Señor Director:
La reciente salida del director general de Concesiones de Obras Públicas del MOP no debe interpretarse como un hecho aislado. Por el contrario, es otro capítulo más en una seguidilla de cambios que, en los últimos diez años, han convertido esta área estratégica en un espacio con alta rotación y, consecuentemente, inestabilidad institucional. La mayoría de los directores o coordinadores han permanecido entre uno y tres años, algo preocupante dada la envergadura de los proyectos que gestionan.
Paradójicamnte, aunque el modelo de concesiones está diseñado para ciclos a mediano y largo plazo —con planes quinquenales que evitan injerencias políticas—, la constante rotación de autoridades termina por politizar su gestión. Cada nuevo director redefine prioridades, designa equipos distintos, ajusta criterios y, en ocasiones, detiene procesos en curso. Así, lo que debería ser una política de Estado acaba siendo, en el mejor de los casos, una política de gobierno. Mientras tanto, el Ministerio de Hacienda anuncia un fast track para acelerar proyectos de inversión.
Quien asuma como nuevo/a director/a general de Concesiones de Obras Públicas del MOP enfrentará desafíos clave: reactivar obras paralizadas, licitar los 15 proyectos en cartera (valorados en US$ 8.000 millones), mejorar la fiscalización y recuperar la confianza ciudadana.
Para lograrlo, se requieren continuidad y estabilidad. Solo así las concesiones podrán ser la herramienta eficaz que Chile necesita para su desarrollo.
Óscar Gajardo Carreño
Socio de GDO Abogados