Por: Antero Flores-Araoz Se suben al tren

Hacen varias décadas

uno de los medios de comunicación terrestre más importante era -sin lugar a dudas- el transporte ferroviario, esto es trenes impulsados a base de energía eléctrica, como a vapor o carbón, los que jalaban a los vagones de transporte de pasajeros y a los que eran vagones cargueros para mercancías en general.

Con el correr de los años

se fue reduciendo nuestra oferta ferroviaria y dejaron de operar diversas rutas, pero lo que son los rieles muchos se mantuvieron y otros fueron removidos como el caso de los que servían la ruta Lima-Ancón.

Cuando nuestras autoridades

al igual que la actividad privada se dieron cuenta que convenía tener transporte ferroviario, se otorgaron diversas concesiones y se puso en operación la línea uno del tren eléctrico en Lima Metropolitana y están en construcción otras líneas del mismo.

Nuestro transporte terrestre

es caótico y además bastante informal. Para el transporte de la masa laboral y la escolar, los trabajadores y los estudiantes pierden valiosísimas horas en su traslado de sus domicilios a centros laborales y educacionales, y viceversa. Muchas veces para llegar a su destino le significan varios transbordos ya que las rutas no necesariamente coinciden con las necesidades de origen-destino.

Ante esa situación

el alcalde de Lima gestionó la donación de locomotoras y vagones en el Estado de California, que iban a ser sustituidas por nuevo material ferroviario.

Las gestiones del alcalde López-Aliaga

resultaron exitosas y se entregaron a la ciudad de Lima, con carácter de donación las locomotoras y vagones en cuestión, habiendo llegado a puerto del Callao el primer lote.

Como es usual en nuestro querido Perú

de inmediato hubo infinidad de personas que se subían al coche, a fin de buscar algún rédito político. Algunos en forma positiva decían que habían intervenido con tal o cual gestión, pero también hubo otros que en forma negativa se aupaban al tren, encontrándole a la donación una y mil deficiencias.

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Decían que los trenes estaban viejos

pero no decían que estaban operativos y en buenas condiciones. Decían que eran muy altos, sin señalar que ello no les impedía pasar por debajo de los puentes que cruzaban las líneas férreas. También decían que habían algunos grafitis, pese a que fácilmente se podían repintar.

Se dijo que la donación no era tal

sino que se trataba de una compra-venta simulada como donación, pero olvidaban que la donación era de material usado aunque en buenas condiciones de operatividad y que la donación era como estaban y donde estaban por lo cual era totalmente lógico y legal que el Municipio Metropolitano, como donatario, cubra los gastos de seguro y de transporte desde California hasta Lima.

Lo que requerimos los limeños

es que el tren en cuestión también llegue al Callao, pues se cuenta con la vía férrea y que cuanto antes se encuentre en operación, para lo cual hay que llamar a la responsabilidad de las autoridades del Sector Transportes para que, con la urgencia que amerita el tema, otorguen preferencialmente los permisos, licencias y autorizaciones que pudieren requerirse.

Hay que dejar de lado actitudes politiqueras

como que siendo probable candidato el alcalde de la ciudad capital a la Presidencia de la República, hay que hacerle la vida a cuadritos con los permisos de operación del tren, para que ello no lo beneficie. Cálculo político por cierto infame. El interés colectivo tiene que primar sobre intereses individuales o grupales, más cuando estos últimos son deleznables.

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