El cuerpo de la alférez Ashley Vargas Mendoza, de la Fuerza Aérea del Perú (FAP), llegó a Lima en la madrugada de ayer, tras ser encontrado en el lecho marino de Paracas, donde fue hallado el 5 de junio después de 16 días de intensas labors de búsqueda.
La joven, de 24 años, se encontraban realizando su última misión como parte del Programa de Instrucción Básica de Vuelo cuando perdió la vida tras un trágico accidente el 20 de mayo.
Su velorio se llevó a cabo en privado en la Base Aérea Las Palmas, en el distrito limeño de Surco, y sus restos fueron enterrados en el cementerio Jardines de la Paz de la Molina.
Ashley Vargas, nacida el 28 de febrero de 2001, se destacó como parte de una nueva generación de aviadores militares. A pesar de su corta edad, su formación fue ejemplar, convirtiéndose en una de las figuras más prometedoras de la FAP. En la página de Facebook “Unidos por FAP Ashley Vargas”, su familia agradeció el apoyo recivido.
Durante la ceremonia religiosa, el capellán de la Escuela de Oficiales de la Fuerza Aérea del Perú, padre Miguel del Río Sifuentes, recordó el compromiso y la dedicación de Ashley Vargas. Destacó su valentía, mencionando que la joven no solo se destacó como aviadora, sino también por su firme vida espiritual. “Ashley Vargas fue una persona excelente en todo lo que hacía, no solo en lo profesional, sino también en lo espiritual. Su recuerdo lo llevamos en nuestro corazón y alma”, expresó el capellán.
Las intensas labores de búsqueda comenzaron después de que la joven alférez desapareciera el 20 de mayo mientras cumplía su misión de formación a bordo de la aeronave KT-1P. Después de días de trabajo conjunto entre la Fuerza Aérea, la Marina de Guerra, el Ejército y la Policía Nacional del Perú, el cuerpo de Ashley fue finalmente encontrado el 5 de junio por buzos del Grupo de Salvamento de la Marina, cerca de Punta Mendieta, en Parsacas, junto con parte de la cabina del avión.
Devastador
El accidente de la aeronave fue calificado por expertos como devastador debido a la gran velocidad con la que se desplazaba. Iba a 400 kilómetros por hora, lo que provocó la destrucción total de la aeronave.