Señor Director:
Cada año, el ring legislativo se enciende con el round del salario mínimo. Una pelea que suele ser acalorada, poco sustentada en evidencia y con escasos criterios técnicos. Aumentar el salario mínimo, por mucho que tenga un buen y popular tinte político, no es trivial. Si bien los aumentos pueden tener detrás las mejores intenciones, pueden tener efectos adversos en el mercado laboral.
Usualmente, los contrincantes de esta pelea son los gremios, con sus solicitudes a veces excesivas, y el Ejecutivo con sus propuestas basadas en poca evidencia contundente, acompañadas del miedo a la impopularidad que significa no aumentarlo. Así, el monto ganador se determina en base a un bajo o nulo componente técnico.
El salario mínimo es un tema sensible como para dejarlo al arbitrio del ánimo político y a la sola intuición de los contrincantes. ¿Por qué no contar con un árbitro imparcial para esta pelea? ¿por qué no basar la discusión en criterios técnicos, en una metodología que cuente con los datos y la evidencia para facilitar el proceso de reajuste y que éste no se base en narrativa sin sustento, como ocurre hasta ahora? Con las elecciones presidenciales en la mira, puede ser un buen momento para hacerse este tipo de preguntas y realizar propuestas que permitan que este tipo de
Jorge Fantuzzi y María Carolina Evans
FK Economics