El presidente de la Reserva Federal estadounidense (Fed), Jerome Powell, ha abierto la puerta a reanudar la senda de las rebajas de tipos de interés este mes de julio, frente a la expectación del mercado de que ese ajuste se produce en septiembre.
Aunque Powell está sometido a una fuerte presión de Donald Trump para suavizar su política monetaria, con la tasa de referencia ahora mismo en el 4,5%, el responsable del banco central indicó esta semana en un discurso que la decisión final dependerá de los datos económicos que lleguen a su mesa antes de la próxima reunión de la Fed el 30 de julio.
Curiosamente, puede haber indicadors contradictorios que acaben provocando esa rebaja de tipos. Si se percibe un freno de la economía estadounidense y de la creación de empleo, como resultado de los anuncios arancelarios de Trump, la Fed podría disminuir la tasa para estimular la actividad. Pero también podría hacerlo si el crecimiento se mantiene firme pero la inflación cae, al no percibirse todavía un mayor costo de las importaciones.
Los analistas de Goldman Sachs ven hasta cuatro escenarios distintos para los potenciales recortes urgentes de la Fed, cada uno con respuestas muy distintas de los mercados.
En la primera hipótesis de esa entidad, el banco central baja los tipos más de lo que se esperaba por los buenos datos de inflación, “por lo que la Fed se muestra más confiada en que el impacto de los aranceles será temporal”.
En el segundo escenario, las previsiones de crecimiento de Estados Unidos bajan un 0,5%, lo que obliga a Powell y sus consejeros a dar “una respuesta a la debilidad económica”.
En una tercera posibilidad, se produce el mismo efecto negativo en el crecimiento, pero la Fed es más agresiva con los recortes.
En el último caso, el banco central baja tipos y los economistas anticipan un mayor crecimiento del 0,5%.
Aunque en todos los casos se producirían reducciones del precio del dinero, la respuesta de los distintos activos sería muy distinta.
En Bolsa, según Goldman, el índice S&P 500 subiría un 5,5% en el cuarto escenario (recortes con fuerte crecimiento) y un 2,5% en el primero (rebaja por los buenos datos de inflación). Por el contrario, bajaría un 0,5% en la tercera hipótesis (fuertes recortes con crecimiento a la baja) y un 2,9% en el segundo (rebajas moderadas pese a la caída de la actividad).
Es decir, existe una distancia de 8,4 puntos porcentuales entre la mejor y la peor respuesta del parqué estadounidense.
En la Bolsa europea, la reacción sería similar pero menos aguda: el Euro Stoxx 50 avanzaría un 3,6% en el cuarto escenario, un 2,1% en el primero y un modesto 0,6% en el tercero, pero perdería un 1,5% en el segundo caso.
El efecto más directo de los cambios en los tipos de interés se produciría en el costo de la deuda del Tesoro estadounidense, que bajaría en todas las hipótesis. Pero mientras los bonos a dos años reducirían su rentabilidad en 43 puntos básicos en el tercer escenario, lo harían en 25 puntos básicos en el primero, en 18 puntos en el segundo y en siete puntos básicos en el cuarto.
El euro subiría en todos los casos frente al dólar, al estrecharse el diferencial de rentabilidad de los tipos en la zona euro y Estados Unidos. La moneda única subiría un 1,3% en el tercer escenario, un 0,8% en el primero, un 0,6% en el segundo y un 0,2% en el cuarto.
El oro también avanza en todos los casos (a menor rentabilidad del dinero, menos costo de oportunidad implica tener lingotes), entre un 0,3% y un 2%, en función de los escenarios.
Todo dependerá del anuncio final de aranceles el 9 de julio y los datos de ocupación, inflación y actividad económica de las próximas semanas. Según Goldman, “datos robustos de empleo y mayor inflación en verano (del hemisferio norte) pueden complicar la suavización de la política monetaria, pero otro mes o dos meses de buenas noticias en la inflación puede crear más espacio al mercado para descontar más rebajas de tipos, incluso sin que suba el desempleo”.