Por: Ross Barrantes Dos dimensiones de reflexión

Cuando enfrentamos decisiones morales en nuestras vidas, suelen surgir dos tipos de preguntas diferentes. Por un lado, nos preguntamos qué debemos hacer: ¿es correcto mentir? ¿tengo obligacion de ayudar? ¿está bien contaminar el medio ambiente? Por otro lado, emerge un conjunto más profundo de interrogantes: ¿qué significa realmente que algo sea «correcto» o «incorrecto»? ¿cómo podemos conocer lo que es moral?

Esta distinción es importante para resaltar la filosofía moral: la ética normativa, que establece principios sobre cómo vivir, y la metaética, que examina la naturaleza misma de los juicios morales. Lejos de ser una división académica, esta diferencia es crucial para comprender los debates morales contemporáneos y para pensar con claridad sobre nuestras propias convicciones éticas. La ética normativa se ocupa de establecer principios sobre cómo debemos actuar, qué tipo de personas debemos ser y qué valores debemos perseguir. Cuando debatimos sobre la pena de muerte o la eutanasia, estamos haciendo ética normativa. Es lo que la mayoría de personas entiende por «filosofía moral» y aborda las preguntas más inmediatas sobre cómo vivir. En contraste, la metaética da un paso atrás y examina qué estamos haciendo cuando hacemos afirmaciones morales. No dice qué está bien o mal, sino que analiza qué significa hacer tales afirmaciones. Cuando decimos «la tortura está mal», ¿estamos describiendo una propiedad objetiva del mundo o expresando algo diferente, como una actitud emocional? ¿Pueden las afirmaciones morales ser verdaderas o falsas de la misma manera que las afirmaciones científicas? El realismo moral representa una posición metaética que sostiene que existen hechos morales objetivos, independientes de nuestras creencias y actitudes. Una forma tradicional de realismo moral es la teoría del mandato divino, que sostiene que las verdades morales dependen de Dios. Mentir está mal exactamente porque Dios ha ordenado que no mintamos. Esta teoría enfrenta el famoso dilema planteado por Platón: ¿ordena Dios algo porque es bueno, o es bueno porque Dios lo ordena? Si lo primero, entonces la bondad es independiente de los mandatos divinos; si lo segundo, parecería que Dios podría hacer que cualquier acción arbitraria fuera moralmente obligatoria. Además, esta teoría implica que, si Dios no existiera, nada sería moralmente correcto o incorrecto, una conclusión que muchos encuentran inaceptable.

Como alternativa al realismo, la teoría del error acepta que los juicios morales intentan describir hechos morales objetivos, pero sostiene que todos son falsos porque tales hechos no existen. Las propiedades morales serían demasiado «raras» y diferentes de todo lo demás en el universo. Esta teoría implica que nada es realmente moralmente malo, ni siquiera torturar inocentes, una consecuencia que pocos están dispuestos a aceptar. La distinción entre ética normativa y metaética no es académica sino una herramienta esencial para el pensamiento claro sobre cuestiones morales. Cuando las personas están en desacuerdo sobre cuestiones morales, a menudo operan en ambos niveles simultáneamente sin darse cuenta. Reconocer estos niveles ayuda a clarificar desacuerdos, mejorar argumentos, fomentar humildad intelectual y promover diálogo constructivo. En debates sobre inteligencia artificial, biotecnología, cambio climático y justicia, tanto consideraciones normativas como metaéticas son relevantes. Necesitamos claridad sobre qué debemos hacer y también comprensión de qué significa estar correcto moralmente. La integración de reflexión normativa y metaética ayuda para una comprensión completa de la experiencia moral humana. Aunque no ofrece respuestas fáciles a preguntas difíciles, nos equipa con marcos conceptuales para pensar cuidadosamente sobre algunas de las cuestiones más importantes que enfrentamos como individuos y como sociedad. Gracias por leerme.

(*) Abogada Constitucionalista

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