Las fuertes declaraciones del presidente de EEUU denotan frustración y, a simple vista, evidencian un cortocircuito en la supuesta "amistad" entre el líder del "mundo libre" y el "zar de todas las Rusias". Este comentario surge tras un fin de semana especialmente convulso en el ámbito geopolítico, donde Rusia lanzó un masivo ataque contra la capital ucraniana, mientras Israel continúa su ofensiva total contra Hamás en Gaza.
Estas palabras parecen echár por tierra lo conversado anteriormente sobre una posible tregua y el tan deseado acuerdo de paz que Donald Trump, el 47º presidente de la principal potencia mundial, asegura poder lograr en solo 48 horas. No obstante, sus cálculos semejan responder más a un deseo personal y su sed de protagonismo que a un análisis certero de la situación.
"Siempre tuve una muy buena relación con Vladimir Putin de Rusia, pero algo le pasó: ¡se volvió completamente loco!", declaró un furioso Trump.
Lo cierto es que Putin parece cómodo con la guerra en Ucrania. Su economía muestra signos de recuperación y crecimiento pese a las sanciones occidentales, que, lejos de debilitarla, han acelerado la militarización de su industria, generando más empleo. Además, ha fortalecido su alianza con China y estrechado vínculos con otras economías emergentes de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, a los que se sumaron nuevos miembros).
Las aspiraciones del líder del Kremlin siguen altas. Recordemos sus palabras del 2005, cuando tildó la caída de la URSS como "la peor catástrofe geopolítica del siglo XX". Para él, Ucrania siempre fue parte de la esfera rusa; su visión es de una guerra de reconquista. Por eso, el temor en países antes bajo influencia soviética—como las repúblicas bálticas (Letonia, Lituania, Estonia) y nórdicos, especialmente Finlandia—es palpable. Nada les asegura que, tras conquistar Ucrania, ellos no sean el "postre".
Pero Trump no solo criticó a Putin. También arremetió contra el actor devenido presidente ucraniano, Volodímir Zelenski: "Todo lo que dice causa problemas, no me gusta y debería parar". Esto refleja el desdén de su administración hacia Zelenski, a quien acusan de mantenerse en el poder gracias al apoyo de líderes progresistas europeos—según Trump, "invadidos culturalmente" por el islam—como España, Francia, Alemania, Inglaterra y los nórdicos, que "entienden bien la mentalidad rusa".
Cabe recordar que esta guerra, con cientos de miles de muertos, pudo frenarse en abril del 2022. Existían borradores avanzados para un alto al fuego, pero una visita sorpresa de Boris Johnson habría convencido a Zelenski de no firmar, prometiéndole apoyo militar y diplomático occidental. Desde entonces, el conflicto perdura.
En este póker entre Trump y Putin, el líder ruso lleva las mejores cartas. Pero el farol y la audacia de "pagar por ver" siguen siendo marca de Trump. Por ahora, lo único claro es que ninguno apretará el botón nuclear.
(*) Analista internacional