El mercado global de vinos de lujo atraviesa una de sus peores crisis en años. Durante el primer semestre de 2025, la plataforma internacional London International Vintners Exchange (Liv-ex), referente en el comercio de vinos finos, reportó una sostenida caida en los precios, incertidumbre comercial y señales claras de desaceleración.
A diferencia del auge vivido durante la pandemia, cuando los inversionistas minoristas impulsaron la demanda de vinos como activos de refugio, hoy el escenario es diametralmente opuesto.
Según reportó Financial Times, los compradores ya no están interesados en guardar botellas como inversión o para envejecimiento. Prefieren consumir en el corto plazo. Ese cambio de comportamiento ha impactado con fuerza en los mercados tradionales del vino de alta gama.
Según datos de Liv-ex –London International Vintners Exchange–, los vinos provenientes de Burdeos y Borgoña han sido los más afectados. En los últimos dos años, el índice Liv-ex 500, que agrupa los principales vinos de Burdeos, cayó un 23%, mientras que el Burgundy 150, enfocado en vinos de Borgoña, retrocedió un 27%. Estas cifras reflejan no solo un cambio en las dinámicas de consumo, sino también un agotamiento del impulso financiero que sostuvo a este segmento durante el confinamiento global.
La crisis no se limita a los vinos de lujo. Según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), el consumo mundial de vino alcanzó en 2024 su nivel más bajo desde 1961, lo que da cuenta de una crisis más profunda y estructural en la industria.
Factor arancel
Varios factores explican la contracción del primer semestre de este año, que se esperaba tuviera un mejor resultado que el período anterior.
Una de las principales variables ha sido la amenaza de imponer aranceles del 200% al vino europeo por parte de Estados Unidos, el mayor mercado consumidor de vinos de lujo. Esta medida, aunque no concretada, bastó para generar un retiro masivo de compradores norteamericanos en el segundo trimestre del año, argumentan en el informe.
A ello se suma la depreciación del dólar frente al euro, que ha encarecido las importaciones de vinos europeos y ha reducido el atractivo de adquirir botellas provenientes de regiones como Burdeos o Piamonte. Por otra parte, la campaña “En primeur 2024” en Burdeos, esperada como una oportunidad para revitalizar el mercado, tuvo un impacto muy limitado y no logró entusiasmar a los compradores ni generar el volumen de ventas necesario para cambiar la tendencia.
El informe también recoge declaraciones de Sophia Gilmour, analista de Liv-ex, quien subrayó que la estabilidad en materia arancelaria será clave para sentar las bases de una recuperación.
De todos modos, según Gilmour, aunque se logre claridad sobre los aranceles, será necesario esperar algún factor adicional —como una reactivación del mercado asiático o ventas rápidas de excedentes— para impulsar una recuperación real en el sector.
Chile resiste
Pese a este escenario global desfavorable, Chile ha logrado mantenerse al margen de los impactos más severos, al menos por el momento. Aunque se ha registrado una caida en el volumen de exportaciones de vinos premium y de lujo, los precios se han mantenido estables e incluso al alza.
Según el informe de mayo de Wines of Chile, las ventas de vinos con un precio superior a los US$60 por caja aumentaron un 15% en valor, a pesar de que su volumen retrocedió un 8,4 %. Esto sugiere que, aunque se vendieron menos unidades, se logró conservar e incluso mejorar el posicionamiento de marca y el valor percibido de estos productos en el extranjero.
Un caso emblemático es Don Melchor, elegido por la revista Wine Spectator como el mejor vino del año en noviembre de 2024. Este reconocimiento impulsó significativamente su demanda y reforzó el prestigio de su casa matriz, Viña Concha y Toro, que ha enfrentado el contexto internacional con una estrategia de diversificación geográfica y una fuerte presencia en más de 130 mercados.
Desde la viña VIK, otra marca reconocida en el ranking internacional, aseveran no haber visto una disminución significativa en el consumo en sus vinos de lujo. Atribuyen su resiliencia a la fortaleza del canal e-commerce, que ha ganado peso en el mercado interno y ha permitido sostener un crecimiento anual. Incluso en 2024 lanzaron el vino más caro de su portafolio, con un precio de US$ 180, lo que demostraría -a su juicio- que todavía existe espacio para productos de alta gama dentro del segmento premium chileno.
A diferencia de Europa, los productores chilenos como la viña VIK no han debido reducir sus precios para mantener la demanda, aunque sí reconocen que el contexto global ha dificultado aumentarlos como se esperaba.
Desde la consultora Bain son optimistas. “El mercado atraviesa una recalibración estratégica de precios que abre oportunidades renovadas y más ventajosas para compradores con visión de largo plazo e inversores sofisticados”, apuntó el Office Head de Bain en Chile, Marcial Rapela.
Esta reconfiguración ha generado condiciones especialmente atractivas en determinadas regiones, permitiendo acceder a vinos de clase mundial con mayor efiencia de capital. “Esta normalización de precios, lejos de ser una debilidad, demuestra la madurez y sofisticación del mercado, en donde los vinos de alta gama mantienen su poder de pricing premium”, concluyó.