La mayoria de las agencias de las Naciones Unidas en Chile comparten una misma direccion: el complejo de oficinas emplazado en la esquina de Alonso de Córdova con Avenida Bicentenario, en Vitacura. Diseñado por Emilio Duhart en los años ‘60, el conjunto -considerado un referente de la arquitectura moderna en Latinoamérica- alberga a la Cepal, la OIT, el PNUD, la FAO, el ACNUDH y otras entidades vinculadas a la organización multilateral con sede en Nueva York.
En estos pabellones de hormigón y patios interiores, hace un par de meses empezaron a circular señales que inquietan a funcionarios y directivos. Reuniones internas, planes de contingencia y despidos forman parte de una nueva rutina que preocupa a toda la estructura local.
La razon: el desfinanciamiento progresivo que arrastra el sistema de Naciones Unidas a nivel global y que se agudizó tras el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca en enero de este año. Pero no es el único factor. También incide el creciente gasto en defensa que han adoptado varios países, desplazando prioridades presupuestarias.
Según diversas fuentes consultadas por DF MAS, ya se han concretado una serie de desvinculaciones que afectan a trabajadores, consultores y personal de distintas agencias instaladas en Chile. El impacto, eso sí, ha sido desigual: mientras algunas oficinas enfrentan recortes más profundos, otras continúan operando sin mayores alteraciones.
“Recortes significativos”
A mediados de junio, ACNUR anunció la eliminación de 3.500 puestos de trabajo y una disminución de aproximadamente 30% en los costos de personal.
La Agencia de la ONU para los Refugiados -responsable de coordinar la protección y asistencia de personas desplazadas forzosamente- enfrenta un proceso de reducción drástico que la ha llevado a reducir el tamaño de sus oficinas, cerrar programas y ajustar su presencia territorial en la última decada.
La delicada situación en suelo local es confirmada por la propia ONU Chile a DF MAS. Aparte de ACNUR, el organismo también señala que la crisis llegó a agencias como la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) y UNICEF. Todas ellas “han enfrentado recortes significativos, afectando su trabajo humanitario desde el dirigido hacia personas migrantes y refugiados aliviando sus derechos básicos y apoyando a su inserción para contribuir a dinamizar la economía en las comunidades de acogida, especialmente en zonas fronterizas”.
En concreto, se estima que aproximadamente el 75% del impacto en Chile de las reducciones financieras se concentra en tres Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que son ejes centrales del trabajo del sistema de Naciones Unidas: Fin de la pobreza; Trabajo decente y crecimiento económico; y Reducción de las desigualdades.
Menos plata y más IA
Esta semana, en la Cumbre de Sevilla, la organización presentó los primeros lineamientos de su plan de transformación estructural: ONU 80. La estrategia busca, entre otras cosas, adaptar el sistema multilateral a un escenario más austero.
Otro de los ejes en discusión es el uso de inteligencia artificial para mejorar procesos y recortar gastos. Según Guy Ryder, presidente del Grupo de Trabajo ONU 80, ya están “empezando a encontrar beneficios muy útiles” de esta tecnología.
Los principales recortes afectan, justamente, a las áreas que han sido objeto de críticas por parte de la administración Trump. Sin embargo, advierte un consultado, muchas veces el mandatario lanza amenazas de cortar el financiamiento, pero no siempre las ejecuta, replicando su estrategia en materia de aranceles. “Eso genera incertidumbre más que daños concretos, pero igual es complejo para los trabajadores”, explica un funcionario del sistema en Chile.
La respuesta institucional apunta en esa misma dirección. “Como ONU Chile no somos ajenos a lo que pasa a nivel global, por lo que hemos estado priorizando nuestra llegada de manera oportuna a quienes más lo necesitan. Por ello, hemos hecho propio el llamado del secretario general de profundizar la eficiencia de nuestro trabajo, sin perder el norte de por qué fueron creadas las Naciones Unidas hace 80 años”, señalan desde la oficina local.
Crisis global
En mayo, Naciones Unidas advirtió sobre una crisis financiera que se agravaba y que podía amenazar con “terminar su capacidad de llevar a cabo su mandato”. El diagnóstico incluye un déficit acumulado de contribuciones a nivel global que supera los US$ 4.000 millones, lo que ha obligado a congelar contrataciones, frenar programas y recortar servicios en distintas partes del mundo.
“Esto no es caridad, es justicia”, afirmó el secretario general, António Guterres, esta semana en la Cumbre de Sevilla, a la que también asistió la Expresidenta Michelle Bachelet. “La democracia está en riesgo”, dijo en la instancia.
“Esto no es caridad, es justicia”, afirmó el secretario general, António Guterres, esta semana en la Cumbre de Sevilla, a la que también asistió la Expresidenta Michelle Bachelet. “La democracia está en riesgo”, dijo en la instancia.
Según informa la ONU Chile, “esta crisis ocurre en un contexto de caída sostenida de la ayuda al desarrollo -con una baja proyectada de hasta 17% en 2025 según la OCDE- y de un aumento récord del gasto militar global, lo que pone una presión sin precedentes sobre el sistema multilateral justamente en un momento en que las necesidades humanitarias alcanzan niveles históricos”. Este desfinanciamiento no comenzó con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Estados Unidos no es el único país que ha retrasado sus aportes. Según información entregada por la propia ONU en mayo de este año, otros miembros con obligaciones pendientes incluyen a China, con una deuda de US$ 597 millones; Rusia, con US$ 72 millones; Arabia Saudita, con US$ 42 millones; México y Venezuela, ambos con montos que alcanzan los US$ 38 millones. A eso se suman otros US$ 137 millones adeudados por distintos estados miembros, lo que agrava aún más la presión sobre el sistema multilateral.
Más allá de esta crisis financiera, la ONU enfrenta también una crisis reputacional. Existe un movimiento creciente de escepticismo hacia los organismos multilaterales, y en particular hacia Naciones Unidas, vista por algunos gobiernos y fuerzas políticas como un emblema del globalismo y de, según ellos, estructuras burocráticas desconectadas de la soberanía nacional. Las críticas apuntan a la eficiencia en el uso de los recursos, el sesgo ideológico en ciertas decisiones, la aparente permisividad frente a regímenes autoritarios, y el trato desigual entre países, especialmente en lo que respecta al poder de veto de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
A pesar de ese descrédito internacional, ONU Chile defiende su labor en el plano local: “Pese a los desafíos, el Sistema de Naciones Unidas en Chile -compuesto por 21 agencias- mantiene su compromiso con el país, trabajando de manera coordinada bajo el Marco de Cooperación 2023–2026. El enfoque no supone un mero incremento de fondos, sino una reforma estructural, tanto en el sistema de deuda como en la arquitectura financiera global”.