La baja natalidad es un tema frecuente en muchas conversaciones, ya que el promedio global oscila entre 1 y 2,2 hijos por persona fértil. En vez de tener hijos, numerosas personas eligen adoptar mascotas. Esto ha generado un cambio de mentalidad, planteando la disyuntiva de tener mascotas en lugar de hijos o no. En varios países hispanohablantes, este fenómeno se conoce como “perrhijos”.
Hasta el Papa Francisco ha criticado esta tendencia, aunque algunos académicos cuestionan su real alcance. Un estudio realizado por dos etólogas de la Universidad Eötvös Loránd en Hungría reveló que, si bien existe cierta correlación, son pocos quienes reemplazan a sus hijos por perros.
Según la investigación, Taiwán, Singapur y Corea del Sur registran las tasas de natalidad más bajas del mundo. También se observa en España, Italia y Polonia, mientras que en Estados Unidos la cifra es de 1,6 hijos por mujer fértil.
Las razones por las que muchas personas prefieren mascotas en vez de hijos son complejas. Primero, factores económicos y laborales: salarios bajos, largas jornadas e hiperinflación hacen que tener hijos sea un lujo. Además, está la incertidumbre sobre el futuro del planeta. El cambio climático, los conflictos bélicos y el alto costo de vida llevan a muchos a pensar que traer niños a un mundo incierto no es justo. También influye la autonomía de la mujer: con más educación y derechos, muchas eligen posponer o prescindir de la maternidad para enfocarse en sus carreras.
Por otro lado, cada vez más personas reconocen haber sufrido maltrato en su infancia y deciden romper ese ciclo. Comparativamente, las mascotas son más económicas. Según Hipertextual, en España criar un hijo cuesta 335.000 euros hasta su independencia, mientras que un perro supone unos 1.205 euros anuales (18.075 euros en 15 años). Además, al vivir menos, las mascotas no heredarán los problemas futuros del planeta. Aun así, el estudio aclara que quienes ven a los animales como sustitutos de hijos son una minoría.
Lo que demuestra esta investigación, según las etólogas, es nuestra capacidad de amar sin importar la especie. La relación con los animales ha evolucionado: de usarlos como herramientas (perros de caza o pastores) a considerarlos compañeros. Incluso hay familias que crían hijos y mascotas juntos, lo cual beneficia el desarrollo infantil al fomentar la responsabilidad, empatía y habilidades emocionales.
Sea cual sea la decisión, lo cierto es que el corazón humano tiene espacio para dar amor incondicional.
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