Día de Acción de Gracias
Día de Acción de Gracias

“Separar el grano de la paja”.

DICHO

“No sé

Qué fue

¿Qué es lo que hice?, que no lo puedo creer

Podría jurar

Que es cosa de Dios

Cuando te miro solo puedo agradecer

Lo que sucedió para poderte merecer

Que aún no lo puedo creer

No sé qué es lo que hice en otro tiempo

Para ahora encontrarme en este instante junto a ti

Tal vez fui el agua que bebiste en el desierto

Para que hoy seas quien me vino a revivir.”

CARLOS RIVERA

Más allá del día festivo en la Unión Americana, ayer los presidentes de los tres países integrantes del T-MEC pudieron dar gracias. El más feliz, Trump. Con su amenaza de integrar un arancel del 25% logró que tanto Claudia Sheinbaum como Justin Trudeau le llamaran y discutieran con él lo que se espera por cuanto a acciones conjuntas. Antes logró una sacudida a los mercados y al tipo de cambio.

Todo para solicitar (exigir en realidad), así sea solo en el discurso, algo que pudiera “venderles” a sus gentes en el sentido de frenar la migración y el contrabando de fentanilo hacia su país. Sea por ello —agradar a su población— o debido a su amor por los negocios y el dinero, además de su inmensa vanidad, el hecho es que al personaje le da por utilizar como amenaza la terminación del tratado.

Lo pone en riesgo, pero únicamente hasta cierto punto. Sabe leer el humor de las carteras. Si considera que el T-MEC seguirá impulsando el nivel de vida de sus próximos gobernados, verá la manera de recordarles que fue por él que se tiene el nuevo modelo de tratado comercial (antes TLCAN o NAFTA). Si considera que el T-MEC no cumple con su fin (que es tener a sus aliados felices), tan quitado de la pena irá contra este.

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Fea costumbre… que no es exclusiva de este político. A otros niveles, Sheinbaum y Trudeau juegan a lo mismo en sus respectivas “casas”. A los pueblos solo nos queda asumir que ese es el juego de las épocas que nos tocó vivir.

Con estos antecedentes, el Thanksgiving de los estadounidenses se convirtió también en día de acción de gracias para este lado del río Bravo. La llamada telefónica entre Claudia Sheinbaum y la amenaza naranja disminuyó la presión y zozobra del lunes.

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Y aquí lo que quiero enfatizar: no soy ingenua para pensar que con eso ya se arreglaron las pugnas y controversias, mas sí considero que hemos entrado a una época de las relaciones bilaterales (trilaterales si se considera a Canadá) donde el gobierno mexicano —los analistas políticos también— tienen que separar ‘el grano de la paja’. ¿Podremos hacer esto de forma consciente y metódica?

La pista en el tipo de análisis que debemos de seguir lo da el fondo y contenido de la conversación que presidenta y futuro presidente sostuvieron, ¡NO lo que vino antes ni lo que sucedió después de esta! Ellos NO hablaron de aranceles, pero sí de los migrantes, del fentanilo y de las armas ¿La conclusión? Eso es lo que más importa, independientemente del discurso y de que la versión compartida a la opinión pública sea distinta o incluso se contraponga en ocasiones (esas, como ya dije, le hablan a sus audiencias nacionales).

Más allá de las bravatas, bravuconadas y balandronadas dignas de Trump, y de los dichos de Ebrard de que “México tiene el 80% de probabilidad de ganar la guerra de los aranceles de Trump” (¡cosita doblada!), lo que se logre en materia de acuerdos en los tres temas antes mencionados es lo que nos debe ocupar. ‘Lo demás está de más’…

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Lo demás, como es el posicionamiento de radicales de uno y otro lado.

Procuremos no pelearnos por defender a los políticos de turno. Tampoco incendiar con arengas hueras el ambiente si, al final, con una llamada telefónica, los fanáticos de ambas corrientes quedan ridiculizados.

¡Es hermoso verlo ocurrir! Trump rompe a Morena, a sus radicales; Claudia a los republicanos, a sus radicales trumpistas. De esa posición de rompe y rasga que se esbozaba el lunes por unos y otros (incluyendo a Canadá que quería quedarse para sí el T-MEC con Estados Unidos), Trump y Claudia llegan a definiciones en corto para lidiar adecuadamente con el fentanilo, drogas y migración, SIN perjudicar el comercio.

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¡Que razón tuvo Ildefonso Guajardo (ex secretario de Economía en tiempos de Peña Nieto), al decir que Donald Trump fue quien modificó el T-MEC hace 6 años! Dado que él hace todo “perfecto”, habría que recordárselo para que ahora no lo quiera cambiar. Recordemos que lo que más aprecia el próximo jefe de Estado gringo es su anaranjado ego.