En el marco de la lucha contra la anemia, la desnutrición y la inseguridad alimentaria, el Perú celebra cada 12 de julio el Día Nacional de las Legumbres, una efeméride que busca revalorar estos cultivos como pilares fundamentales de una dieta saludable y sostenida por prácticas agrícolas amiglables con el medio ambiente.
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Desde el año 2016, el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego (Midagri) instituyó esta fecha para impulsar su producción, consumo y difusión, reconociendo a las legumbres como una fuente accesible de proteínas de origen vegetal, fibra, vitaminas y minerales esenciales. Su capacidad para adaptarse a diversos climas y altitudes convierte al Perú en uno de los territorios con mayor diversidad de estos granos en América Latina.
¿Qué son las legumbres y por qué son tan valiosas?
Las legumbres —o menestras, como se les conoce comunmente en el Perú— son semillas secas de plantas leguminosas como el frijol, la lenteja, el pallar, el tarwi, la arveja, la zarandaja o el garbanzo. A pesar de su pequeño tamaño, contienen un potente perfil nutricional que las convierte en superalimentos. Aportan vitaminas del complejo B, hierro, proteínas vegetales y fibra soluble, lo que ayuda a reducir el colesterol, controlar el azúcar en sangre, prevenir el estreñimiento y reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cáncer.
Su alto contenido de hierro, combinado con alimentos ricos en vitamina C o proteína animal, las convierte en una herramienta clave en la lucha contra la anemia, especialmente en zonas rurales del país donde el acceso a carne y lácteos es limitados.
Origen, tradición y sostenibilidad
El Perú cultiva 13 de las 15 especies de legumbres que existen en América Latina, en los 24 departamentos del país y en zonas que van desde el nivel del mar hasta los 3,200 metros de altitud. En más de 202,000 hectáreas, se siembran variedades tanto autóctonas como introducidas que hoy forman parte de la dieta tradicional peruana.
Entre las especies nativas destacan el frijol, el pallar y el tarwi, este último conocido también como “chocho”, valioso por su altísimo contenido proteico. El frijol, la legumbre más consumida en el país, tiene variedades emblemáticas como el canario, caballero, panamito y loctao. Cada una de ellas representa una riqueza agrícola y cultural invaluable que ha sido transmitida por generaciones.
Además de su importancia nutricional, las legumbres cumplen un rol clave en la economía rural: son productos que los agricultores pueden consumir y comercializar, lo que fortalece su seguridad alimentaria y genera ingresos sostenibles.
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