Atacar a Harfuch es igual a destrozar la única esperanza

Omar García Harfuch demostró en la Ciudad de México su habilidad como policía por dos razones. La primera, recibió la oportunidad: en 2019, a los 37 años de edad, la entonces jefa de gobierno Claudia Sheinbaum lo nombró titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana. La segunda razón del éxito de Harfuch radicó en que tenía facultades para actuar de inmediato —sin desgastarse en marañas burocráticas— cuando en la capital del país se presentaban hechos violentos.

Harfuch no es un policía improvisado. Estudió derecho en la Universidad Continental y una licenciatura en seguridad pública en la Universidad del Valle de México. En el extranjero, específicamente en Massachusetts, Estados Unidos, cursó un diplomado en seguridad nacional e internacional en una de las más importantes instituciones de educación superior del mundo, Harvard, y además participó en un seminario para desarrollar agentes del orden impartido por el FBI en Quantico, Virginia.

Antes de llegar al cargo que Claudia Sheinbaum le dio en 2019 Omar García Harfuch ya tenía experiencia policiaca en el gobierno federal. Con el nombramiento aplicó sus conocimientos para reorganizar la policía capitalina y operó donde tenía que hacerlo. Los resultados fueron notables. Si algo hay que agradecer a Julio Scherer es que haya influido para que a Harfuch lo aceptara la 4T.

Ahora es el secretario de Seguridad de Seguridad y Protección Ciudadana del gobierno de México. Tiene el nombramiento y ha elaborado un plan viable. El problema es que Harfuch no tiene facultades para actuar de inmediato en todas partes.

Hace un par de días al menos 10 personas fueron asesinadas en Querétaro. Tales crímenes tiene que investigarlos la administración pública queretana. Y, claro está, si una institución debió haberlos evitado es la responsable de seguridad en la entidad de Mauricio Kuri, quien ha sido un muy buen gobernador pero ya ha sido rebasado por las mafias. Sus policías, evidentemente, no pueden: esta es la verdad. Tendrán que recibir ayuda de la Guardia Nacional y hasta de la Fiscalía General de la República.

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Omar García Harfuch conoce de investigación policiaca, pero en atrocidades como la de Querétaro no le corresponde intervenir, no de inmediato. Tampoco si hay hechos violentos en Nuevo León, Baja California, Quintana Roo, etcétera.

Hoy, en El Financiero, Raymundo Riva Palacio cuestiona “una serie de reformas constitucionales que Sheinbaum presentó la semana pasada al Senado, que en el papel apuntan a la creación de una supersecretaría”, precisamente la encabezada por Harfuch.

El mencionado columnista habla de que con tales reformas habrá “suplantación de funciones”, sobre todo en lo relacionado con “la facultad para investigar delitos”. Riva Palacio asegura que ya hay grilla porque, si Harfuch se convierte en el gran investigador policiaco, quitará poder a la Fiscalía General de la República y a las fiscalías estatales.

Lo cierto es que las fiscalías y las policías de los estados no funcionan. Si se molestan quienes las dirigen porque los agentes de Harfuch investigarán, que se molesten. Será responsabilidad de los gobernadores poner orden. Con la terrible experiencia reciente, supongo que el panista Mauricio Kuri ya debe estar pensando en que lo mejor que le puede pasar es que Omar García Harfuch aparezca en territorio queretano para empezar a limpiarlo de delincuentes que seguramente llegaron de Guanajuato o de Jalisco o de cualquier otro lugar.

Por lo demás, no veo al fiscal general Alejandro Gertz Manero, un hombre institucional y muy serio, en plan de novio celoso. Gertz es un profesional que no rechazará ningún proyecto de la presidenta de México que contribuya a pacificar tantas regiones del país que siguen aterrorizadas por la guerra perdida de Felipe Calderón iniciada hace tantos años y que se ha complicado con el paso del tiempo. Solo la superaremos si todas las dependencias del gobierno se coordinan. De la autoridad y firmeza de Claudia Sheinbaum que así ocurra.

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