Las cifras de cuentas nacionales del primer trimestre de este año sorprendieron a los analistas en cuanto a crecimiento del PIB. El 2,3% informado por el Banco Central estuvo por encima del 2% que se había anticipado al tomar como referencia los respectivos Imacec, que fueron ajustados al alza al incorporar nueva información y, por tanto, la cifra definitiva terminó siendo algo más alta. Pero aun cuando la comparación desestacionalizada con los últimos tres meses de 2024 dio cuenta de un alza de 0,7% entre enero y marzo, en ningún caso podría desprenderse de este resultado el embrión de un cambio de tendencia.
Está quedando de manifiesto, una vez más, el sentido de urgencia que reviste cambiar la tendencia de la inversión.
Entre los componentes del gasto del PIB, la demanda interna (consumo más inversión) apenas aumentó 1,2% -y prácticamente cero en términos desestacionalizados-, destacando un alza en el consumo de gobierno de 3,1% y una caída en la formación bruta de capital de 1,4%. El factor que incidió con mayor fuerza en el crecimiento del primer trimestre fue la demanda externa, destacando el fuerte incremento de las exportaciones (10,7%), cifra superior a la observada en cada uno de los cuatro trimestres en 2024.
Lo que pueda acontecer con la evolución del PIB en lo que resta del año sigue siendo una incógnita, pues la estrategia de guerra comercial iniciada por EEUU es todavía una noticia en desarrollo, sin claridad sobre el impacto que tendrá en la actividad económica mundial durante los próximos meses.
Sobre lo que no hay duda es que Chile deberá perseverar y redoblar esfuerzos en la búsqueda de nuevos mercados. Aunque a todas luces es insuficiente, el crecimiento observado del PIB está siendo sustentado por las exportaciones, ya que la demanda interna –en particular la formación bruta de capital fijo y el consumo de los hogares- no da señales de despegue. Y no deja de sorprender que sea el consumo del gobierno la variable de gasto que esté mostrando una mayor expansión, en un contexto en que el desequilibrio observado en las finanzas públicas obligará a un ajuste significativo en los desembolsos fiscales.
Con ello, está quedando de manifiesto, una vez más, el sentido de urgencia que reviste cambiar la tendencia de la inversión. Es de sobra conocido que el listado de proyectos que está tramitando su aprobación en distintas instancias es amplio, de manera que tan solo abriendo las compuertas burocráticas sería posible cambiar el rumbo. El ministro Marcel mencionó hace algunos días que próximamente se anunciarían medidas del tipo fast track para proyectos que cumplan determinadas condiciones, lo cual ciertamente será bienvenido. Es de esperar que ante la emergencia derivada de la falta de inversión, las propuestas sean definitivamente más ambiciosas, permitiendo, por ejemplo, que para el inicio de proyectos baste una declaración jurada de los inversionistas con el compromiso de dar cumplimiento paulatino a lo que exigen las normas, minimizando así los espacios de discrecionalidad.