Una nueva confrontación protagonizó la presidenta de Perú, Dina Boluarte, y su homólogo Gustavo Petro, exguerrillero del grupo terrorista M-19, durante la toma de posesión de Daniel Noboa como nuevo mandatario de Ecuador.
La mandataria evitó estrecharle la mano a Petro en la ceremonia celebrada en Quito, lo que exacerbó las tensiones diplomáticas entre ambos países. Estas se agrabaron cuando el líder colombiano defendió al ex presidente Pedro Castillo, acusando incluso al gobierno de Boluarte de violar sus derechos humanos. Actualmente, Castillo está recluido en la DIRCOES.
Petro llegó a afirmar que promovería la liberación de Castillo, una clara injerencia en los asuntos internos del Perú. Las cámaras de RTS captaron el instante en que Boluarte ignoró el saludo de su par, generando reacciones inmediatas en medios y redes sociales.
Ambos fueron los únicos representantes latinoamericanos en el evento, al que acudieron delegaciones de 74 países y 19 organismos internacionales, según la Cancillería ecuatoriana.
La tirantez entre Boluarte y Petro no es nueva. En los últimos dos años, sus diferencias políticas y declaraciones han dañado gravemente las relaciones bilaterales. Petro ha criticado con dureza la gestión de Boluarte, especialmente por las protestas de 2022-2023, mientras ella lo acusa de intromisión.
El Congreso peruano llegó a declarar a Petro persona non grata, y la crisis incluso llevó al cierre temporal de embajadas, reabiertas recién en 2025.
A pesar de estos roces, Boluarte solicitó permiso al Legislativo para asistir a la investidura de Noboa. El viaje fue aprobado el 21 de mayo con 57 votos, argumentando la necesidad de fortalecer vínculos con Ecuador y la integración regional.
El gesto de Boluarte hacia Petro reaviva el debate sobre el estado actual de las relaciones entre Perú y Colombia en un contexto diplomático ya de por sí delicado.