En la célebre reunión entre Trump y Zelenski se acuñó una frase que capturó el desequilibrio del momento: “tú no tienes las cartas”. En el reciente acuerdo marco entre China y Estados Unidos, quedó claro quién sí las tiene: China. Esta vez, las negociaciones no giraron en torno a aranceles, sino a restricciones de exportación. EEUU necesita minerales críticos; China, semiconductores. Fue Trump quien pidió la reunión. Pestañeo primero.
Los minerales críticos no solo son esenciales para el desarrollo de tecnologías como AI y la descarbonización, sino -y quizás más relevante-— para la industria militar. De ahí su valor geopolítico. En su Global Critical Minerals Outlook, la Agencia Internacional de Energía muestra cómo China ha consolidado un control casi monopólico de la cadena de valor de estos minerales, combinando política industrial, inversores estratégicas y controles de exportación. De los 20 minerales analizados, China refina 19, con una participación promedio del 70 %. En las tierras raras, su dominio es abrumador, alcanzando entre el 85 % y el 95 % del refinado global.
“Esta vez, las negociaciones no fueron sobre aranceles. EEUU necesita minerales críticos; China, semiconductores. Fue Trump quien pidió la reunión. Pestañeo primero”.
Este dominio no es casual. China comprendió tempranamente que controlar el acceso a estos minerales otorga una ventaja estratégica no solo para el desarrollo tecnológico, sino como herramienta geopolítica. Ya en 2010, impuso un embargo a Japón en el marco de una disputa territorial. Como resultado Japón se vio obligado a diversificar sus fuentes, invertir en proyectos y pagar sobreprecios por seguridad de suministro. Aun así, solo logró reducir su dependencia del 90% al 60%.
El predominio chino se extiende también a las etapas finales de la cadena de valor. Concentra más del 80% de la producción mundial de baterías y del reciclaje de componentes críticos. Sus subsidios estatales han empujado los precios a niveles que dificultan la entrada de nuevos actores. Cuando empresas extranjeras intentan competir, China responde inundando el mercado, bajando los precios hasta hacer inviables cualquier competencia. Su objetivo es mantener el control.
Ahora el resto del mundo corre para ponerse al día. Pero el informe de la IEA dice claramente que la diversificación no ocurrirá de forma automática, ni puede dejarse al arbitrio de las fuerzas del mercado. En este escenario, las decisiones de inversión no responden criterios económicos, sino al interés estratégico de los Estados.
Chile tiene buenas cartas para posicionarse como un actor relevante en la gobernanza global de estos recursos. Pero no basta con tenerlas, debe jugar esta mano con inteligencia, visión de largo plazoy voluntad política. Debemos tener una estrategia nacional que nos permita dejar atrás el rol de meros proveedores de materias primas y lograr influir en toda la cadena de valor. Porque incluso con buenas cartas, se puede perder si no se juegan bien.