Donald Trump se lleva US$ 50.000 millones en aranceles

Los socios comerciales de los Estados Unidos, en gran medida, no han logrado tomar represalias contra los amplios aranceles del Presidente, Donald Trump, lo que permitió que el mandatario recaudara casi US$ 50.000 millones en ingresos aduaneros adicionales a bajo costo, según FT.

Cuatro meses después de que Trump lanzó la primera salva de su guerra comercial, solo China y Canadá se han atrevido a contraatacar a Washington, que impuso un arancel global mínimo de 10%, gravámenes de 50% al acero y al aluminio, y de 25% a los automóviles.

Al mismo tiempo, los ingresos estadounidenses provenientes de derechos de aduana alcanzaron un récord de US$ 64.000 millones en el segundo trimestre, esto es, unos US$ 47.000 millones más que en el mismo período del año pasado, según datos publicados por el Tesoro estadounidense el viernes.

Los aranceles de represalia de China a las importaciones estadounidenses, los más sostenidos y significativos de cualquier país, no han tenido el mismo efecto: los ingresos totales por derechos de aduana fueron solo un 1,9% más altos en mayo de 2025 que el año anterior.

En combinación con las represalias limitadas de Canadá, que aún no ha publicado los datos aduaneros del segundo trimestre, los aranceles impuestos a las exportaciones estadounidenses en el mundo representan una fracción minúscula de los ingresos estadounidenses durante el mismo período.

Otros socios comerciales de Estados Unidos decidieron no responder de la misma manera mientras negociaban con Trump para evitar amenazantes aranceles aún más altos.

La Unión Europea (UE), el mayor bloque comercial del mundo, ha planeado imponer contraaranceles pero ha postergado repetidamente su implementación, vinculándola ahora a la fecha límite del 1 de agosto de Trump para las negociaciones.

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Una guerra comercial de alta escala

Los expertos en cadenas de suministro afirman que, el costo de los aranceles de Trump no recae únicamente sobre los consumidores estadounidenses, ya que las marcas internacionales buscan distribuir el impacto de los aumentos de costos en todo el mundo para minimizar el impacto en el mercado.

Para el vicepresidente ejecutivo de Proxima, una consultora de cadena de suministro propiedad de Bain & Company, Simon Geale, grandes marcas como Apple, Adidas y Mercedes buscarían mitigar el impacto de los aumentos de precios.

“Las marcas globales pueden intentar absorber parte del costo arancelario mediante abastecimiento inteligente y ahorros de costos, pero la mayoría tendrá que distribuirse entre otros mercados, porque los consumidores estadounidenses podrían absorber un aumento de 5%, pero no de 20% o incluso de 40%”, dijo Geale.

Pero a pesar de que los aranceles estadounidenses han alcanzado niveles no vistos desde 1930, la timidez de la respuesta global a Trump ha evitado una espiral de represalias como la que diezmo el comercio global entre la primera y la segunda guerra mundial.

Los economistas dijeron que la posición dominante de Estados Unidos como el mayor mercado de consumo del mundo, sumada a las amenazas de Trump de redoblar los aranceles contra los estados que lo desafíen, significa que para la mayoría de los países la decisión de “acobardarse” no era cobardía, sino sentido común económico.

Un modelo elaborado por la consultora Capital Economics concluyó que, una guerra comercial de alta escala, en la que la tasa arancelaria recíproca promedio alcanzaría el 24%, causaría un impacto del 1,3% en el PIB mundial en dos años, en comparación con el 0,3% en un caso base en el que se mantuviera en el 10%.

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Represalias

El principal socio comercial de Estados Unidos, México, no tomó represalias tras la imposición de aranceles de 25% en marzo a exportaciones no contempladas en el Tratado entre Estados Unidos, México y Canadá.

Desde el inicio de sus conversaciones con Trump, la Presidenta Claudia Sheinbaum afirmó que prefería un acuerdo.

La incapacidad del mundo para unirse y hacer frente colectivamente a las amenazas de Trump también le ha dado al presidente estadounidense más margen para atacar a estados individuales. La semana pasada amenazó con imponer un arancel de 50% a Brasil, alegando justificaciones principalmente políticas.

Incluso dentro de bloques unificados como la UE, los intereses en pugna de cada estado miembro, combinados con temores más amplios sobre si una confrontación con Trump podría socavar las garantías de seguridad estadounidenses a Europa, han generado una intensa cautela.

La decisión de Trump de amenazar con aumentar los aranceles al 30% no provocó una reacción importante en Bruselas, en parte porque altos funcionarios estadounidenses, incluido el secretario del Tesoro, Scott Bessent, se comunicaron entre bastidores para aconsejar cautela, según fuentes confidenciales.

Un funcionario de la UE familiarizado con las conversaciones añadió que las negociaciones no se desarrollaban de forma aislada, en un momento en que Europa buscaba el respaldo continuo de Estados Unidos a Ucrania. «Afectan a todo el espectro de las relaciones con Estados Unidos, incluidas las de seguridad», afirmó.

Como resultado, a diferencia de China, que igualó arancel por arancel a Trump en abril, la UE ha retrasado repetidamente la implementación de sus paquetes de medidas de represalia mientras busca dejar espacio para llegar a un acuerdo con Trump antes del 1 de agosto.

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Cuando la Comisión Europea publicó el martes su última lista de posibles objetivos de represalia sobre 72.000 millones de euros en bienes -incluidos aviones Boeing, automóviles y bourbon- no impuso tasas arancelarias específicas contra productos individuales, en un aparente intento de no irritar aún más a Trump. Incluso

Canadá y China se han mostrado cautelosos a la hora de antagonizar a Trump, a pesar de ser los únicos dos países que han impuesto aranceles de represalia.

Los aranceles estadounidenses sobre China aumentaron al 145% a mediados de abril, lo que provocó que las exportaciones chinas a Estados Unidos se desplomaran en un tercio en mayo. Ambas partes dieron marcha atrás rápidamente, acordando una pausa de 90 días en Ginebra en mayo, reduciendo la tasa al 30%.

En febrero y marzo, Canadá impuso aranceles de represalia por casi 155.000 millones de dólares canadienses, incluyendo aranceles sobre el acero y las autopartes. Sin embargo, en las últimas semanas ha dado marcha atrás ante la presión estadounidense, a pesar de las promesas electorales del primer ministro canadiense, Mark Carney, de confrontar a Trump.

Dado que el comercio con Estados Unidos representa el 20% del PIB canadiense, en comparación con el 2% de Estados Unidos, Carney ha calibrado sus respuestas. Descartó un impuesto a los servicios digitales bajo presión estadounidense y no se adhirió a la decisión de Trump del mes pasado de duplicar los aranceles al acero al 50%.