la misma, ni siquiera los criminales. Y quizá por eso, ahora sus cuadros evocan una Lima ochentera sórdida pero añorada: caótica pero vibrante, violenta pero idealista, decadente pero elegante. Las putas pintadas frente a la casona El Buque, que ya no existe, despiertan una nostalgia por lo no vivido—la peor clase de nostalgia.
Hoy domina la violencia sin sentido, la miseria invisible, la corrupción descarada. Mientras cubren el aeropuerto con murales, Polanco insiste: la gente prefiere ignorar la miseria, aunque esté en todas partes.
Y si la violencia degeneró, el arte también. "Las galerías casi desaparecieron; los curadores mandan", explica. "Las decoradoras eligen obras que combinen con su sillón. Una desgracia". Él prefiere mantenerse al margen, recluido en su taller. "La vida nocturna ya no me interesa; todo se repite".
Todos sus elementos regresan: lo kitsch, el collage, el cómic, el expresionismo, el surrealismo.
HARTO ARTE
Solo el arte perdura. Quedarán las lecciones de Bellas Artes, las vidas de Humareda, Adán, Rose, Cisneros. Los guiños a Liébana, Troncoso, Pajuelo. Sobrevivirán los locos del Larco Herrera, los mendigos del Rímac, las putas del "Cóndor". El olvido lo borrará todo, menos esto.
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