Cuando Christian Pulisic se encontró en el centro de una tormenta por su decisión de saltarse la Copa Oro de la CONCACAF, el entrenador de Canadá, Jesse Marsch, entró en la polémica con un mensaje tranquilo pero inconfundible—uno que parecía dirigido tanto a Pulisic como a los encargados del equipo nacional de Estados Unidos.
Mientras lideraba a Canadá en un torneo pivotal, Marsch no pudo resistir comentar sobre la controversia que rodea al jugador estrella de su país, aprovechando la oportunidad para resaltar un marcado contraste en actitudes entre su propio equipo y el de EE.UU. El exentrenador de Leeds nunca ha ocultado sus frustraciones con el fútbol de EE.UU., y este momento no fue la excepción.
La controversia comenzó cuando Pulisic pidió saltarse la Copa Oro, citando la necesidad de descansar después de una larga temporada en el Milan. Su decisión provocó una reacción negativa tanto de los aficionados como de exestrellas, incluyendo a Landon Donovan, Tim Howard y Clint Dempsey, todos los cuales cuestionaron el compromiso del extremo con el equipo nacional.
Pulisic respondió en una entrevista con CBS Sports, explicando, “Hacia el final de la temporada, mi cuerpo simplemente empezó a hablarme… Tuve que tomar la mejor decisión para mí y, a largo plazo, para mi [equipo] nacional.” Él enfatizó que saltarse el torneo no era un signo de indiferencia, sino más bien una elección profesional para preservar su salud fisica y mental a largo plazo.
“Cuestionar mi compromiso, especialmente hacia el equipo nacional, en mi opinión, eso está muy fuera de lugar,” añadió. “Nunca he faltado a un partido en todos mis años en el equipo nacional debido a otra cosa que no sea una lesión.”
¿Qué dijo Marsch?
Fue en este contexto que Marsch hizo conocer sus propios sentimientos, usando una conferencia de prensa para entregar un contraste claro entre el equipo de Canadá y la estructura de EE.UU. “Esta es la presión interna que nos ponemos unos a otros,” dijo Marsch. “No hay tiempo libre.”
Esas cuatro palabras—“no hay tiempo libre”—cayeron como un golpe bien dirigido, especialmente cuando siguió con la elaboración del entrenador: “Ningún chico me llamó y dijo, ‘Entrenador, no sé, ha sido un año largo, quizás no venga a la Copa Oro.’ Ningún chico. Ni siquiera cerca de esa conversación.”
Mientras Marsch no nombró a Pulisic o al entrenador de EE.UU. Mauricio Pochettino directamente, el mensaje fue inconfundible: en el campamento de los Rojos, el deseo de representar al equipo nacional supera la fatiga personal.