One Big Beautiful Bill (Gran y Hermoso Proyecto de Ley, en español) es como denomino Donald Trump a su propuesta de reforma fiscal. El grandilocuente nombre de la iniciativa se apareja con una enorme controversia por su contenido, de manera que protagoniza no solo el debate en el Capitolio, donde republicanos conservadores encienden las alarmas, sino que también el bullado quiebre entre el Presidente de Estados Unidos y el hombre más rico del mundo: Elon Musk.
Paralelo a la acalorada trifulca entre el mandatario y su mayor financista, la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO, su sigla en inglés) -institución técnica e independiente que en EEUU tiene incluso más influencia que el Consejo Fiscal Autónomo en Chile acerca de la sostenibilidad presupuestaria- emitió un informe demoledor sobre la iniciativa. Según sus cálculos, de aprobarse tal como está, la deuda estadounidense aumentaría en US$ 2,4 billones (millones de millones) a 2034, mientras que los ingresos se reducirían en US$ 3,75 billones. La Casa Blanca descartó el reporte, reafirmando que su propuesta conducirá a un superávit y acusando a la institución en cuestión de estar politizada.
“Más que cualquier otra cosa, estamos ante una oportunidad perdida: no se está abordando un problema muy serio con la deuda y el déficit. Y eso es lo que Musk está diciendo”
En entrevista con Señal DF, el fundador y presidente del grupo de lobby conservador American Action Forum, Douglas Holtz-Eakin, se suma a las voces que discrepan con la administración Trump, respaldando los números de la CBO, organismo que conoce en detalle tras liderarlo entre 2003 y 2005. Actualmente, respaldado por el trabajo técnico de un equipo de 25 personas y con contactos permanentes con congresistas, ha podido seguir de cerca la discusión, compartiendo las preocupaciones de Musk por los efectos de una iniciativa que enfrenta plazos importantes: en agosto se debe aumentar el techo de la deuda para que EEUU no entre en default y en diciembre caducan las rebajas de impuestos de la reforma tributaria implementada durante el primer mandato del republicano.
-¿Cómo caracterizaría el espíritu del proyecto? ¿Es una reforma tributaria estructural, una herramienta electoral o una maniobra fiscal de corto plazo?
-Lo primero que hay que saber es que tenemos que hacer algo, porque la ley tributaria de 2017 expira a fines de este año. Así que tiene que haber alguna legislación para reemplazar esa ley. Si no se hiciera nada, los impuestos subirían mucho, alrededor del 1% del PIB, o sea, US$ 425 mil millones el próximo año. Así que algo tiene que pasar. Si tuviéramos un Congreso dividido entre republicanos y demócratas, igual tendrían que hacer algo, pero se vería muy diferente. Los republicanos eligieron hacer este proyecto y lo están usando, creo, con tres propósitos. El primero es simplemente evitar ese aumento de impuestos y extender la ley actual por otros ocho años más o menos. El segundo es como política para mejorar la tasa de crecimiento tendencial de la economía mediante incentivos a la inversión en equipamiento, investigación y desarrollo, y algunas construcciones, especialmente si eres una empresa manufacturera. Esos incentivos se dan a través de depreciación acelerada: puedes deducir todo el gasto el mismo año en que compras el equipamiento o construyes. Y el tercero es una combinación, depende cómo se mire, de política pura o estímulo keynesiano de corto plazo: no se grava la renta por propinas, como en el caso de camareros o repartidores; tampoco las horas extras; y los adultos mayores tendrán una deducción mayor. Eso da más efectivo, sobre todo en un año electoral. Así que es una mezcla de política y estímulo. Eso es lo que hay en el proyecto.
-Desde su punto de vista, ¿Ve más mérito en las preocupaciones fiscales de Musk o en la proyección optimista de Trump sobre un nuevo boom económico?
-Creo que este proyecto hará muy poco por la economía. No tengo fe en que vayamos a ver un crecimiento del 3% anual durante diez años. Eso no es plausibe. Así que esto no es una buena política económica. Una de las principales críticas es que EEUU tiene un déficit muy grande, y es verdad, y necesita controlar el gasto. Y este proyecto no ayuda en absoluto, lo empeora un poco, no dramáticamente.
Pero más que cualquier otra cosa, estamos ante una oportunidad perdida: no se está abordando un problema muy serio con la deuda y el déficit. Y eso es lo que Musk está diciendo.
-¿Qué opina del informe de la CBO? ¿Está de acuerdo con las preocupaciones que expresa su reciente informe y que incomodaron a la Casa Blanca?
-Es importante saber que la CBO nunca expresa preocupación. Por ley, es no partidista, nunca toma partido ni hace recomendaciones. Solo dice lo que va a pasar. Y lo que dijo fue que este proyecto va a generar US$ 2,4 billones en déficit adicionales en diez años. Luego la gente empezó a decir que eso era malo, pero la CBO no dijo que fuera malo, solo dijo “esto es lo que es”.
– La administración Trump maneja sus propios números y, contrariamente, proyectan que la iniciativa legislativa conducirá a un superávit. ¿Cuán creíble es ese escenario?
– No es muy creíble. Pero puedo explicar la matemática. La CBO dijo: US$ 2,4 billones en déficit. Luego se le pidió mirar los aranceles, que no están en el proyecto, pero que se aplicarían. Si -y es un gran si- se mantienen los aranceles actuales por diez años, eso recaudaría US$ 2,8 billones. Así que es más o menos equilibrado, ¿verdad? US$ 2,4 billones en el proyecto, US$ 2,8 billones en los aranceles. Pero no creo que eso sea realista, no creo que vayan a obtener nada cercano a eso. Trump no será Presidente por diez años, y esos aranceles no van a durar tanto. Así que este proyecto va a generar déficits mayores que tendrán que corregirse más adelante.
“No soy optimista. En 20 años no hemos hecho nada serio. Todos hablan de reducir el déficit, pero no hacen nada. Eso no me da confianza”
Los riesgos de default
-Considerando que la deuda federal ha superado el 120% del PIB, ¿cómo evalúa el enfoque del proyecto respecto al techo de la deuda? ¿Es una modernización necesaria o una relajación peligrosa de los límites fiscales?
-Es necesario: ese dinero ya se gastó, así que hay que pedir prestado para pagarlo. Nos gustaría que el Congreso cambiara de rumbo, pero ya he visto esta película muchas veces. Hasta ahora, nadie se ha tomado en serio el control de los déficits.
-Moody’s bajó recientemente la perspectiva crediticia de EEUU, citando presiones fiscales y disfunción política. ¿Este proyecto refuerza esas preocupaciones?
-Sí. EEUU ya ha tenido tres rebajas. La primera fue por parte de S&P Global en 2011, agencia que dijo que la política de EEUU es una cosa terrible, no pueden ponerse de acuerdo en nada, lo que representa un problema en la gestión de sus finanzas. Luego, el año pasado, Fitch dijo esencialmente lo mismo, que EEUU no tiene la capacidad política para ser un buen gestor financiero. Moody’s no dijo eso. Moody’s dijo: tienen demasiada deuda y demasiados intereses que pagar. No hicieron referencia a la política, solo dijeron: tienen un gran problema. Eso es peor. No es que de alguna manera no tengamos buena política, es que tenemos un problema. Aún con buena política, necesitamos cambiar de dirección y nadie lo está haciendo eso. Este proyecto no hace eso.
-¿Qué ve usted detrás de la intención de la administración Trump con este proyecto? ¿Están priorizando otra cosa en vez de estabilizar las finanzas?
-Ninguna administración dice que sus ideas son malas. Muchas de estas son promesas de campaña. Cumplir promesas es bueno, así lo ven ellos. Pero este no es un proyecto serio sobre el déficit, ni es particularmente bueno para el crecimiento. Había que hacer algo, pero podríamos haber hecho algo mucho mejor.
-¿Qué mensaje envía la One Big Beautiful Bill a los inversionistas extranjeros? ¿Puede afectar la percepción de EEUU como destino de inversión?
-Sí, me preocupa. Hemos tenido una rebaja, se han expresado preocupaciones y seguimos haciendo cosas que lo empeoran. Además, hay una disposición en este proyecto que es muy negativa: un impuesto de represalia. Si un país tiene un impuesto digital o reglas de beneficios subtributados, EEUU puede imponer un impuesto adicional de hasta 20% a sus empresas. Por ejemplo, una empresa francesa que opera en EEUU podría enfrentar ese impuesto. Es una mala idea. Es opcional, el Tesoro no tiene que hacerlo, pero incluso tener esa herramienta envía una mala señal.
Debate en el Senado
-¿Qué debería incluir un buen proyecto, pensando en la sostenibilidad fiscal que necesita EEUU?
-Debería reducir los déficits futuros, o al menos no empeorarlos. Y debería tener políticas de crecimiento permanentes, no incentivos temporales por cuatro años. La ley de 2017 fue una buena ley, no perfecta, pero buena. Podrían haberla tomado como base, hacer permanentes algunos elementos, corregir otros. Pero no lo hicieron. Introdujeron nuevos trucos temporales. Eso no es lo que necesitamos.
-Uno de los elementos más controversiales es el recorte a Medicaid (seguro de salud para personas de bajos ingresos y discapacitados), mientras sube de manera importante el presupuesto de defensa. ¿Cómo ve esa redistribución del gasto?
-Recortaron Medicaid porque se negaron a tocar el Seguro Social y Medicare, que son más de la mitad del gasto no relacionado a intereses en la próxima década. Si quieres aumentar defensa y no tocas lo demás, solo te queda Medicaid. Pero si lo hubieran hecho bien, habrían comenzado preguntándose qué debe hacer Medicaid y a quién debe apoiar. En cambio, solo dijeron “tenemos que recortar”, sin rediseñarlo. De todas formas, lo que hacen no es tan dramático: incluyen requisitos de trabajo para una pequeña parte de beneficiarios y cierran algunos trucos que usan los estados para extraer más dinero federal. Eso último me parece positivo.
-El proyecto fue aprobado en la Cámara, pero en el Senado hay republicanos conservadores preocupados. ¿Cómo ve usted el estado del debate en el Capitolio?
-El Senado va a cambiar el proyecto, eso es seguro. Cuánto lo cambien, está por verse. No creo que tengan apetito para recortar Medicaid, así que esos recortes serán menores. Puede que eliminen el impuesto de represalia. Cambiarán partes del proyecto, harán permanentes otras. Pero no creo que reduzca el déficit significativamente. Algunos senadores dicen que hay que hacer más ajustes, pero al final votarán que sí porque hay que hacer algo. Habrá quejas, posturas, señalamientos… pero votarán que sí.
-¿Se aprobará antes del 4 de julio, como pidió Trump?
-No. A lo más, lo aprobarán a mediados de agosto, justo antes del límite de deuda.
-Considerando todo lo conversado, aunque no esté de acuerdo con el proyecto, ¿es optimista respecto al debate en el Senado y la posibilidad de que EEUU tenga una reforma fiscal adecuada?
-No, no soy optimista. En 20 años no hemos hecho nada serio. Todos hablan de reducir el déficit, pero no hacen nada. Eso no me da confianza.
La cláusula que favorece a Twin Metals “es probable que el Senado la saque”
-Muchos países están impulsando reformas tributarias con fines verdes o redistributivos. ¿EEUU está yendo en la dirección opuesta?
-Sí. La administración Biden usó subsidios agresivos para energías limpias. Este proyecto va en la dirección contraria. Los republicanos no creen que eso sea un problema. No todos están de acuerdo.
-En esa misma línea, el proyecto incluye una disposición que revierte una orden del Gobierno de Biden sobre tierras públicas, reabriendo la posibilidad de minería en un área protegida en Minnesota. ¿Cómo se ven ese tipo de disposiciones dentro del Congreso? En Chile hay mucho interés porque afecta directamente al proyecto Twin Metals del Grupo Luksic.
-Sí, lo sé. La reconciliación es un procedimiento especial para aprobar leyes con solo 51 votos en el Senado. Normalmente se necesitan 60 votos para cerrar el debate, lo que se conoce como filibuster. La reconciliación fue creada en 1974 para facilitar decisiones difíciles como subir impuestos o recortar gastos. Pero hay restricciones: no puedes generar déficits con ella, y solo se pueden incluir disposiciones que sean principalmente presupuestarias. Esa cláusula sobre minería no es presupuestaria, así que es probable que el Senado la saque. Hay un proceso formal en el Senado que revisa cada sección del proyecto y decide si es presupuestaria. Esa saldrá. También hay una cláusula sobre moratoria de leyes estatales de IA: saldrá también. La Cámara las incluyó solo para mostrar esfuerzo a sus votantes, sabiendo que no serían aprobadas.