Un nuevo informe del Center for the National Interest revela vínculos con el terrorismo y amenazas a la seguridad regional
A raíz de la reciente detención en España, de dos saharauis procedentes de los campamentos de Tinduf (Argelia) por su vinculación con el terrorismo, el prestigioso centro de investigación estadounidense Center for the National Interest, con sede en Washington D.C., acaba de publicar, a su vez, un informe revelador que expone las conexiones del Frente Polisario con redes terroristas internacionales, reafirmando su implicación en el extremismo violento y su papel como actor desestabilizador en el norte de África, el Magreb y Europa. Este informe se suma a una acumulación de evidencias que apuntan al Polisario como un factor de inseguridad creciente tanto para la región como para la comunidad internacional.
El informe, de carácter contundente, elaborado por dicho think tank, fundado en 1994 por el expresidente de EE. UU., Richard Nixon, confirma los peores temores: vínculos ideológicos, conexiones operativas y alianzas inquietantes entre el movimiento separatista y organizaciones extremistas. Entre las revelaciones más alarmantes se encuentra también un informe del periódico alemán Die Welt, que reveló vínculos directos entre el Frente Polisario y Hezbolá, respaldado por Irán, incluyendo llamadas telefónicas interceptadas entre Mustafa Muhammad Lemine Al-Kitab -enlace del Polisario en Siria- y un agente de Hezbolá.
En dichas conversaciones, Al-Kitab expresa su solidaridad ideológica con el eje de resistencia liderado por Irán, elogia el atentado de Hamás contra Israel del 7 de octubre y apoya explícitamente la idea de cometer atentados coordinados contra Israel con participación de Hamás, Hezbolá e Irán. Del mismo modo, y al reconocer las capacidades limitadas del Polisario, solicita, en dicha llamada telefónica, mayor apoyo de Hezbolá e Irán para atacar la embajada israelí en Marruecos.
El informe también recuerda que Marruecos ha acusado a Irán de armar al Polisario mediante el suministro de drones con fines desestabilizadores, y que, en 2022, un responsable del Polisario reconoció que Teherán les proporcionaría drones suicidas.
Tal como recoge el informe del Center for the National Interest, lejos de su imagen pasada como movimiento nacionalista laico, el Polisario se ha alineado en los últimos años con los actores más radicales de la región. Las ideologías marxistas que inspiraron sus inicios han sido sustituidas por una deriva djihadista extremista que preocupa cada vez más a los observadores internacionales. De hecho, los campamentos de Tinduf, situados en territorio argelino y bajo control del Polisario, se han convertido en plataformas de reclutamiento y radicalización, desde donde se articulan redes terroristas activas en la región sahelo-sahariana.
Como también se subraya en dicho informe, los vínculos del Polisario con el extremismo están ampliamente documentados. Adnan Abu al-Walid al-Sahrawi, antiguo combatiente del grupo, acabó liderando el Estado Islámico en el Gran Sahel antes de ser abatido por fuerzas francesas en Malí. Asimismo, la aparición de células terroristas como Fath al-Andalus y el grupo «Khilafah», con origen en los campamentos de Tinduf y conexión con el Estado Islámico, refuerza la preocupación por el carácter radicalizado y violento de este entorno.
Además, desde 2020, año en que el Polisario rompió el alto el fuego con Marruecos tras 29 años de vigencia, se han producido ataques contra civiles marroquíes. A ello se suma la preocupante práctica del reclutamiento de niños soldados. En este sentido, el informe recuerda que una ONG con sede en Ginebra denunció ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU que el Polisario impide a los menores completar su educación para integrarlos en programas de formación militar.
Frente a este panorama, cada vez más países reconocen la importancia de apoyar la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental como garantía de estabilidad regional. El Reino Unido, Estados Unidos, Francia, España e incluso Siria han tomado posiciones claras en este sentido. El aislamiento, cada vez más, creciente del Frente Polisario, sumado a su proximidad con actores radicales como Irán, debería encender todas las alarmas y abrir el camino para calificarlo definitivamente como una organización terrorista internacional.
Estas revelaciones deben servir de advertencia a la comunidad internacional. Las pruebas son claras y contundentes. No se trata de acusaciones vagas, sino de hechos documentados que deben generar una reacción firme.
La verdad está sobre la mesa. La comunidad internacional ya no puede mirar hacia otro lado. Ha llegado la hora de exigir transparencia y responsabilidades. La designación del Frente Polisario como grupo terrorista se impone como una necesidad urgente para preservar la paz, la seguridad y la estabilidad regional e internacional.