Pero en un momento de polarización política y creciente desconfianza en las instituciones, incluso la filantropía más grande y bien intencionada puede estar en peligro de ser arrastrada por la marea.
Ha buscado cumplir objetivos que, al menos hasta hace poco, casi todos los estadounidenses podían respaldar.
Estos incluían reducir las muertes maternas e infantiles, combatir enfermedades infecciosas, intentar mejorar los rendimientos de los agricultores pobres y elevar los estándares educativos, principalmente en el extranjero pero también en EEUU Estos objetivos estaban alineados con los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU adoptados en 2015, sucesores de los anteriores Objetivos del Milenio.
Pero en la era Trump, tales aspiraciones políticas —que incluyen “igualdad de género”, “fin de la pobreza” y “acción por el clima”— se han vuelto polémicas. En un discurso en la Asamblea General de la ONU en marzo, el alto funcionario de la misión estadounidense ante la ONU, Edward Heartney, dijo que la administración Trump “rechaza y condena” los ODS, los cuales “promueven un programa de gobernanza global blanda que es inconsistente con la soberanía de EEUU y perjudicial para los derechos e intereses de los estadounidenses”.
Gates es contundente en su opinión sobre Musk, a quien acusa de ser responsable de “matar a los niños más pobres del mundo” al desmantelar la Usaid. Pero es mucho más reacio a criticar directamente a Trump. En diciembre pasado, Gates voló a Mar-a-Lago para una cena de tres horas con el entonces Presidente electo, después de la cual le dijo al Wall Street Journal que quedó “francamente impresionado” con el interés de Trump por la innovación en vacunas y VIH.
Desde entonces, Gates ha mantenido esa postura a pesar de las pruebas de que Trump apoya completamente el ataque a la salud global. Tras la decisión de Musk de desmantelar la Usaid, Trump dijo que la organización había estado dirigida por un grupo de “lunáticos radicales”. Gates sugiere que el presidente quizás no entiende del todo el impacto de los recortes, insinuando que, con persuasión, podrían revertirse en parte.
“Yo no sé si el Presidente Trump es consciente de que estos recortes significarán, en el caso del VIH, que cientos de miles de bebés se infectarán y literalmente más de un millón de personas [morirán]”, dice. “Tanto con el Poder Ejecutivo como con el Congreso, vamos a abogar por la restauración de cantidades sustanciales de este dinero”.
Si bien Gates es cauteloso con antagonizar a Trump, no está dispuesto a admitir que los objetivos de salud global e igualdad que ha defendido durante tanto tiempo ya no son compartidos por el pueblo estadounidense.
“Estados Unidos no se volvió dramáticamente más pobre ni, espero, menos moralmente ilustrado”, dice. “En general, asumo que está bien salvar vidas de niños fuera de Estados Unidos”.