No hay peor defecto en una sociedad que el de ser desagradecida con quienes la libraron de su extinción. Corrían los años ochenta y el país se batía entre convertirse en una dictadura maoísta o una tiranía marxista leninista.
Millones de peruanos éramos víctimas de atentados terroristas que dejaban miles de muertos en su camino; la clase política corrupta y totalmente deslegitimada demostraba su ineptitud sin poder hacer nada frente a estas organizaciones terroristas.
Los únicos que, incluso ofrendando sus vidas, con sueldos paupérrimos y mal equipados, combatieron a estos delincuentes, fueron los miembros de nuestras fuerzas armadas.
Ellos lograron salvarnos de estos miserables, evitando que terminemos en un sistema de esclavitud social al estilo camboyano. Todo el país se desangró; las víctimas llegaron a ser 243877 civiles, 1193 policías y 1488 miembros de las fuerzas armadas.
El Perú era un país ingobernable, visto como una república bananera por el mundo; las bancas multilaterales nos pedían pagar nuestros créditos de inmediato, sin darnos posibilidad de refinanciarlos o nuevas líneas.
Hoy, pasadas las épocas de terror y habiéndonos olvidado de todo lo que hicieron por nosotros nuestros soldados y policías, hemos permitido que sean perseguidos y sentenciados por un grupo de estos criminales, que financiados por organizaciones no gubernamentales, los vienen acosando judicialmente a ellos y a sus familias.
Por eso es imprescindible que despertemos de nuestra inacción apoyando iniciativas que respalden a nuestros militares.
El Congreso de la República, aprobó hace unos días un dictamen que permitirá amnistiar a militares, policías y miembros de comités de autodefensa que lucharon para devolverle la paz a nuestra patria. Esta excelente iniciativa, que fue aprobada en la comisión de constitución, presidida por el congresista Rospigliosi, debió contar con el respaldo unánime de sus miembros; lamentablemente, solo tuvo quince votos a favor, seis en contra y tres abstenciones.
Todos los peruanos debemos estar atentos a que este proyecto vea la luz y podamos dejar descansar a esos más de mil exmilitares adultos mayores que arriesgaron sus vidas para construir la sociedad de libertades de la que hoy gozamos. El mensaje para los padres de la patria que votaron en contra debe ser fuerte y claro, aquí nadie pide “perdón ni olvido”, sino justicia y agradecimiento para esos héroes vivientes que salvaron al Perú.