El martes 10 de junio, la Sala del Senado dio luz verde a la reforma política que busca terminar con la proliferación de partidos y con el llamado transfuguismo, más conocido como “discolaje” político. La iniciativa no genera consenso en la Cámara ni en el oficialismo, por lo que está por verse si verá la luz y como.
– ¿En algún momento estuvo preocupado por el desenlace de la votación? Se lo pregunto porque también había hartos detractores.
– No. Incluso algunas normas se aprobaron con 33 votos y se necesitaban 27. Creo que hay una mayoría substancial en favor de esto y la discusión que hemos hecho con el mundo académico, intelectuales; y quienes no hacen un cálculo interesado, claramente respaldan esta iniciativa, que mejora profundamente el sistema político.
– ¿Qué opina de que los partidos pequeños se opongan a esta reforma por el umbral del 5%, esencialmente?
– Bueno, todo se puede conversar. Incluso hay un transitorio para efectos de bajar ese umbral en la primera elección.
– Los críticos dicen que ese 4% es insuficiente y sospechan que se busca hacerlos desaparecer.
– De ninguna manera. Lo que buscamos es que no exista una proliferación de partidos chicos. Todo partido aspira a crecer, pero no puede ocurrir que personas descontentas en un partido, se vayan, formen otro y gocen de los mismos beneficios que los que tienen un caudal electoral importante. Los incentivos están mal puestos, porque no es normal ni sano para un sistema político tener 23 partidos. No es bueno para el Parlamento ni para un gobierno.
– ¿Hay consenso en eso?
– Yo no escuché a nadie, absolutamente nadie, que no tenga un diagnóstico malo respecto del sistema político tal cual está. En eso no hay ninguna opinión distinta. Y me llama mucho la atención que partidos que votaron a favor de esta norma en el texto de Bases Constitucionales, en el segundo proceso constitucional, hoy día rasguen vestiduras. Hay que ser coherentes.
– ¿A quiénes se refiere exactamente?
El Partido Comunista, el Frente Amplio, la Democracia Cristiana… Todos ellos suscribieron ese acuerdo, que fue desde el Partido Republicano al Partido Comunista, en el que se fijaban estos criterios y ahora los desconocen. Eso se llama… O sea, no lo entiendo. Tendrán que explicar ellos por qué cambian de opinión respecto de lo que suscribieron hace dos años y hoy día lo critican tan ácidamente.
“La historia tendrá que juzgar el comportamiento de los distintos partidos y actores políticos en este proceso”
– ¿Qué espera que pase en la Cámara? Porque en la DC están dispuestos a apoyar, si es que se busca una fórmula para mitigar el efecto del umbral.
– Eso ya es labor del Gobierno. Valoro que el Presidente Boric haya impulsado esta iniciativa. El propio ministro del Interior estuvo trabajando en ella. Ahora es tarea del Ejecutivo poder generar el acuerdo necesario para -insisto- tener un mejor sistema político. En eso no podemos hacernos los desentendidos, no podemos tapar el sol con un dedo. Frente a la tremenda fragmentación que existe en el Parlamento, 23 partidos no es sostenible. Es indispensable que se siga avanzando con el impulso del Ejecutivo.
– El Gobierno anunció un proyecto que, de alguna manera complementa, este. ¿Qué esperaría?
– Esta es una reforma constitucional. El Gobierno va a trabajar en una reforma legal; y si se avanza en paralelo, bienvenido. Pero mi objetivo, y el que hemos impulsado detrás de esto, es darle seriedad, responsabilidad, al sistema político. En eso, la historia tendrá que juzgar el comportamiento de los distintos partidos y actores políticos en este proceso.
– ¿Cuánto puede influir esta reforma en mejorar el ambiente económico en Chile?
– Un buen sistema político da estabilidad al país y a todos los actores. Este sistema da estabilidad económica, social y política, porque da más tranquilidad y evita el transfuguismo, que es el paso de parlamentarios de una coalición a otra sin ninguna explicación a sus electores.
– ¿Sondearon al sector empresarial antes de ingresar el proyecto?
– No.
– Respecto de los díscolos, la reforma tiene un inciso según el cual el parlamentario no pierde su escaño si renuncia al partido porque los principios de este cambiaron. Algunos dicen que eso le ofrece una salida al legislador. ¿Se habrán equivocado con eso?
– No. Es respetuoso. Porque si se genera un cambio fundamental en los principios de un partido y no son lo que creemos entender hay que respetar que se quiera renunciar a él. Pero ser electo por una sigla, haber sido financiado, apoyado y respaldado por esa sigla y, luego, pasarse a otra coalición… Eso no le hace bien al sistema político. Respeto las convicciones personales, pero es atentar contra quienes optaron por el parlamentario de tal o cual partido o coalición.
– ¿Tiene la certeza de que su bancada en la Cámara va a apoyar esta reforma?
– Le corresponde a la presidenta del partido (resolver eso) y en su Comisión Política, el PS resolvió apoyar esta iniciativa. Espero que eso se cumpla porque no nace sólo de los mocionantes, sino de un acuerdo y un documento elaborado en el segundo proceso constituyente, en el cual hubo un consenso por impulsarlo.
– ¿Le preocupan los eventuales efectos políticos de este proyecto? Porque, según Tomás Hirsch, se podría generar un quiebre en la coalición. Y los independientes en el PPD tampoco están en disposición de aprobarlo.
– Bueno, hay que seguir conversando, pero creo que no es correcta esa acérrima oposición que manifiestan algunos parlamentarios. Hay que sincerar las posiciones y si a alguien le gusta el sistema fragmentario y esa dispersión que lo diga, pero no busquen excusas. Insisto, le recuerdo principalmente al PC, al Frente Amplio, a la izquierda, que ellos suscribieron absolutamente, en el segundo proceso constitucional, lo que nosotros tradujimos a proyecto de reforma constitucional, casi textual.