El agua también se gestiona en femenino

Las mujeres son el pilar invisible de la seguridad hídrica: técnicamente competentes, económicamente estratégicas y socialmente indispensbles.

Chile enfrenta hace más de 15 años una crisis hídrica que impacta de forma desigual. En zonas rurales, las mujeres asumen múltiples roles: son quienes gestionan el uso doméstico del agua, lideran comités y cooperativas, y mantienen en pie los sistemas de Agua Potable Rural (APR) y Saneamiento Sanitario Rural (SSR), esenciales para miles de familias.

Acorde a datos recogidos en el estudio “Mujeres rurales y gestión del agua: hacia una seguridad hídrica con enfoque de género en Chile”, del Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia (CR2), muchas mujeres están al frente de la operación de estos sistemas, resolviendo problemas de caudal, presión o tratamiento del agua.

Algunas impulsan soluciones innovadoras, como tecnologías de monitoreo, reutilización o almacenamiento, adaptadas al contexto local. Esto permite fortalecer la gobernanza hídrica con una mirada integral y con pertinencia territorial.

Este protagonismo técnico y territorial contrasta con cifras de participación en sectores estratégicos. Por ejemplo, en minería (que trabaja en múltiples proyectos comunitarios), solo el 21,8% de la dotación son mujeres, aunque esta cifra ha mejorado en los últimos años. Promover su participación en proyectos de agua no solo es justo, también es eficiente: los liderazgos femeninos muestran mejor desempeño técnico, sostenibilidad y mayor impacto comunitario.

Acorde a estudios del CR2 y experiencias documentadas por Fundación HBS, son muchas las dirigentas que se han organizado para proteger fuentes de agua, asegurar el suministro en temporadas críticas o exigir transparencia en la toma de decisiones. Su rol permite sostener redes de colaboración y crear vínculos con instituciones públicas o empresas privadas que pueden aportar recursos y tecnología.

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Solo el 14 % de las mujeres rurales acceden a educación técnico-profesional vinculada a sectores como energía, agua o minería. Revertir esa cifra es una oportunidad. Ampliar su acceso a formacion, incentivar su contratación en proyectos hídricos, y visibilizar su rol en la gobernanza local es una tarea urgente.

La seguridad hídrica requiere soluciones técnicas, sí, pero también liderazgo humano. Y en Chile, ese liderazgo muchas veces tiene rostro de mujer. Apostar por ellas es apostar por un futuro con agua, equidad y resiliencia.

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