En una decision esperada, el Banco Central redujo la tasa de interés en un cuarto de punto, llevándola a 4,75%, su menor nivel en tres años y medio. Se trató del primer recorte en siete meses, en una medida orientada a estimular la actividad economica y que podría ser reforzada con nuevas bajas durante los próximos trimestres.
La resolución, adoptada en forma unánime por el Consejo y ya internalizada por el mercado, venía siendo cimentada en los últimos Informes de Política Monetaria (IPoM), a partir de la evidencia de una moderación en la trayectoria de los precios internos. En este marco, el recorte de 25 puntos base -el primero desde diciembre de 2024- era ampliamente previsto, tanto en su oportunidad, como en su magnitud.
Aunque la actividad ha evolucionado conforme a lo previsto, existen indicios de reversión en algunos factores de oferta.
Un factor clave fue que la inflación total se ubicó por debajo de lo anticipado en el IPoM de junio. En dicho mes, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) bajó 0,4%, llevando la medición anual de 4,4% a 4,1%; mientras que la inflación subyacente -que excluye los componentes más volátiles- no registró cambios mensuales y su incremento anual se ubicó en 3,8%. A ello se sumó que tanto la Encuesta de Expectativas Económicas (EEE), como de la Encuesta de Operadores Financieros (EOF) muestran expectativas ancladas en 3%.
Este cuadro se ha mantenido pese a la persistente incertidumbre internacional, derivada de las tensiones comerciales y su impacto en la economía global. El instituto emisor señaló que el nivel promedio de aranceles en Estados Unidos se proyecta superior a lo estimado al cierre del IPoM de junio, un elemento adverso para los exportadores hacia ese destino, aunque probablemente se vea atenuado tras la exclusión del cobre refinado de los incrementos tarifarios. Por otro lado, persisten las tensiones geopoliticas, pese al término del conflicto entre Irán e Israel.
Se trata de un entorno que sigue exigiendo prudencia, pero que habilita espacio para una política monetaria más flexible, en línea con el enfoque adoptado por el instituto emisor. Ello se justifica en parte porque, si bien la actividad local ha evolucionado conforme a lo previsto, existen indicios de reversión en algunos factores de oferta que habían impulsado la economia a inicios de año.
En su análisis para rebajar la tasa, el Banco Central destacó el deterioro del mercado laboral, caracterizado por una lenta creación de empleo y un incremento en la tasa de desocupación. Las cifras del INE dieron cuenta ayer que ésta alcanzó a 8,9% en el trimestre abril-junio -sin variación respecto del trimestre anterior- en un escenario en que acumula más de dos años y medio por sobre el 8%, mientras la tasa de desempleo entre mujeres comienza a asentarse en torno a 10%, los períodos sin trabajo se prolongan y comienza a observarse una afectación creciente entre profesionales calificados. Se trata de hechos críticos que inciden directamente en el bienestar de las familias, lo que refuerza la necesidad de que la política monetaria sea menos restrictiva, aunque ésta, en ningún caso, puede ser la única herramienta de respuesta.