El Papa que ha elegido el nombre León XIV ha sido visto como un indicativo de que la agenda social será su prioridad. El último en llevar este nombre fue León XIII, quien publicó la encíclica Rerum Novarum (1891), considerada el documento fundacional de la Doctrina Social de la Iglesia: en medio de la revolución industrial, abordó los conflictos sociales y laborales y se pronunció a favor de los derechos de los trabajadores y la responsabilidad social de las empresas.
Antes de convertirse en León, Robert Francis Prevost tuvo un largo camino para llegar a ser el líder de la Iglesia Católica a los 69 años.
Nacido en Chicago, Estados Unidos, en septiembre de 1955, su padre tiene ascendencia francesa e italiana y su madre tiene raíces españolas. Se formó en la Orden de los Padres Agustinos, se graduó en Matemáticas y más tarde también estudió Filosofía. A los 27 años, se trasladó a Roma para estudiar Teología y, después de ser ordenado sacerdote, en 1984 Prevost se fue en misión a Chulucanas, Perú.
En ese país -del que hoy tiene la nacionalidad- pasó décadas ocupando diferentes cargos. De hecho, luego de una breve estancia en su ciudad natal, en 2015 regresaría a América Latina como obispo de Chiclayo. Fue nombrado para ese cargo por el Papa Francisco, quien años más tarde, en 2023, lo llamaría a Roma como prefecto del Dicasterio para los Obispos, ascendiendo a arzobispo.
Prevost se ha descrito como un ávido lector y como un tenista aficionado. “Desde que salí de Perú, he tenido pocas oportunidades para practicar, así que estoy deseando volver a la cancha”, dijo en una entrevista publicada por la Orden Agustiniana en 2023.
Curiosamente, mientras era nombrado Papa, también se estaba celebrando el Masters 1000 en Roma y su imagen fue proyectada en la cancha principal del recinto.
Posición ideológica
El nuevo Papa es percibido como una figura moderada y conciliadora -la revista Time lo calificó de “centrista”-, capaz de encontrar equilibrios entre los diferentes sectores dentro de la Iglesia.
Más allá de la elección de nombre y su cercanía a Francisco I, hay otros elementos clave en su postura que representan una continuidad del legado del argentino.
El principal es que también promueve la “sinodalidad” de la Iglesia, un concepto que busca fortalecer la participación de los laicos -especialmente jóvenes y mujeres- en la institución y en la dirección que esta toma, representando una apertura de las estructuras de la Iglesia.
En común con Francisco también tiene su preocupación por la situación de los migrantes -a la que dedicó esfuerzos en Perú, donde hay más de 1,5 millones de venezolanos- y sus deseos de que la Iglesia desempeñe un papel relevante en la lucha contra el cambio climático. Estos dos temas, advirtió Financial Times, podrían enfrentarlo con la administración de Donald Trump.