Columna de J.J. Jinks: La sombra

En el celebrado discurso inaugural de Gabriel Boric del 11 de marzo del 2022 hubo un gran ausente. Boric se situó en el tronco de ese menjunje llamado progresismo y por ahí desfilaron Balmaceda, Pedro Aguirre Cerda, por supuesto Allende, doña Michelle Bachelet y hasta el mismo Frei Montalva se hizo su huequito en la alocución presidencial.

La alta concurrencia en el texto de expresidentes de los cuales, aunque fuese parcialmente, Boric se sentía heredero el día de su entronización hizo que la omisión de Ricardo Lagos Escobar, el primer presidente socialista post dictadura, fuese aún más notoria.

A pocos extrañó que Lagos no estuviese presente en el discurso. Boric había sido especialmente vocal sobre las críticas a Lagos por una supuesta traición al ideario socialista al reconocer en el capitalismo al único sistema económico que funciona y utilizarlo como base para cumplir su programa de gobierno.

Sería interesante saber que piensa hoy el Presidente Boric cuando cuatro años después sólo ha administrado el modelo sin mayores cambios salvo profundizar el sistema de capitalización individual y consolidar las AFP en su única reforma de cierta trascendencia. Hasta Lagos lo debe encontrar demasido neoliberal.

Más que una legítima desavenencia política, la sombra de Lagos era muy larga y fría para las nuevas generaciones. Había que sacudirse de ella como fuese. Lagos era todo lo que al Presidente le hubiese gustado ser y que parece quedarse corto desde el inicio.

Ambos estudiaron Derecho en la Universidad de Chile, mientras Lagos egresaba con honores -luego sacaba un Phd en Economía en la Universidad de Duke- todos sabemos como se truncó la carrera universitaria del actual mandatario. Esas cosas podemos hacer que no importan, pero siempre importan, incluso cuando se ha llegado muy lejos.

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En pleno estallido vimos a la Nueva Izquierda con Boric a la cabeza haciendo denodados esfuerzos para transformar su intento de desestabilización del gobierno de Piñera en una asimilación a lo que había sido la lucha de la generación de Lagos contra la dictadura. La nueva generación estaba hambrienta de épica y si los hechos no los acompañaban pues mala suerte para los hechos.

Hoy da vergüenza ajena como se inventaron desde centros de tortura hasta los complots más absurdos para transformar a Piñera en un supuesto dictador que les permitiera ponerse a la altura de sus mayores. Ya candidato, Boric intentó su propio “dedo de Lagos” amenazando públicamente al Presidente Piñera de perseguirlo en tribunales internacionales. La historia se encargaría de poner ese despropósito en orden poco tiempo después.

Por tanto no nos debe sorprender que en el atarantamiento y torpeza con que reaccionó Boric recientemente frente al ataque quirúrgico de Estados Unidos a Irán -de paso poniendo a Chile en pésima compañía en el concierto internacional– muchos hayamos visto la sombra de Lagos.

La impecable y preclara negativa de éste a George W. Bush para contar con el voto de Chile en el Consejo de Seguridad de la ONU para atacar a Irak se transformó en parte constitutiva de su estatura presidencial donde oficialistas y opositores sentimos admiración y orgullo patrio. Una vez más el intento de imitación no sólo no estuvo a la altura, sino que rayó en lo patético. Nada que la alegría de la llegada de Violeta no pueda hacer olvidar para estar listo y preparado para ir por la próxima.

LEAR  Liderando en la era de los algoritmos.

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