Opinión de DF Lab Inteligencia Artificial, una Prioridad Nacional

En plena era de transformación global impulsada por la inteligencia artificial, Chile enfrenta un desafío histórico: convertir esta tecnología en el eje de un auténtico proyecto nacional de desarrollo. Para lograrlo no basta con regular la tecnología; es necesario decidir estratégicamente qué lugar quiere ocupar Chile en el mundo del siglo XXI.

El proyecto de ley sobre IA, presentado hace más de un año, ha avanzado más lentamente de lo que exige la evolución de la misma tecnología. Si bien en mayo fue aprobado en la Comisión de Ciencias, su enfoque, aunque necesario, sigue siendo limitado: se centra en clasificar los sistemas de IA por niveles de riesgo, prohíbe aquellos de “riesgo inaceptable” y regula los de “alto riesgo”. Esta aproximación aporta certezas regulatorias, pero carece de una visión transformadora que permita articular la IA como motor de desarrollo productivo, innovacion social y competitividad global.

Otros países de la región parecen ya haber entendido esta lógica. Brasil, por ejemplo, ya ha tomado decisiones que combinan regulación con visión estratégica. Un caso emblemático es el del estado de Goiás, donde la ley de inteligencia artificial fue aprobada por unanimidad en un solo día por la Asamblea Legislativa. Esta rapidez no fue improvisada: fue el resultado de un trabajo técnico y político sostenido, en diálogo con universidades, empresas y expertos internacionales.

La ley de Goiás promueve tanto la regulación responsable como el desarrollo económico mediante incentivos e infraestructura tecnológica, y se ha transformado en un modelo que ya inspira a otros estados brasileños. A nivel federal, el Senado de Brasil aprobó un proyecto de ley que establece principios orientadores como la transparencia, la equidad algorítmica y el impulso a la innovación. Estas medidas han sido acompañadas por una narrativa política clara en el país: la IA es una prioridad nacional.

Chile puede -y debe- aspirar a más. Con ambición, sentido de urgencia y visión de futuro, debemos entender que la IA no es solamente un reto tecnológico o regulatorio, sino una oportunidad para construir un proyecto país integrador. Un proyecto que convoque al Estado, al sector privado, a las universidades y a la ciudadanía en torno a un propósito común: posicionarnos como líder regional en innovación con sentido, inclusión y productividad sostenible.

Ese liderazgo, además de generar valor económico, permitirá al país aumentar su soberanía digital, consolidar su autonomía estratégica y ejercer mayor soft power en la región. Podremos influir activamente en la definición de estándares éticos, legales y técnicos para el uso de la IA, desde una perspectiva latinoamericana centrada en el bienestar social, la justicia algorítmica y el respete por los derechos humanos.

La buena noticia es que el liderazgo regional todavía está en disputa. Pero para conquistarlo, se requiere decisión política y velocidad de respuesta. Brasil ya ha avanzado, por lo que, si queremos liderar esta transformación, tenemos que ser urgentes. El momento de actuar es ahora.

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