La lepra, una enfermedad milenaria aún presente en el siglo XXI

Un hombre adulto, residente del distrito Veintiséis de Octubre, ha sido diagnosticado con lepra, convirtiéndose en el primer caso confirmado de esta enfermedad en la región Piura durante 2025. El hallazgo fue reportado por el área de Infectología del Hospital Cayetano Heredia, ubicado en el distrito de Castilla, donde se realizó el diagnóstico clínico.

Según el comunicado oficial del centro de salud, el paciente no ha requerido hospitalización, por lo que continúa su tratamiento de forma ambulatoria desde su domicilio, bajo el protocolo establecido por el Ministerio de Salud (Minsa). El caso fue también derivado al Hospital Santa Rosa, donde se realiza el monitoreo y control constante del paciente.

El paciente, un hombre adulto, recibe tratamiento ambulatorio y está bajo monitoreo médico.

Aunque muchos la asocian con relatos bíblicos y tiempos remotos, la lepra —conocida también como enfermedad de Hansen— sigue siendo una enfermedad vigente en varias partes del mundo. Se trata de una infección crónica causada por la Mycobacterium leprae, una bacteria que afecta principalmente la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos. A pesar de los avances científicos, la lepra aún carga con un fuerte estigma social, derivado más del desconociemiento que de su verdadera peligrosidad.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada año se diagnostican entre 200,000 y 250,000 nuevos casos en todo el mundo, siendo India, Brasil e Indonesia los países con mayor prevalencia. En América Latina, la lepra sigue siendo endémica en ciertas regiones rurales, aunque su incidencia ha disminuido notablemente desde la implementación de tratamientos antibióticos eficaces. Lamentablemente, es una enfermedad tropical desatendida que sigue presente en más de 120 países.

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TRASMISIÓN Y SÍNTOMAS

La transmisión de la lepra ocurre principalmente a través de gotículas expulsadas por la nariz o la boca de personas infectadas, especialmente durante contactos estrechos y prolongados. Sin embargo, a diferencia de otras enfermedades infecciosas, la lepra no es altamente contagiosa. Se estima que más del 95% de las personas tienen una inmunidad natural que les permite resistir la infección. También se ha investigado su posible transmisión zoonótica, particularmente en el sur de Estados Unidos, donde se ha encontrado la bacteria en armadillos (Dasypus novemcinctus).

Los síntomas de la lepra varían dependiendo del tipo y grado de infección, pero suelen incluir manchas claras u oscuras en la piel con pérdida de sensibilidad, engrosamiento de nervios periféricos, debilidad muscular, pérdida de vello en zonas afectadas, y en casos avanzados, deformidades físicas. El largo período de incubación —que puede extenderse hasta cinco años o más— y la evolución lenta de la enfermedad pueden dificultar un diagnóstico precoz.

El diagnóstico de la lepra suele ser clínico, basado en la observación de síntomas característicos y pruebas de sensibilidad cutánea, aunque puede confirmarse mediante biopsias o pruebas moleculares como la reacción en cadena de la polimerasa (PCR). La detección temprana es crucial para evitar daños permanentes en nervios y tejidos.

TRATAMIENTOS

Desde los años 80, la OMS recomienda un tratamiento basado en la terapia multimedicamentosa (TMM), que combina tres antibióticos: rifampicina, clofazimina y dapsona. Este tratamiento es gratuito y ha sido altamente efectivo, logrando la curación completa de millones de pacientes en todo el mundo. La duración del tratamiento varía según la forma de lepra: de 6 meses en casos paucibacilares (menos bacterias) hasta 12 meses o más en formas multibacilares.

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“Está comprobado que la detección de los casos y la politerapia no bastan para interrumpir la transmisión. La OMS recomienda el rastreo de los contactos domésticos, vecinales y sociales, acompañado de la administración de una dosis única de rifampicina como profilaxis posterior a la exposición”, se lee en el informe de la OMS.

“La politerapia mata al patógeno y cura al paciente. El hecho de diagnosticar y tratar la enfermedad con prontitud puede ayudar a prevenir discapacidades”, agrega la institución.

La lepra, pese a su carga histórica y social, es una enfermedad curable. Las campañas de concientización buscan eliminar el estigma, informar sobre su baja transmisibilidad y fomentar la detección precoz. Como afirmó el doctor Erwin Cooreman, jefe del Programa Global contra la Lepra de la OMS: “La lepra ya no debería causar discapacidad ni marginación; con acceso al tratamiento, el daño puede evitarse por completo”.

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