Así era Fordow, la fortaleza nuclear iraní destruida por bombardeo estadounidense

Donald Trump informa sobre ataques a instalaciones nucleares en Irán

Donald Trump informó este sábado los ataques contra tres instalaciones nucleares de Irán, específicamente las que se ubican en Fordow, Natanz y Esfahán. La primera de esta lista es considerada una de las más inaccesibles por el programa nuclear iraní, además de ser de las más protegidas por el régimen.

La planta de enriquecimiento de uranio de Fordow, ubicado a aproximadamente 90 kilómetros al suroeste de Teherán, cerca a la ciudad santa de Qom, fue atacada y destruida según información de la prensa iraní, pese a estar enterrada a 80 metros de profundidad por roca sólida y capas de concreto armado.

Desde el último miércoles se lleva a cabo el programa para evacuar por aire y mar a ciudadanos estadounidenses que desean salir de Israel debido al conflicto armado.

Catalogada como una instalación hecha “para resistir”, estuvo escondida por muchos años hasta su descubrimiento en 2009 por una declaración conjunta de Estados Unidos, Reino Unido y Francia, que acusó a Irán de construir en secreto una instalación “incompatible con fines pacíficos”.

En 2015, Irán se comprometió a convertir la planta en un centro de investigación y limitar el número de centrifugadoras operativas, así como suspender el enriquecimiento de uranio por 15 años, en el marco del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA). Sin embargo, cuando Estados Unidos se retiró del pacto en 2018, bajo la presidencia del propio Trump, Fordow retomó sus actividades.

Un ataque israelí provocó que en 2021 se aceleren las operaciones, momento en que las centrifugadoras comenzaron a enriquecer uranio al 60 %, un nivel muy por encima del umbral permitido para fines civiles y próximo a la pureza necesaria para fabricar armas nucleares. 

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Asimismo, el diseño de Fordow lo convertía en una fortaleza nuclear, pues sus salas de centrifugado estaban selladas en el interior de una rocosa montaña, preparada para resistir ataques aéreos directos, aunque pocas bombas conocidas podrían penetrar la masa rocosa de 80 metros que la protegía.

La única opción viable era la GBU-57 A/B estadounidense, una bomba de 14 toneladas con guía de precisión, capaz de perforar hasta 60 metros de concreto antes de detonar. Esta arma solo puede ser lanzada desde un bombardero B-2 Spirit, del cual solo dispone la Fuerza Aérea de Estados Unidos.

Pero los iraníes no confiaban solo en la capacidad de resistencia de capas de concreto y roca sólida, pues estaba equipada con sistemas de defensa aérea S-300 de fabricación rusa, y respondía al control de la Guardia Revolucionaria. 

De más está decir que los accesos al complejo eran muy limitados, contando con apenas dos túneles de entrada y una red de búnkeres y personal entrenado con protocolos de contención radiactiva y monitoreo permanente.

Además de este bastión, Estados Unidos también atacó las instalaciones en Natanz y Esfahán, según lo anunciado por Donald Trump.

“Hemos completado nuestro ataque muy exitoso contra los tres sitios nucleares en Irán, incluyendo Fordow, Natanz y Esfahán (…) Felicitaciones a nuestros grandes guerreros estadounidenses. No hay otro Ejército en el mundo que pudiera haber hecho esto. ¡Ahora es el momento de la paz! Gracias por su atencion”, publicó.

 

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