El mapa del cobre en EE. UU. y cómo el arancel podría reconfigurar este negocio

Esta semana, justo cuando se cumplía el plazo de los 90 días de tregua arancelaria, el mercado chileno recibió una gran sorpresa. El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció el martes que impondrá un arancel del 50% a las importaciones de cobre, una medida cuya magnitud superó amplimente las expectativas del mercado.

La información fue dada a conocer durante una reunión de gabinete en la Casa Blanca, y más tarde confirmada por el mandatario a través de su red social, destacando que el metal es el segundo material más utilizado por el Departamento de Defensa de EEUU.

Hasta ahora no se conocen detalles oficiales sobre los productos específicos del cobre a los que se aplicará el arancel. Sin embargo, ayer viernes trascendió en la prensa estadounidense que la medida incluiría a los envíos de cobre refinado -el producto más relevante en las exportaciones a ese mercado-, además de elementos destinados a redes eléctricas y centros de datos en desarrollo. El objetivo de esa política sería fortalecer la cadena de suministro del cobre abarcando desde la minería, refinación y procesamiento, hasta el reciclaje y fabricación de bienes semielaborados y productos finales.

A pesar de ser un productor de este commodity, Estados Unidos depende en gran medida del suministro externo para cubrir su demanda y Chile representa una pieza clave en su cadena de producción.

Las perspectivas en EEUU

Nuestro país no sólo es el principal productor mundial con el 24% del mineral, sino también el mayor proveedor de Estados Unidos.

El año pasado, Chile envió 600 mil toneladas a ese mercado, lo que representa el 10,3% de los envíos físicos de cobre, por un monto de US$ 5.700 millones, esto es, el 11,5% del valor de los embarques del metal rojo al mundo, en tanto que las exportaciones totales de cobre alcanzaron a US$ 49.500 millones, según cifras de Cochilco.

Si se restringe el ingreso a Estados Unidos, “naturalmente va a afectar nuestras exportaciones y, por esa vía, a la economía nacional, debido a que es el segundo destino de los envíos de cobre del país al mercado mundial. En tanto China, como primer comprador, capta el 52% del metal rojo que vende nuestro país”, dijo el director ejecutivo de Núcleo Minero, Alvaro Merino.

Con todo, la demanda global por el commodity sigue en expansión, impulsada por la transición energética y la electrificación del transporte, la construcción de infraestructura verde y el crecimiento industrial en países asiáticos y africanos. La propia ministra de Minería, Aurora Williams, reconoció que la demanda por este mineral está creciendo más allá de la capacidad que el mundo tiene para producir, a partir de datos de la Comisión Chilena del Cobre.

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“Las tasas de crecimiento son del 3% y se esperan déficits para 2025 y 2026, lo que representa una gran oportunidad para el cobre chileno de poder instalarse en distintos mercados”, dijo la autoridad esta semana durante la cuarta sesión del grupo de trabajo interministerial que evalúa los efectos del arancel del 50% anunciado por Donald Trump.

Los expertos coinciden en que sustituir el cobre en el corto plazo es extremadamente difícil, por lo que, si bien podría observarse una disminución marginal en la demanda debido al encarecimiento del metal, no se espera una caída drástica ni una sustitución efectiva del material.

A su vez, el 11% del metal rojo que Chile vende en EEUU “podría redirigirse hacia otros mercados con alta demanda, principalmente India y el Sudeste Asiático, con necesidades crecientes para infraestructura”, comentó el director ejecutivo de Plusmining, Juan Carlos Guajardo, quien añadió las oportunidades que existen en “otros mercados emergentes, especialmente aquellos con planes de desarrollo en infraestructura y energía”.

Por otra parte, China – el principal consumidor global–, podría absorber parte de ese volumen si se negocian precios competitivos y, por último Europa, que continúa invirtiendo en electrificación e industria verde, es otra alternativa viable. “Chile, como principal productor mundial, tiene una buena posición para redirigir parte de ese cobre gracias a su capacidad logística, calidad de producción y red de acuerdos comerciales”, concluyó Guajardo.

El mercado estadounidense

Con una producción minera anual de 1,1 millón de toneladas en 2024 y una recuperación adicional a partir de chatarra –reciclado que proviene de productos, materiales o instalaciones que ya no están en uso, como cables eléctricos, tuberías, componentes electrónicos, motores, entre otros– de 150.000 toneladas, el país del norte no logra satisfacer el consumo de su industria, que requiere grandes volúmenes de cobre refinado para sectores estratégicos como la construcción (42%), equipos eléctricos (23%) y el transporte (18%).

El consumo total en estado refinado fue cercano a 1,8 millón de toneladas. Para cubrir esa demanda, EEUU tuvo que importar 810.000 toneladas del metal con estas características, lo que equivale a alrededor del 45% de su consumo total, de acuerdo a datos del US Geological Survey.

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Este cobre refinado llega desde países con grandes reservas y capacidad de procesamiento: más del 65% del metal refinado proviene de Chile, seguido por Canadá (17 %), México (9 %) y Perú (6 %).

El commodity refinado representa el 88% de las importaciones, pero no es el único. A esto se le suman el contenido de cobre en blister y ánodos, que trae principalmente de Finlandia (92%) y Malasia (3%). El contenido de copper of matte, (sulfuros líquidos) ceniza y precipitados que importa de Canadá (48%), Bélgica (23%), Japón (13%) y España (6%). Y por último el contenido de cobre en mineral y concentrados que proviene también de Canadá.

Además, gran parte de la chatarra de cobre que se recicla proviene del exterior, principalmente desde sus vecinos México y Canadá.

Limitaciones estructurales

La capacidad de respuesta de la producción doméstica del metal en EEUU es limitada en el corto y mediano plazo. Aunque posee reservas de cobre relevantes, no tiene margen para cubrir la brecha que hoy suplen las importaciones.

“EEUU produce sólo alrededor del 5% del cobre mundial, y su producción ha caído 20% en la última década”, apuntó el socio de Forecasts Consultores, Ángel Cabrera.

Los expertos coinciden que el desarrollo de una nueva mina puede tardar entre siete y 29 años, considerando los trámites regulatorios, oposición ambiental y tiempos de licencia.

Por otra parte, la infraestructura de fundición y refinación se ha reducido. “De hecho, EEUU contaba con nueve refinerías en 2000 y hoy operan sólo cinco”, complementó Cabrera. Proyectos prioritarios como Resolution (de Rio Tinto y BHP) o Twin Metals (Antofagasta Minerals) enfrentan litigios y oposición local que han dificultado su avance.

Por tanto, “los mayores costos derivados de los aranceles serían absorbidos por la industria americana y, eventualmente, serán trasladados a los usuarios finales”, concluyó Cabrera.

Pero no todos ven este escenario de forma negativa. Tras los planes de Trump, la directora de cobre de Rio Tinto Plc, Katie Jackson, expresó el “fuerte deseo” de esa compañía por invertir en minería de cobre en EEUU.

El negocio para los traders

En medio de esta tormenta de información, un grupo de traders de materias primas se ha visto claramente beneficiado por el alza en el precio del cobre en EEUU.

El metal se transa en tres bolsas: Comex (EE.UU.), la Bolsa de Metales de Londres (LME) y la SHFE (Shanghái). Y mientras en un período económico normal, el precio del cobre en estas tres bolsas debería mantenerse relativamente parejo, desde que Trump comenzó a anunciar posibles aranceles al cobre a comienzos de año, el precio ha subido únicamente en EEUU, específicamente en el Comex. Finalmente, los anuncios deeste martes generaron una oportunidad de arbitraje.

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Los precios en el Comex subieron 13% a pocos minutos del anuncio de Trump. Actualmente, son aproximadamente un 28 % más altos que en la Bolsa de Metales de Londres, lo que convierte esta apuesta en una de las operaciones con metales más rentables de las últimas décadas.

En esencia, el modelo de negocio de estos traders consiste en comprar cobre al precio de la LME, enviarlo a Estados Unidos y venderlo allí al precio del Comex, donde la creciente brecha con el índice de referencia internacional ha creado una lucrativa oportunidad de arbitraje.

Según expertos del mercado, firmas como Trafigura, Mercuria, Glencore e IXM han importado alrededor de 600.000 toneladas de cobre “excedente”, superando la demanda normal desde las elecciones de noviembre.

La ganancia no es menor. Según cálculos de Financial Times y datos de participantes del mercado, si se toma el diferencial promedio entre los precios de la LME y el Comex desde febrero —cuando repuntaron las importaciones de cobre a EEUU— y se resta un costo total estimado de US$ 500 por tonelada, se obtiene una ganancia de aproximadamente US$ 520 por tonelada. En total, los actores mencionados anteriormente podrían obtener ganancias extraordinarias por más de US$ 300 millones.

“Si efectivamente el arancel se implementa, lo que debería pasar, en el corto plazo, es que el precio suba a nivel internacional. En el Comex que supere los US$ 6, pero incluso podría llegar a los US$ 7. Pero eso sería muy en el corto plazo, porque a ese precio los manufactureros dejarían de comprar”, apuntó el CEO de GEM Mining Consulting, Juan Ignacio Guzmán.

Pero el valor del metal eventualmente debería regularizarse entre las tres bolsas. Cuando eso ocurra, EEUU quedará con un inventario gigante que muchos traders buscarán vender, ya que el país no tiene capacidad para consumir todo ese volumen. Ese excedente será colocado en las otras bolsas, y en el corto plazo provocará una presión a la baja en los precios a nivel global debido a la mayor disponibilidad del material. Será un efecto temporal, que durará lo que se demore en actualizar todos los inventarios.

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