Por: Ross Barrantes Cuando las palabras no dicen lo que creemos

¿Cuántas veces hemos dicho «no fue lo que quise decir» o «me malinterpretaste»? Los malentendidos forman parte inevitable de la comunicación humana. El filósofo Paul Grice nos ofreció una herramienta para entender por qué ocurren y cómo evitarlos. Su descubrimiento ayuda a mejorar nuestra comprensión del lenguaje al distinguir entre lo que dicemos literalmente y lo que implicamos, una diferencia para entender por qué fracasamos al comunicarnos.

Grice propuso que las conversaciones exitosas siguen un contrato invisible, una serie de reglas no escritas que determinan no solo lo que decimos, sino lo que transmitimos sin decirlo explícitamente, denominó a este fenómeno «implicatura conversacional» e identificó que toda comunicación efectiva sigue lo que llamó el principio cooperativo: cada participante debe hacer su contribución tal como lo exige el propósito de la conversación. Este principio aparentemente simple se despliega en cuatro máximas fundamentales, cuya violación genera la mayoría de nuestros malentendidos.

La primera máxima es la de cantidad: proporciona la información necesaria, ni más ni menos. Cuando alguien responde con monosílabos a preguntas importantes o, por el contrario, abruma con detalles irrelevantes, viola esta regla y genera confusión. La segunda máxima es la de cualidad: di solo lo que crees verdadero y proporciona evidencia adecuada para tus afirmaciones.

Difundir rumores sin verificar, hacer promesas que no podemos cumplir, o afirmar certezas sobre temas que desconocemos viola esta regla y erosiona la confianza comunicativa. La tercera máxima es la de relación: ve al grano, mantén la relevancia.

Cambiar de tema abruptamente o responder con información que no viene al caso confunde a nuestros interlocutores. La cuarta máxima es la de modo: sé claro, evita la ambigüedad y la oscuridad. Usar jerga técnica innecesaria, ser deliberadamente vago, o emplear un lenguaje excesivamente complejo cuando la simplicidad bastaría, viola esta regla y dificulta la comprensión mutua.

Los malentendidos surgen cuando violamos estas máximas de diferentes maneras. La cultura añade otra capa de complejidad a este sistema. Las máximas de Grice funcionan diferente según el contexto cultural porque lo que es «directo» en una cultura puede ser «grosero» en otra.

En el Perú, por ejemplo, tendemos a ser más indirectos en situaciones formales, empleando fórmulas de cortesía que pueden generar malentendidos con personas de culturas más directas. Cuando decimos «tal vez podríamos considerar la posibilidad de», frecuentemente queremos decir «definitivamente deberíamos», pero alguien acostumbrado a la comunicación directa puede interpretar literalmente nuestra sugerencia tentativa. Las redes sociales han multiplicado estos desafíos comunicativos. Los mensajes breves eliminan contexto y tono, transformándolo en un campo minado de posibles malinterpretaciones.

Es recomendable que ante la realidad que vivimos podemos desarrollar paciencia interpretativa, los malentendidos no son simplemente «fallas de comunicación» sino ventanas para entender la extraordinaria complejidad del lenguaje humano. Gracias por leerme.

(*) Abogada Constitucionalista

LEAR  Pascal trabaja junto a Mariana Seoane

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