El crecimiento se adueña del debate técnico Una nueva propuesta de Carlos Ominami

La inquietud sobre el crecimiento economico llegó para quedarse. La temática se ha instalado en el debate público, con un diagnóstico que parece transversal, y con ideas proactivas desde diferentes espectros de la arena política.

¿La última propuesta? El exministro de Economía, Carlos Ominami, elaboró el documento “En vez del estancamiento: textos para el debate”, cuyo primer apartado -titulado “Volver a crecer: la nueva oportunidad”- presenta su receta para estimular la economía.

El texto de Ominami se suma al documento “Hacia un pacto de desarrollo: 13 verdades incómodas para una agenda de reformas radicales”, elaborado por los economistas Raphael Bergoeing, Andrea Butelmann, Ignacio Briones y Óscar Landerretche, y “El Puente”, liderado por Rolf Lüders junto a otros 16 pares (ver relacionadas).

“Creo que tenemos un diagnóstico que es bastante parecido en el sentido de que el país está estancado”, señaló Ominami a Diario Financiero.

Lo que propone el exsenador en su texto es un “nuevo desarrollismo”. “Tiene sentido referirse a la historia, porque el enfoque desarrollista asociado a la sustitución de importaciones preconizado en su época por la Cepal le permitió a Chile crear una base industrial que constituyó un pilar fundamental de su desarrollo posterior. Sin embargo, debe ser radicalmente nuevo, porque en las condiciones actuales se necesita una estructura productiva resueltamente orientada hacia afuera”, postuló el presidente de Chile 21.

Para el economista, “con todas sus turbulencias e incertidumbres, el mercado internacional es un espacio infinitamente más promisorio que el modesto mercado interno”.

Este “nuevo desarrollismo” se sustentaría en seis pilares básicos.

En lo propiamente económico, y en lo que sería una arista clave, Ominami aposta por aprovechar el “privilegio” de un sector exportador de segunda fase. A nivel global, la transición energética y el paso a la electromovilidad ofrecen una “oportunidad inmejorable” para una reindustrialización basada en las disponibilidades de cobre, litio, energías renovables no convencionales y en un futuro próximo en la producción de hidrógeno verde, dijo.

Y esta tarea considera crucial la construcción de un pacto social explícito que involucre a los más amplios sectores sociales, con el objetivo de “alcanzar un crecimiento alto y sustentable cuyos frutos se repartan equitativamente”. En esto se suscribe la idea de crear un Consejo Económico Social, para que exista una “concertación público-privada”.

En el plano institucional, Ominami aspira a una estructura robusta que oriente el desarrollo productivo, creando un Ministerio de Economía y Comercio Exterior. “Es evidente que, en el mundo actual, las relaciones económicas internacionales deben quedar bajo la conducción del ministerio encargado del desarrollo productivo”, opinó. De esta cartera, dependerían otras como Agricultura, Energía y Minería.

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Otra propuesta del economista es la adopción de una nueva política industrial orientada por cuatro coordenadas: cambio climático, inclusión social, autonomía y digitalización.

“En este sentido, el Plan de Fortalecimiento Industrial del Biobío recientemente presentado luego del cierre de Huachipato constituye una experiencia piloto de acuerdo tripartito que puede constituir un referente interesante”, sostiene en el texto.

El quinto punto de su plan de acción es un pilar financiero público que contribuya a sustentar proyectos de mayor riesgo que el sistema bancario tradicional difícilmente podría apoyar, al menos en sus inicios. “Debe ser una institución que siendo pública mantenga cierta autonomía respecto de los gobiernos de turno y esté sometida a la supervisión de una entidad técnica como la Comisión para el Mercado Financiero (CMF)”, explicó el presidente de Chile 21.

Es central también para Ominami instalar un liderazgo orientado por este propósito a nivel de la dirección del equipo económico que debe contar con un sólido respaldo de la presindencia.

Las otras propuestas

Ahorro e inversión, mayor participación laboral
y productividad: las claves de El Puente

El profesor del Instituto de Economía de la Universidad Católica (UC) y exministro de Hacienda, Rolf Lüders, convocó a 16 economistas para crear El Puente, un documento que tiene como objetivo ser un aporte a la discusión del crecimiento económico local.

A este fin se unieron Soledad Arellano, Raphael Bergoeing, Harald Beyer, Carlos Cáceres, Hernán Cheyre, Cecilia Cifuentes, Vittorio Corbo, Kevin Cowan, Juan Andrés Fontaine, Macarena García, Pablo García, Bettina Horst, Luis Felipe Lagos, Alejandro Micco, Tomás Rau y Claudio Sapelli.

El punto de partida asume que para elevar el ritmo de PIB tendencial a 4% anual es necesario “que la fuerza laboral crezca en alrededor de 0,7% anual, lo cual -dada la disminución prevista en el ritmo de expansión de la población económicamente activa- requeriría de un significativo incremento de la participación laboral, especialmente de la femenina y juvenil; elevar el aporte de la Productividad Total de Factores (PTF) a niveles de 1 a 1,5% por año; y aumentar el esfuerzo de inversión en capital fijo a niveles de 28 a 31% del PIB.

El Puente incluye seis pilares: ahorro e inversión, mercado laboral, educación, modernización del Estado, productividad y política social.

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En lo primero, a juicio del grupo, Chile debe aspirar a subir su tasa de inversión a niveles cercanos al 30% del PIB. ¿Cómo? Bajar tasa de impuesto corporativo como mínimo al promedio de la OCDE, que en 2024 alcanzó a 23,8%.

En el caso del ahorro privado, se proponen aumentar las cotizaciones a cuentas individuales, la edad de jubilación, y un régimen de inversión que proporcione más flexibilidad a las AFP.

En el mercado laboral, y frente a los problemas de una baja tasa de ocupación y alta informalidad, los economistas plantean la necesidad de mejorar la actual política de sala cuna, fortalecer la política de capacitación laboral, y modificar las Indemnizaciones por Años de Servicio (IAS).

En educación, se sugiere potenciar la inicial y atraer y retener profesores.

En el ámbito de la modernización del Estado, algunas ideas son establecer un mecanismo donde el Ejecutivo acompañe la tramitación de determinados proyectos de inversión, así un principio de invariabilidad regulatoria hasta la puesta en marcha del proyecto, reemplazar el Consejo de Ministros por un órgano colegiado independiente del gobierno de turno y reducir los ministerios desde los actuales 25 a un máximo de 14.

Otra clave está en aumentar la productividad. Para concretarlo, algunas de las ideas son un fast track para nuevos emprendimientos, mejorar la infraestructura logística y portuaria a través del modelo de concesiones, suscribir nuevos acuerdos comerciales con mercados con alto potencial, fusionar ProChile con InvestChile y modernizar de la Ley de Incentivo Tributario a las actividades de I+D.

El sexto pilar es política social. Ahí, la gran propuesta de “El Puente” es implementar un Impuesto Negativo al Ingreso (INI) Laboral, consistente en una política social basada en transferencias monetarias directas a trabajadores con ingresos formales bajos. Este busca unificar múltiples subsidios dispersos, fomentar la formalización laboral, elevar los ingresos autónomos y reducir tanto la pobreza, como la desigualdad.

Reformas al empleo público y al sistema político,
y fin a la “pymización”: las 13 verdades incómodas

En enero de este año, en un seminario de Icare, los economistas Raphael Bergoeing, Andrea Butelmann, Ignacio Briones y Óscar Landerretche, presentaron el documento “Hacia un pacto de desarrollo: 13 verdades incómodas para una agenda de reformas radicales”.

La primera idea es crear confianza de que los beneficios llegarán a la mayoría. Ello incluye una inmigración controlada, la informalidad laboral como prioridad, tolerancia cero a la corrupción, seguridad e incrementar la participación femenina.

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En segundo lugar, se nombra una reforma al sistema politico. Tercero, aprovechar los recursos naturales del país.

El cuarto punto tiene que ver con una “radical racionalización de la permisología”. En quinto puesto, los economistas hacen un llamado a reactivar “agresivamente” la inversión en infraestructura.

A su vez, en materia de impuestos, Bergoeing, Butelmann, Briones y Landerretche apuestan por una reintegración del sistema tributario, acompañado de un régimen de independencia y “afilamiento de dientes” por parte del Servicio de Impuestos Internos (SII).

Con ello, combinarían una baja de la tasa corporativa con mayor base y progresividad del impuesto integrado a la renta, racionalización de exenciones, acompañado de reforma al sistema tributario que devuelva impuestos (o incluso subsidie) a ingresos bajos. Por otra parte, se plantea la idea de un seguro tributario para invertir en Chile con un esquema de invariabilidad tributaria voluntaria para proyectos de chilenos y extranjeros contra resultados y metas concretas de inversión, cantidad y calidad de empleo, y exportación.

A esto se suma expandir la base del impuesto a la renta e introducir un impuesto negativo al ingreso de transferencias directas que premie la formalidad laboral.

El séptimo punto del documento se centra en la educación, principalmente preescolar y escolar. Octavo, un plan de re-entrenamiento de la fuerza laboral y, noveno, “ser pro mercado en lugar de pro incumbentes”.

El décimo planteamiento alude al fin de la “pymización”. Bergoeing, Butelmann, Briones y Landerretche aseguran que la productividad e inversión está en empresas grandes, por lo que es clave que las PYME crezcan.

También, los economistas proponen una reforma al empleo público. Esto incluye un nuevo estatuto administrativo, congelar el gasto real en remuneraciones en el Estado central, convertir el cargo de subsecretario en un cargo de jefatura de servicio profesional y replicar el modelo de la Comisión para el Mercado Financiero (CMF) para todas las agencias regulatorias.

Penúltimo en la lista figura la promoción de un gran impulso en ciencia, investigación y desarrollo. Y, finalmente, hablan de una regulación laboral para el Siglo XXI, que incluya incentivos a la formalidad y más capacitación, entre otros.

En resumen, el llamado es a “pasar de la palabra a la acción”, “hacer la pega difícil” y tener una mirada de largo plazo, con una hoja de ruta país.

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