Tradicionalmente, los montañistas invierten semanas o hasta meses en un riguroso proceso de aclimatación a las alturas extremas antes de intentar subir el Monte Everest. Sin embargo, un grupo británico logró algo nunca visto al llegar a la cumbre en menos de una semana.
El secreto de su rápido ascenso fue el uso de gas xenón durante su entrenamiento en Europa. Este gas anestésico simuló los efectos de la baja oxigenación típica de grandes alturas, preparando sus cuerpos para las condiciones extremas de la montaña.
Los organizadores defendieron el xenón como el factor clave que permitió este ascenso récord. Aún así, la base científica de este método sigue siendo discutida y ha generado fuertes críticas en la comunidad alpinista.
Aunque esta expedición marcó un nuevo récord de velocidad en el Everest sin aclimatarse en el Himalaya, no es el ascenso más rápido de la historia. Ese honor aún lo tiene Lhakpa Gelu Sherpa, quien en 2003 escaló desde el campamento base hasta la cima en solo 10 horas y 56 minutos, aunque tras un período de aclimatación previa.
El equipo británico, apoyado por el xenón y acompañado por cinco sherpas y un cámara, alcanzó los 8.849 metros al amanecer del 21 de mayo, comenzando el descenso poco después.
“Empezaron el 16 por la tarde y coronaron la cima el 21 por la mañana, en un total de cuatro días y unas 18 horas”, explicó Lukas Furtenbach, organizador de la expedición, a la BBC.
Los cuatro exmilitares, incluido el ministro británico de veteranos Alastair Carns, siguieron un programa de aclimatación simulada de seis semanas en tiendas hipóxicas antes de viajar a Nepal. Este entrenamiento buscaba preparar sus cuerpos para la falta de oxígeno en altura.
Luego, volaron de Katmandú al campamento base y comenzaron el ascenso de inmediato, según Furtenbach. Usaron oxígeno suplementario, como muchos escaladores.
Lo normal es que los alpinistas pasen semanas subiendo y bajando entre campamentos para que sus organismos se adapten. Por encima de los 8.000 metros, en la “zona de la muerte”, el oxígeno disponible es solo un tercio del nivel del mar. Pero el equipo británico omitió este proceso.
“Hicieron tres meses de aclimatación simulada antes de venir a Nepal”, aclaró Furtenbach. Esto se logró en tiendas donde un generador reducía el oxígeno para imitar las condiciones de alta montaña.
Además, dos semanas antes de la expedición, inhalaron xenón en una clínica alemana, un procedimiento que, según Furtenbach, “protege contra el mal de altura”.
“No hay evidencia científica de que el xenón mejore el rendimiento en montaña, y su uso inadecuado puede ser peligroso”, declaró la Federación Internacional de Montañismo en enero.
LAS CRÍTICAS
Damber Parajuli, presidente de la Asociación de Operadores de Expediciones de Nepal, advirtió: “Aclimatarse en la montaña es la regla básica. Si no lo hacen, no deberían recibir certificados de ascenso”.
Pese a las críticas, el éxito británico podría cambiar el juego, inspirando a otros a adoptar este método.
“Una expedición más corta reduce la huella de carbono y el impacto ecológico”, argumentó Furtenbach. “Además, es más segura, ya que los escaladores están menos tiempo expuestos a los riesgos de la altitud”.
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