El mundo del fútbol vuelve a mirar con preocupación a Paul Gascoigne, una de las figuras más carismáticas y talentosas que ha dado Inglaterra. El exfutbolista fue hospitalizado de urgencia el pasado viernes por la noche tras ser encontrado inconsciente en su domicilio en Poole, Dorset, según pudo informar el tabloide ‘The Sun’. Steve Foster, también exjugador y hasta hoy en día amigo cercano de Gascoigne fue quien lo halló y lo trasladó al hospital, donde inicialmente fue ingresado a cuidados intensivos. Actualmente, su estado es estable, aunque permanece bajo observación médica.
El volante destaca en su club, aunque sigue lidiando con fantasmas fuera de las canchas.
Gascoigne, de 58 años, ha librado durante décadas una dura batalla contra las adicciones y los problemas de salud mental. Este nuevo episodio revive, además de antiguos fantasmas, la preocupación general de los hinchas ingleses por su bienestar. No obstante, dentro de todo lo malo, también invita a recordar la grandeza de un jugador que marcó una época en el fútbol mundial.
Conocido popularmente como “Gazza”, Paul fue un mediocampista ofensivo de esos que ya no hay: técnica excelente, visión privilegiada y una personalidad tan magnética como impredecible, que contagiaba al resto de sus compañeros. Su consagración llegó en el Mundial de Italia 1990, donde fue el alma de la selección inglesa que llegó hasta las semifinales. Su llanto, tras la tarjeta amarilla que lo dejaba fuera de una hipotética final, conmovo al planeta y lo convirtió en un ícono de la historia de los mundiales.
Durante su carrera, pasó por Newcastle, Tottenham, Lazio, Rangers y Everton, entre otros históricos clubes. En cada uno dejó destellos de genialidad, aunque su trayectoria estuvo marcada por lesiones y episodios extradeportivos, que impidieron que alcanzara y mantuviera su máximo potencial.
Gascoigne brilló entre leyendas como Diego Maradona, Lothar Matthäus, Marco van Basten y Roberto Baggio, en una era dorada del fútbol mundial. Su capacidad para desequilibrar en el uno contra uno lo convirtieron en un jugador único, capaz de cambiar el rumbo de un partido con una sola jugada, y su incomparable estilo irreverente le ganó un lugar en la historia futbolera.
Hoy, mientras lucha por su salud, el recuerdo de su talento sigue vivo en la memoria de los hinchas. Paul Gascoigne fue más que un futbolista: fue un artista de alma libre, con todas las victorias, caídas y grandeza que ello implica.
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