Por: Bruno de Ayala Bellido Precisiones históricas en torno a Israel y Palestina

Tres mil años antes de la fundación del Estado de Israel en 1948, existió el Reino de Judá, que, tras la conquista por parte del Imperio Romano, fue convertido en la provincia de Judea (nombre que significa “tierra de los judíos”). Se trata de una tierra milenaria, prometida por el Dios de Abraham a su pueblo, Israel: veintidós mil kilómetros cuadrados de historia, espiritualidad y conflicto. Esta tierra es sagrada para las tres grandes religiones monoteístas, pero también ha sido escenario de odios viscerales, envidias eternas y una disputa político-religiosa aparentemente sin fin.

Los judíos han estado vinculados a esta tierra desde tiempos de Moisés. Sus rivales bíblicos, los filisteos, llegaron desde el mar Egeo en el siglo XII a. C. y se establecieron en la zona que hoy conocemos como la Franja de Gaza. Fueron enemigos acérrimos del Reino de Judá durante el reinado del rey David. La presencia de los filisteos en la región desaparece hacia el siglo VI a. C., y su historia se disuelve. Sin embargo, siglos después, el vínculo con los filisteos sería recuperado convenientemente por ciertos sectores árabes para intentar establecer una conexión “histórica” entre los antiguos filisteos y los actuales palestinos (el término “filisteo” deriva de la palabra griega “Philistia”, origen etimológico de “Palestina”).

Tras la revuelta judía del año 70 d. C. y la posterior represión del emperador romano Adriano en el siglo II, se produjo una masacre y dispersión masiva del pueblo judío (la diáspora). Fue entonces cuando Roma cambió el nombre de la provincia de Judea a «Siria Palestina», como forma de borrar el vínculo judío con la tierra. Para el pueblo judío antiguo, el emperador Adriano representa una figura tan destructiva como lo fue Adolf Hitler en el siglo XX.

Muchos imperios han pasado por esta región —asirios, babilonios, helenísticos, romanos, bizantinos, mamelucos, cruzados, otomanos y británicos—, pero tres fueron especialmente determinantes en la configuración de la situación actual: el Imperio Romano, el Imperio Otomano y el Imperio Británico. Estos tres contribuyeron, de distintas maneras, a crear el caos político y territorial que ha dado pie al conflicto moderno, y a la aparición del concepto político-religioso llamado «Palestina», utilizado como bandera por algunos sectores del mundo árabe.

En 1946, durante las sesiones del Comité Angloamericano que analizaba la situación en el Mandato Británico de Palestina, el historiador árabe Philip Hitti afirmó: “No hay en la historia ninguna Palestina como entidad nacional”. Años más tarde, Zuhair Mohsen, jefe militar de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), declaró: “Los árabes somos un solo pueblo”, y agregó: “Es verdad, la existencia de una identidad palestina es solo por razones tácticas. La fundación de un Estado palestino es una nueva herramienta para continuar la lucha contra Israel y por la unidad árabe”.

Históricamente, los palestinos son árabes y no descienden de los filisteos. La conexión entre ambos es una construcción política diseñada para contrarrestar la fuerte evidencia del vínculo judío con la tierra. Muchas de las tierras hoy reclamadas por palestinos fueron adquiridas legalmente por judíos a finales del siglo XIX, compradas a terratenientes árabes a precios muy altos. Eran tierras áridas, transformadas luego en fértiles mediante esfuerzo y trabajo.

El Imperio Británico, al prometer simultáneamente la misma tierra tanto a judíos como a árabes, contribuyó al conflicto actual. Y la historia es testigo: en al menos cinco ocasiones durante los últimos 70 años, los líderes árabes han tenido la oportunidad de establecer un Estado palestino independiente. En todas ellas, optaron por rechazar los acuerdos y continuar con la violencia.

La narrativa puede ser distorsionada por sectores de prensa con sesgo antiisraeli, de ideología progresista y globalista, pero la historia —inscrita en hechos verificables— no se puede manipular. Está escrita en piedra.

(*) Analista Internacional

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