Hace un año y medio, calcula, Sebastián Errázuriz le mandó a un grupo de amigos una primera versión de su libro sobre el impacto de la Inteligencia Artificial. Las respuestas fueron rotundas: “muy denso”, “muy duro”, “espanta”, “no pude avanzar”.
Decidió entonces darle nueva forma al relato y acaba de lanzar ImAGIne. 100% human ideas, un juego de palabras sobre qué sucederá en nuestras vidas con la Inteligencia Artificial General, entendida como la IA que realiza una amplia gama de tareas de forma similar a un humano.
El libro, autoeditado por el propio Errázuriz, está en inglés y se distribuye por Amazon. Funciona además como plataforma, ya que cada página tiene un QR que invita al lector a interactuar, plantear sus inquietudes o hacer más preguntas. Toda esta información será a su vez procesada a través de IA, de manera que estará en constante expansión. El chileno, que vive en Nueva York desde 2006, dice que es una manera de compartir su obsesión de la última década y prepararse colectivamente para los desafíos que suponen los próximos años.
El principio del fin
En 2017 Errázuriz montó la exposición The beginning of the end, que al año siguiente se exhibió como El principio del fin en Corpartes. Ahí presentaba esculturas impresas en 3D de varios de los bigtechs como Mark Zuckerberg, Jeff Bezos y Elon Musk. Planteaba entonces que ellos eran los emperadores de nuestra era, dado el inmenso poder que concentran. La escena de estos mismos empresarios ocupando un palco en la toma de posesión de Donald Trump en enero de este año hizo realidad esa idea, algo aventurada o todavía distópica, de hace ocho años atrás.
– ¿Sientes que “El principio del fin” fue una suerte de profecía?
– Salió todo bastante acorde a lo que era lógico esperar. Llevo ya 10 años pensando en este tema que es relativamente fresco para la mayoría de la gente. Hace unos dos años la IA entró al imaginario público con esta versión de juego: “pídele que haga un gato andando en bicicleta”, “que muestre esto en el estilo de tal director de cine”. Para mí lo fascinante es que, si uno tiene libertad creativa para seguir las ideas hacia su resultado lógico, ves paradigmas que se van a caer y otros que se van a generar. Uno de ellos era la idea del CEO que se transformaba en alguien más importante que un presidente. Entonces Musk todavía no se convertía en una figura privada con un nivel de influencia que países completos no tienen. Y eso que estamos sólo en el principio…
– ¿Sigues pensando que estamos en el principio del fin?
– Estamos recién entrando al fin de la dominancia del ser humano, pero no es que nos vamos a morir todos. No soy partidario de quienes les gusta hacer “scare porn” o pornografía de lo terrible. Lo lógico sería pensar que una inteligencia artificial superior sería relativamente benevolente. La cantidad de maneras en las cuales nos podría generar problemas son tantas que no vale la pena ni pensarlo. En cambio, creo que es clave imaginar todo lo que podría generar esta tecnología siendo mal utilizada por una serie de personajes, desde empresas privadas a gobiernos. Son temas a los que llevo una década dándole vueltas y que la gente todavía está lejos de entender.
No estamos acostumbrados a cuestionarnos los paradigmas de la vida normal. Nos produce miedo, nos da rabia. Entonces es súper importante comunicar estas ideas, y ahí es donde yo he tenido que negociar como artista o diseñador para asumir un rol de comunicador.
– El ser humano ha afrontado grandes transformaciones tecnológicas como la revolución industrial o Internet, pero planteas que el ritmo de esta revolución no tiene precedentes. ¿Estaría sucediendo más deprisa de lo que somos capaces de dimensionar?
– No es que sea un poco más aprisa, es una escala tan exuberante que somos incapaces de entender. Cada tres meses aproximadamente se duplican las capacidades de IA. En 7,5 años crecería exponencialmente en 1 millón. Pongámosle mucho menos: que en 10 años crezca por mil. La gente no es capaz de dimensionar el impacto de mil veces la capacidad tecnológica que existe hoy. A una velocidad, con una potencia y una profundidad para la cual no estamos preparados. Para quienes nos preocupa este tema, estamos en una carrera contra el tiempo. Por eso invito a la gente a no asustarse y buscar juntos cómo reducir los problemas y aprovechar las muchas oportunidades también.
– Suena al menos inquietante.
– Muchísimo. Porque no estamos acostumbrados a cuestionarnos los paradigmas de la vida normal. Nos produce miedo, nos da rabia. Entonces es súper importante comunicar estas ideas, y ahí es donde yo he tenido que negociar como artista o diseñador para asumir un rol de comunicador.
Nada no es nada
La biografía profesional de Errázuriz es extensa y llena de hitos. Nació en 1977 en Santiago, pasó parte de su infancia y adolescencia en Londres, se tituló como diseñador en la PUC y tiene un Magister en Bellas Artes en la Universidad de Nueva York.
En 2005 subió una vaca a un edificio, en 2006 plantó un árbol en el centro del Estadio Nacional, en 2014 expuso su primera muestra individual en el Carnegie Museum Art of Pittsburg, en 2015 apareció su imagen bostezando en las pantallas gigantes de Times Square. Además de performances tiene un vasto catálogo de instalaciones, piezas de diseño y mobiliario.
“Me compré mi primer auto en Chile vendiendo un producto que se llamaba Nada de nada (Nothing at all). Era un cartoncito con un plástico termomoldeado. Vendí suficiente cantidad para comprarme un auto. Una vez se lo presenté a Sebastián Piñera y no podía entender que la gente comprara nada. Yo le decía que la gente estaba comprando una idea, una historia. Es un salto conceptual. Nada no es nada”, cuenta el artista.
Relata que su objetivo inicial al meterse al universo de la IA era ayudar a la gente de las industrias creativas a adaptarse. Pero se fue dando cuenta de que no existen instituciones que estén modelando el impacto de estas tecnologías, al menos no públicamente. “Por ridículo que parezca, me siento obligado a entrar al tema. A los expertos muchas veces les falta imaginación, están dedicados a la construcción de la tecnología, pero les cuesta visualizar su impacto o su incentivo no está alineado con advertir de riesgos”, dice.
– ¿Te catalogarías como pensador?
– Si me googleas, hace tiempo que varios medios me describen como filósofo del diseño. Mis proyectos siempre han sido propuestas conceptuales. El principio del fin era la representación de una idea. Además, siempre he sido un poquito autista. Los coleccionistas que compran mis obras suele ser gente de muchos recursos y con el tiempo me he convertido en asesor de sus empresas, me invitan a participar de directorios por tener la capacidad de analizar fríamente, pero sin las restricciones tradicionales. Puedo detectar patrones que tal vez otros no ven sin ser el cliché del artista “volado”. Es como el desafío que tienen los periodistas de destilar ideas de manera que sean consumibles por el público. O como un comediante que es capaz de capturar una idea que todos reconocen y hacerla contagiosa. Uno aprende a comunicar ideas.
Que su libro sea interactivo también es un asunto conceptual, explica. “Si nos vamos a enfrentar a una IA que ya está a nuestro nivel, la única lógica es que pensemos juntos. Y en este momento no lo estamos haciendo. El libro plantea unas 200 preguntas y yo presento una potencial respuesta, pero lo lógico es que las discutamos juntos”.
Una carrera contra el tiempo
Una de las preguntas polémicas que Errázuriz ha transmitido a través de sus redes sociales es si la educación universitaria con carreras que duran en promedio cinco años sigue teniendo sentido, considerando que hoy el conocimiento corre distinto. “¿Sigue siendo lo más inteligente? ¿Tiene sentido que las nuevas generaciones estén aisladas en un currículum antiguo y salgan a un mundo completamente cambiado?”, cuestiona.
Esa pregunta ya suma casi 1 millón de views y ha sido compartida más de 18 mil veces. “En los comentarios la gente opina, discute, argumenta. Tengo un IA procesando y categorizando toda esa data para tener un pulso. Es distinto saber si tantos miles de apoderados dicen ‘nos da incertidumbre mandar a nuestros hijos a la universidad’. Eso permite ir sacando conclusiones que pueden presionar a tomar acciones más rápidas”.
– ¿Cuál sería la alternativa a la educación formal para afrontar estos tiempos?
– Mi padre tiene un doctorado, mi hermana también, ambos son profesores. A mí me produce dolor hablar en contra de las universidades. Mi interés no es cuestionar el rol que han cumplido históricamente ni las contribuciones que han hecho. Pero mientras más rápido los directores o decanos se adapten y trabajen para entender que se pueden reducir sus programas, menos problemas van a tener el día de mañana. Lo más probable es que tengamos que seguir estudiando de por vida, entonces lo lógico es reducir estos periodos, que la gente pueda participar más rápido del mercado y seguir aprendiendo. Necesitamos tener estas conversaciones. No podemos esperar cinco o seis años más.
Sebastián comenta que acaba de leer que Elon Musk está invirtiendo US$ 1.000 milones al mes en entrenar su IA. “Y Sam Altman alegaba que Mark Zuckerberg le trata de levantar gente de su equipo y les ofrece un bono de US$ 200 millones. Cuando tenemos figuras invirtiendo a ese nivel te habla del nivel de urgencia. Eso no ha pasado nunca en la historia. No están invirtiendo en minas de oro, ni en bosques, ni en edificios, están invirtiendo en energía para entrenar inteligencias artificiales. Buscan el control. Mientras avanzan las eficiencias, avanzan los monopolios.
– En el libro también planteas que más que temer a un genio maligno debemos preocuparnos de la estupidez humana a cargo de estas herramientas.
– Hay muchos filósofos que hablan de esta noción de que no somos mucho más sabios que hace 100 o mil años. Sin embargo, el poder de la tecnología a nuestra disposición se ha multiplicado por 1 millón. Seguimos siendo estos simios medios brutos dirigidos por nuestras emociones, pero cada día con más poder asequible a mayor cantidad de gente. Las posibilidades de riesgo empiezan a crecer.
A pesar de esto, Errázuriz insiste en la importancia de dejar el miedo para prepararnos mejor. “Pensar, por ejemplo, qué valor agregado te va a permitir justificar tu contribución como ser humano. Son preguntas que nos tenemos que hacer para nuestras futuras generaciones. Estamos vivos en la época más espectacular, tal vez, de la historia de la humanidad. Es una cosa rarísima, fascinante como idea”.
La oportunidad para Chile
“Estoy convencido de que en Chile los próximos candidatos a la Presidencia deberían presentar la moción de que necesitamos un Ministerio de IA. Es una idea que puede sonar ridícula o de ciencia ficción, pero es completamente lógica. No implementarla es lo irracional. Es también decirles a inversionistas de otros países que nos estamos tomando el tema de la inteligencia artificial en serio”, plantea el diseñador.
Alude al buen historial que tiene Chile a la hora de adoptar nuevas tecnologías, y niega que se trate de una preocupación de una elite. “Es importante que empecemos a tener conversaciones ojalá interesantes, que podamos sacar cosas positivas y algunas negativas también. Atrevernos a cuestionar el rol del artista, del escritor, del cineasta y entender de qué manera podemos hacer más que antes desde una posición de amplitud en vez de pequeñez”. Eso es lo que se propone hacer en las próximas BTG Talks, donde primero participará de una conversación con un grupo de clientes de BTG Pactual conducida por la periodista Paloma Ávila, que después se trasmitirá el próximo 15 de julio a las 19 horas por streaming (inscripción en www.btgpactual.cl).
Ser humano
El libro arranca y termina con su madre. Parte dedicándoselo a ella, Guadalupe Infante, que murió de un cáncer fulminante en marzo de 2022.
“Siempre uso post-it. El libro tiene uno en la portada. Cuando murió mi mamá, yo escribí un pequeño post-it que decía: “Mom, I’m going to war” y lo puse en mi cocina. ¿Qué significa? Yo tengo un estudio de diseño. Me acabo de ganar un premio al Diseñador Internacional del Año. Estoy preparando una retrospectiva en Filadelfia. Tengo un equipo de gente que depende de mí. Debería estar enfocado 100% en mi carrera que me costó un mundo armar para competir entre los mejores del mundo, pero estoy tratando de ayudar. La verdad es que siento que es lo que tengo que hacer. Sirve tener inspiraciones extra para asumir pequeñas maratones”.
– ¿Tu mamá es una inspiración primaria?
– 100%. Ella fue una mujer de un nivel de fuerza, de sabiduría, increíble. Soy infinitamente afortunado de haberla tenido. La tengo de testigo en esta misión y no me puedo arrepentir. Creo que mi mensaje aún parece extremo, pero tengo la tranquilidad de habérmelo cuestionado mil veces. Vale la pena invertir, sacrificar, chocar con un muro de gente que les da rabia o que se enojan.
– ¿Ese enojo lo interpretas como temor a lo desconocido?
– Imagínate para un padre que está mandando sus hijos a la universidad, que salga un pelotudo en redes sociales que diga que tal vez no es buena decisión y ellos poniendo todas sus fichas ahí. “¿Qué se cree éste?” Llevo tres años yendo donde una psicóloga increíble que tiene 84 años. Me he estado preparando para ser menos intenso, entrenándome para ablandarme, para tratar de acoger a la gente y que no se espanten.
– Pero es tu naturaleza también, ¿no?
– Sí, pero siendo un poco autista y obsesivo, mi nivel de intensidad era muy fuerte al discutir y a ratos podía sonar casi agresivo. He estado trabajando para bajar el volumen y mantener las mismas certezas. Elevar mis niveles de empatía y bajar mi agresividad intelectual. Mi intensidad me permitió poner un árbol en el Estadio Nacional, una vaca en un edificio o bostezar en Times Square. Pero estoy tratando de bajar su expresión para ser un mejor mediador de ideas que en sí dan mucho miedo.
En paralelo Errázuriz mantiene activa su agenda artística: actualmente hay una obra suya que representa ImAGIne en la Trienal de Milán, pero reconoce que estas instancias son más un medio que un fin. “Tengo una retrospectiva en el Museo de Philadelphia en noviembre y en este momento para mí es un cacho que me toma tiempo y energía. Sé que en su momento voy a estar muy contento y mi padre como profesor de arte estará emocionado de que haya obras de su hijo al lado de Van Gogh, Warhol o Picasso, pero lo que hoy me preocupa son las animaciones que estamos armando con mi equipo para representar cada página del libro y cómo cresta lograr que esos videos sean compartidos, llegar a los podcasts más importante a nivel internacional, etcétera.
– ¿Eso te quita el sueño?
– Probablemente en Chile debo ser el diseñador que históricamente ha tenido más logros o premios, pero eso ya está. No tiene importancia. Si uno logra que miles de estudiantes chilenos tal vez preparen mejor su carrera o sus estudios para sobrevivir mejor es mucho más importante. Entre aquellos pocos que pueden pagar por mis obras a compartir el proceso de imaginar y llegar a soluciones creativas juntos.
– ¿Te ha costado volcar esa idea hacia algo más luminoso sin abrumarte?
– Yo ya no tengo miedo. Me interesa que la gente entienda que mis intenciones son buenas. Que siempre me preocupó este tema, no porque esté de moda. Que estén dispuestos a explorar ideas juntos. Si estamos pensando juntos, vamos a estar ok. Más que un problema de inteligencia, enfrentarnos a la IA es un asunto de valentía.
– En el libro mencionas el coraje y los valores, ¿cuáles serían esos?
– La última página habla del amor. Yo siempre he valorado dos cosas en mis amigos: la conciencia y el valor. Generalmente ese valor viene del amor. Simplemente el que valga la pena querer a otros lo suficiente para postergar nuestros objetivos más burdos.
– ¿Sólo el amor nos salvará?
– Es un cliché máximo, pero lo vemos todos los días.