Clemente Pérez
Desilusionados están en el Socialismo Democrático y en la DC con el Frente Amplio (FA). La campaña de Winter les saca en cara el CAE, las concesiones y otras políticas públicas de la Concertación. Y en vez de defender estas políticas, prefieren mirar al cielo, victimizarse, manifestar su desilusión. Solo llaman a cuidar las formas y a moderar el debate. Pero igual van a votar en las primarias junto al FA, que los maltrata.
Esta historia no es nueva. Lo mismo ocurrió para la Convención Constitucional. Se quejaron de los votos en la ducha, de los disfraces, de la plurinacionalidad, de la eliminación del Senado, de la expropiación a precio justo, pero igual fueron disciplinados a votar Apruebo. Como sabían que no era un buen voto le llamaron “Apruebo para Reformar”.
“El FA ya le perdió el respeto a los partidos de la exConcertación. No les importa que los traten de inmaduros o de refundacionales. Saben que todo quedará en un simple enojo”.
El FA ya le perdió el respeto a los partidos de la exConcertación. No les importa que los traten de inmaduros o de refundacionales. Saben que todo quedará en un simple enojo. Y con la misma tranquilidad con que los hijos critican acidamente a sus padres (de hecho, los líderes del Frente Amplio son literalmente hijos de la exConcertación), se vuelven a rebelar cada vez que quieran y cada vez que lo necesiten.
El FA bien sabe y todos sabemos, que el realismo político, el apego al poder y la disciplina, llevará al oficialismo a morigerar sus pulsiones, y van a terminar todos juntos apoyando a quien gane el 29 de junio. Las discusiones de hoy serán solo “cachetadas de payaso” propias de una primaria, dirán. Y van a volver a jurarse amor eterno. Solo se trató de una desilusión pasajera argumentarán, pero ¿quién no ha tenido una pena de amor? Que levante la mano.
Y seguirá así un matrimonio por conveniencia. Quienes sospechan del mercado, de la capitalización individual, de la globalización de los mercados, “del que usa paga”, van a seguir renegando de las políticas públicas que han permitido a Chile progresar. Que millones accedan por primera vez a la educación universitaria es el logro de esas políticas públicas. Que Chile creciera en forma sostenida como nunca durante los Gobiernos de la Concertación, reduciendo a pasos agigantados la pobreza y la inequidad, que miles pudieran concretar el sueño de la casa propia, no fue casualidad, sino el fruto de políticas efectivas. Seguir “casados” con quienes reniegan de eso, es claramente un matrimonio mal avenido.
El problema es que ambas fuerzas terminan neutralizándose. Aprueban reformas procrecimiento, pero el país no crece como podría crecer; aprueban medidas anti delincuencia, pero la inseguridad permanece; presentan proyectos anti burocracia, pero la permisología aumenta.
Aún así, van a ser capaces de alinearse con quien gane las primarias. Eso es algo que no pasa al otro lado. En la oposición, con mucho menos pragmatismo, miles prefieren apoyar a Kast, aunque saben o debieran saber que, tal como ya ocurrió, eso disminuye las posibilidades de triunfar en la segunda vuelta presidencial, la que de verdad cuenta.