Cuando las cortinas del balcón del Vaticano dieron paso a Robert Prevost, en Bogotá, el teólogo y doctorado en Sociología, César Piscoya, no podía creer lo que estaba viendo. Su amigo de más de 28 años era quien asumía como la cabeza de la Iglesia Católica.
Se conocieron en octubre de 1997 en Chiclayo, al norte de Perú, cuando Piscoya decidió comenzar su camino como agustino, “y él fue quien me fue a recoger a mi casa y fue el que, como una madre con lágrimas y un padre que no sabía qué hacer, me acogió y me dijo que el camino que había decidido era el mejor”.
Esa noche, sin perder el tiempo, el ahora Sumo Pontífice “montó mi bicicleta y mi computadora a la camioneta y nos fuimos riendo todo el camino. Fue maravilloso”.
“Es una persona muy responsable, muy comprometida con las tareas que se le asignan. Como valor, la prudencia y el silencio. Sabe escuchar. Es muy respetuoso de la persona, de su dignidad. Sabe abrazar y acoger”.
El teólogo nació en Chiclayo, ciudad donde Prevost fue obispo y se dedicó al servicio en las comunidades rurales. En esa misma comunidad, el Papa fue el encargado de acompañarlo y guiarlo en su proceso de formación, tarea que realizó por más de 10 años.
Reconoce que con el tiempo sus visitas comenzaron a ser esporádicas, ya que él viajó a Bogotá y León XIV a Estados Unidos. Sin embargo, en 2017 se reencontraron en Perú y trabajaron juntos hasta diciembre de 2022.
Nombramiento
Cuenta que apenas supo del anuncio le mandó un mensaje al teléfono personal del Papa y le dijo “desde ahora en adelante tienes todas mis oraciones”, y que le pidió que continuara siendo el mismo.
– ¿Se esperaba la noticia?
– No, no lo esperaba. Yo siempre lo molestaba, cuando estábamos juntos en Chiclayo, cuando él era obispo. Yo le decía: “Muchas tareas te está dando Francisco, mucho vas a Roma. Cuidado, quizás te terminas quedando”. Lo decía porque pensaba que lo harían cardenal, nunca pensé que lo harían Papa. Tampoco él, estoy seguro.
La personalidad de León XIV
– ¿Cómo es él?
– Es una persona muy responsable, muy comprometida con las tareas que se le asignan. Como valor, la prudencia y el silencio. Sabe escuchar. Es muy respetuoso de la persona, de su dignidad. Sabe abrazar y acoger. Es una persona muy cercana al hombre, a la mujer, al niño, al adulto, al que tiene y al que no tiene. Él nunca hizo diferencias. Él es agustino, promovió la unidad y la comunión. Eso lo define. Además, es muy disciplinado. Un hombre de estudio y de oración.
– ¿Cuál es su estilo?
– Es una persona que, antes de involucrarse, antes de estar en un espacio, quiere saber qué hay, qué preocupa, qué proyecciones puede tener ese diálogo. Él no llega al vacío. Él no llega a donde no hay nada. Él se involucra primero en la realidad.
Segundo, escucha el contexto, a las personas, hasta el final. No da una opinión sino hasta que ya escuchó a cada uno, y la opinión que forma la recoge de quienes las han vertido y así construye una respuesta, un discernimiento.
Creo y espero que esta actitud la siga teniendo Robert -o Roberto como lo conocen en Perú-, esto seguirá siendo León XIV.
Su mensaje
– ¿Qué temas le pueden preocupar al Papa?
– La unidad, la comunión, es un tema que siempre le preocupó. Cuando servimos en Chiclayo, él siempre me dijo: “Por delante la comunión, por delante la unidad. Esto tiene que ser nuestro horizonte”.
Estoy seguro que ese es y será el horizonte que él tiene, porque lo expresó cuando dio su saludo. Expresó: “La paz y para todos”, y ese todos lo repitió constantemente.
Y además, utilizó una frase de San Agustín, “para ustedes soy obispo, pero con ustedes soy cristiano”. Remarcó: “Con ustedes soy cristiano”. La preocupación de estar al servicio del pueblo, como lo hizo Francisco, de ser uno más con nosotros.
– ¿Cuál fue el último mensaje que le dejó personalmente el Papa?
– Esta palabra no la dejo de compartir. Yo estaba muy triste y había muchos problemas. Le dije que ya no podía más, y él me dijo, “César, no importa lo que los demás hagan, tú no dejes de hacer el bien. Sé buen cristiano, nunca te canses de hacer el bien”. Me lo repitió tres veces. Yo creo que ese es el mensaje de él para nosotros.
Director espiritual
– ¿Qué tanto conoce al Sumo Pontífice?
– Compartimos una vida, pudimos soñar juntos, llorar juntos, reír juntos. Él fue mi director espiritual y mi maestro. Me acompañó vocacionalmente. Es un hombre maravilloso y cuando supe la noticia no tuve más que llorar.
– ¿Qué historia puede contar de cuando compartieron juntos?
– En 2022, en noviembre, nos estábamos despidiendo, él tenía que ir a Roma. Y le dije, “Robert sé que te vas”, a lo que él responde: “¿Y tú qué vas a hacer?”. Yo le dije que me iba a ir a Huacho, una ciudad muy cerca de Lima. Y me dijo: “Por favor no dejemos de comunicarnos”.
Y le pedí algo: “Quiero ir al Vaticano y quiero abrazar a un Papa, ojalá que me puedas permitir eso. Estuve cerca de Juan Pablo II, de Ratzinger, de Francisco, siempre cerca, pero nunca pude abrazarlos”. Y él me tomó y me dijo “abrázame”, y nos abrazamos fuerte. Esa anécdota me hizo llorar hoy, cuando supe que fue nombrado Papa. Al final, se cumplió lo que quería.